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Estudios sobre los creadores de la Escuela Bruguera

 

OTROS

Josep Coll y Coll (1923-1984)

Por Miguel Fernández Soto, julio de 2001

 

 

“José Coll, nuestro genial dibujante, maestro en el arte de sublimar humorísticamente los temas más sencillos e intrascendentes” así rezaba la leyenda en portada de una de las recopilaciones de sus historietas en números monográficos del TBO de siempre. Una definición sencilla pero muy acertada sobre el carácter de su obra, atípica e innovadora en el seno de una publicación caracterizada por su conservadurismo estético, apegado a las tendencias anteriores a la Guerra Civil. Imitador inicial de Benejam, Coll se despegó pronto de sus influencias para centrarse en su búsqueda individual y crear un estilo de personalidad acusada y estéticamente independiente de los creadores gráficos de su época. La originalidad de sus historietas no pasó desapercibida y fue uno de los dibujantes del TBO más apreciados por los lectores, de ahí que sus páginas se recopilaran en números extraordinarios, incluso después de que abandonase la historieta, a mediados de los sesenta.Ha sido también uno de los autores más valorados por la crítica, por el interés de sus propuestasestéticas.Nuestro objetivo con este artículo es presentar, especialmente a los lectores que no han tenido la oportunidad de acercarse a su obra, las cualidades que hacen de Coll un autor tan especial.

 

 

 

Josep Coll y Coll nace en Barcelona el 8 de febrero de 1923 y, como suele ocurrir con todos los grandes dibujantes, descubre muy pronto el mundo de la historieta, en su casocon el TBO y El Aventurero, que lee cada semana, y a imitación de los autores que allí publican da sus primeros pasos con el lápiz y la plumilla. “En el colegio al que iba yo –recuerda Coll hacía los dibujos y un compañero los vendía. Los dibujos los cambiaba por plumillas gomas o lápices. Tenía el pupitre lleno de lápices de colores, plumillas, de todo.”(1) si bien estos primeros intentos de aficionado no tuvieron continuidad hasta muchos años después, porque, al iniciarse la Guerra Civil el joven Josep tuvo que ponerse a trabajar para paliar las penurias económicas de su familia a la que habían requisado todas sus pertenencias, y con poco más de 13 años ya trabajaba en la báscula de la cantera de Montjuic ganando, según sus palabras, “una semanada de hombre(2).

Cuando su padre regresa de la guerra, empieza a trabajar con él, haciendo un poco de todo: de listero, confeccionando las facturas, de cobrador... sin un horario fijo y por las noches estudia aparejador, aunque reconoce que no era buen estudiante: le suspendían todas las asignaturas excepto la religión y el francés.

Después marcha a la mili donde reanuda su afición al dibujo y reinsertado a la vida laboral como Albañil sigue evolucionando en su estilo tomando como ejemplo los autores del TBO, Castanys, Opisso, Urda, Benejam, aquienes considera los mejores del país. Sin embargo, pensando que aún no estaba preparado para publicar junto a estos, a mediados de los años cuarenta se foguea como profesional enpublicaciones más modestas como Pocholoy Chispa,donde da vida a sus primeros –y casi únicos– personajes: Cejudo Gorílez y Cocoduro, el conde de calvatiesa. En los cincuenta publica en otras revistas como La Risa (Primitivo Cuadrete), Timoteo, KKO, Nicolás, PBT o Mundo Infantil,la mayoría de ellas de corta viday difusión, hasta que se siente preparado y se presenta en el TBO. Según el historiador Antonio Martín este primer acercamiento se produce en los años 1949-50 (3). Si bien, hasta 1952 no hay una cierta estabilidaden sus aportaciónes al semanario. Hay que tener en cuenta que Coll compagina hasta entonces sus colaboraciones esporádicas en diversas publicaciones con su oficio para la manutención familiar. En esa fecha citada aparecen cada semana en el TBO una media de tres o cuatro historietas(4).

Al principio copia a Benejam, a quien admira por su sentido del movimiento, pero pronto se ve forzado a marcar un cambio de rumbo en su estilo, tras una llamada de atención de los editores. A partir de ahí, el autor se va distanciando para buscar su propia personalidad artística. “Entonces me dediqué ano mirar nada de los demás sino lo mío sólo, todo el conjunto de lo que dibujaba, para así ver los defectos y mejorarlo”.(5)y con su trabajo continuado, abandonando su profesión para centrarse en su vocación de historietista, Coll se convierte en uno de los autores más celebrados del TBO,y, con el tiempo, en un clásico de la historieta española.

 

Estilo

Así pues, durante casi dos décadas, Coll trabaja prácticamente en exclusiva para el TBO (con alguna excepción puntual, como susbreves colaboraciones en las publicaciones Alex,Tururut yL`Infantil,en esta última con sus personajes En bufa i en Pumpun) pudiendo desarrollar y perfeccionar su estilo, cada vez más separado de sus influencias iniciales y más volcado hacia una búsqueda personal. Citando a Antonio Martín “Coll será el dibujante más moderno del TBO y uno de los más ágiles y sugestivos de la historieta de humor española.” (6).

 

 

Rasgos comunes y diferencias con la escuela TBO

El cambio no se produce, desde luego, de forma inmediata, sino gradual. Coll se integra en el TBO impregnado de un profundo respeto por sus autores, imitando primero y evolucionando después a un estilo propio que le hace destacar,pero sin perder nunca unos mínimos de conexión con el resto de la Escuela. El TBO nunca se ha caracterizado por sus historietas de personaje fijo (aunque tuvieron mucho éxito las series de BenejamLa Familia Ulises, Morcillón y Babalí, Melitón PérezMuntañolaJosechu el vascoBernet ToledanoAltamiro de la cueva– o la célebre pagina LosInventos del TBO, a cargo de varios dibujantes) y sí por las historietas de tema o situación. Coll se adhiere a esta última tendencia sencillamente porque se adapta más a su manera de hacer historieta, apartándose de los personajes fijos “porque entonces tienes que hacer la historieta para él, y según que temas no se adaptan. Pense que me vería obligado a hacer temas para este individuo y a lo mejor me saldría un tema mucho más interesante y lo rechazaría o lo dejaría de banda para hacer sólo lo que se adaptara al personaje fijo, y trabajaría condicionado.” (7). Ahora bien, frente al costumbrismo de Benejam y otros autores, Coll cultiva un humor eminentemente gráfico introduciendo en sus escenas de la vida corriente una ligera desviación hacia el absurdo que provoca un final inesperado y sorprendente, dándole la vuelta a los tópicos de situación característicos del TBO. Si los dibujos de sus colegas de publicación resultan relativamente estáticos, en la tradición de los ilustradores de los años veinte y treinta,los personajes de Coll son inquietos y vivos, se mueven por la página con una envidiable soltura –generalmente en el marco de un escenario fijo– y presentan una estilización extrema, de línea cuidada y de una indudable modernidad. Sus páginas iniciales están tan cargadas de texto como el resto de las historietas y secciones de la revista, pero Coll se convertirá en un maestro de la historieta muda, en la que la acción y el desenlace quedan totalmente definidos por el movimiento de los personajes, sin que el lector tenga que hacer ningún esfuerzo para entenderlas, gracias al sentido de la planificación, la economía de medios y su claridad al descomponer en momentos clave el desarrollo del gag.Partiendo del modelode los personajes bajos y rechonchos característicos de sus compañeros, Coll va estilizando progresivamente la figura humana (por lo general masculina; utilizó muy pocas mujeres en sus historietas para evitar problemas con la censura) hasta convertir sus personajes desmesuradamente altos y delgados y de una imposible elasticidad en una seña de identidad que termina de definir su universo particular.

 

Rasgos propios

Para Coll, trabajar sin personajes fijos es hacerlo con mayor libertad, sin los condicionamientos de inventar historias para un personaje con unas características y una psicología determinadas.

Coll antepone las situaciones a los personajes, de modo que estos son escogidos cuidadosamente y tratados en función de la historia:“si ésta requiere un individuo muy gordo, las piernas delgadas, pues tiene que hacer muchos movimientos con las piernas y si se las hago gordas no tendría gracia”(8).Su material son individuos anónimos, hombres comunes ycorrientes, caracterizados con los rasgosmás típicos –un ladrón llevará pañuelo al cuello, antifaz, gorra y un manojo de llaves; un naúfrago irá semidesnudo y con barba larga–para los que el autor prepara una situación extraordinaria. El juego consiste en tomar una situación normal en principio e ir deformándola hasta conseguir un final inesperado y sorprendente. “El mecanismo es muy simple, se trata de desmontar las relaciones de funcionamiento que impone la realidad y volver a montarlas introduciendo una ligera distorsión. Es algo así como el reflejo de un espejo cuyo baño de azogue fuera ligeramente defectuoso y nos devolviera imágenes desiguales respecto al modelo reflejado” (9). Con ésta Técnica, el autor consigue un efecto cómico singular, porque al utilizar los tópicos iconográficos y de situación ya conocidos por el lector, éste puede imaginar una espectativa de comportamiento que nunca se cumple, y por eso resulta sorprendido.

 

 

Coll utiliza con frecuencia personajes-tipo que han llegado a caracterizar su obra: automovilistas, soldados de opereta, naúfragos, exploradores y antropófagos, cazadores de fieras vivas, médicos, ladrones y sobre todo el individuo normal, de la calle... un número finito de caracterizaciones que admitían cientos de variaciones enlas situaciones que Coll imaginaba para ellos, matizando, intercambiando personajes y escenarios, dándole la vuelta a los tópicos de situación clásicos del TBO que, citando a Salvador Vázquez de Parga, “llegaron a convertirse en sus manos en grandes temas, en el eje de sus historietas.“(10)

Elestilo de Coll entra de lleno en la línea de humor blanco cultivado en el TBO, pero siempre desde una sútil ironía:“Nunca he ido a buscar la carcajada, voy a buscar la sonrisa, lo que hacía era que con el mismo tono matizaba de diferentes maneras y no me repetía”(11). Mientras otros autores del TBO ilustraron guiones ajenos, Coll prefiere escribir sus propios guiones, para poder trabajar con mayor libertad y dedicación. Porque Coll se entrega a sus historietas de una manera casi obsesiva, con un método lento, inviable para cualquier otro historietista. Pasa horas decidiendo la distribución de las viñetas, abocetando, borrando una y otra vez los personajes hasta que quedan a su gusto. Por eso sus personajes parecen estar vivos, dotados de un movimiento frenético que hace verosímil la escena que están representando, por muy absurda e increíble que esta sea.

Pese a tener un estilo muy trabajado, sus historietas están trazadas con una precisión y limpieza de líneas que dan claridad al conjunto, una influencia probable de Manuel Urda. Coll rehuye todo elemento innecesario que pueda recargar la viñeta sin aportar nada y dibuja únicamente los detalles fundamentales, para que la historieta llegue al lector de la forma más simple y directa posible, logrando en el proceso una síntesis donde los elementos gráficos están totalmente armonizados.

Los signos convencionales del cómic no están muy representados en la obra de Coll (como tampoco, en general, en los demás autores del TBO), únicamente destaca la utilización de signos de admiración e interrogación aislados. Es en la planificación de la historieta donde se advierte su preparación técnica, destacando por su notable dominio de la perspectiva. En una misma historieta suele conservar el mismo punto de vista, con tendencia a los planos generales, consiguiendo lo que Juan Antonio Ramírez llama un estilo teatral-cinematográfico(12), dejando que sean los personajes los que se muevan a sus anchas en este escenario fijo y basando todo el juego del gag en la interpretación de estos. Las viñetas en una misma secuencia suelen ser del mismo tamaño y forma, para que constituya una unidad, pero en sus distintas historietas Coll utiliza una gran variedad de ellas: ovaladas, circulares, rectangulares, separadas mediante líneas sin espacios intermedios, etc.

En su madurez alcanza una técnica tan depurada, que sus historietas, tan expresivas, tan claras en su exposición, a menudo no necesitan palabras para su comprensión. El lector puedeseguir perfectamente el desarrollo del gag con las expresiones y el movimiento de los personajes, gracias al hábil montaje y a la secuenciación lógica de que hace gala Coll. Ahora bien, algunas de esas historietas fueron retocadas, porque, según cuenta Pere Olivé,rotulista del TBO a principios de los sesenta, “el director de la publicación se empeñaba en que tuvieran texto, para que así durara más tiempo la lectura de la página”. “Afortunadamente –añade Olivéel peso de laobra de Coll supera estas pequeñas mezquindades de quienes intentaban retocar su obra, y su estilo luce con máximo esplendor.” (13)

Toda la obra de Coll está presidida por un humanismo desbordado en el que cabe, incluso, la humanización de la máquina: sus coches desproporcionadamente pequeños, saltarines y retozones, tienen la misma impronta de movimiento que sus personajes, capaces de doblarse al girar una esquina o al dar varias vueltas de campana, o de repostar directamentede un camión-cisterna, enclara alusión a una madre amamantando a sus crías.

Sus escenas de la vida corriente nos siguen pareciendo tan frescas y vivas como cuando fueron concebidas, y es que Coll consigue imprimirles un carácter universal y atemporal, una razón más para considerarlo un clásico.

 

 

Últimos años

Coll colabora durante 14 años en el TBO donde su dibujo es de los más apreciados por los lectores. Y entonces, en la cumbre de su popularidad, decide dejarlo, : “Dibujaba porque lo llevaba dentro, sin mirar las cosas ni el dinero, pero con el tiempo que yo tardaba en hacer una página no ganaba ni la mitad del jornal del que ganaban mis amigos poniendo ladrillos y yo tenía que tirar adelante una familia...” .(14)

Intentó dibujar para el extranjero y envió muestras a Escocia, Mejico, Alemania, Francia y Estados Unidos, pero su estilo tan particular no encontró ningún campo fuera, como tampoco en Bruguera, donde el señor González, Director artístico, le sugirió que tenía que adaptar su estilo para parecerse a Escobar.De esta forma se interrumpía para el gran público la fructífera carrera historietistica de un hombre modesto que, como él mismo reconocía, “aunque soy un profesional de la historieta, soy un albañil que dibuja”.(15)

Continuó sin embargo colaborando de forma más modesta con algún dibujito para el Boletín de sardanas de Mataró o para Barcanova. Desde principios de los años 80 se produce una cierta recuperación y reconocimiento de su obra: en 1981 inicia su colaboración con una pagina mensual en el periódico juvenil Primeras Noticias; Joan Navarro, director del neotebeo Cairo, reconoce el modernismo de sus historietas encargando un artículo y una entrevista sobre su obra a Antonio Martín; En 1982 colabora en Balalaika y participa en el II Salón del cómic de Barcelona; En Mayo de 1984 se le concede el premio Club de Amigos de la Historieta, Joan Navarro le convence para que colabore en Cairo, ilustra un número del Boletín Tribulete editado por Jesús Cuadrado y el librero Albert Mestres le publica el álbum De Coll a Coll que es presentado en el IV Salón del Comic de Barcelona,pero ese mismo año, en Julio, se suicida. Tenía 64 años.

La obra de Coll no ha quedado en el olvido. Desde finales de los ochenta, con la nueva edición del TBO en manos de Ediciones B, sus historietas han estado presentes con generosidad en cada número, dentro de la separata con material clásico; Enla colección Olé se han publicado dos volúmenes en rústica, con algunas de las mejores historietas del autor, y en la colección de tapa dura “Los archivos del TBO”, se le dedica un álbum, el nº 7, en 1991.

En el año 2000 se ha preparado una gran exposición de homenaje a su obra, con el título Coll in línia, en la que se recopila una selección de cincuenta originales pertenecientes a las colecciones particulares de Giralt, Mora y Regáscorrespondientes a la época dorada del dibujante: los años cincuenta y sesenta. Itinerante por varios pueblos y ciudades catalanas, entre ellas Manresa y Sabadell, la exposición nos aproxima a su mundo y nos deja entrever esos detalles cotidianos y cargados de humanidad que tan bien describió el autor en sus historietas.

 
 

NOTAS 

 

(1) Victoria Bermejo y Ana rey : Pinceladas de Coll, enCairo nº 28, bibl. 7.

(2) En la misma entrevista.

(3) Antonio Martín: De Coll a Coll,en Cairo nº 1, bibl. 4.

(4) Según el estudio de Juan Antonio Ramírez: la historieta cómica de postguerra, Bibl. 2.

(5) Antonio Martín: entrevista a Coll,enCairo nº 1, Bibl. 5.

(6) AntonioMartín , bibli. 4

(7) A. Martín: entrevista a Coll, Bibl. 5.

(8) Bibl. 5.

(9) Antonio Martín, Bibl. 4

(10) S. Vázquez de Parga, reseña del libro De Coll a Coll, bibl. 10

(11) Victoria Bermejo y Ana Rey: Pinceladas de Coll, bibl. 7

(12) En La historieta cómica de postguerra, bibl. 2

(13) Pere Olivé, Coll en línea, bibl. 14

(14) Antonio Martín: Entrevista a Coll,en Cairo nº 1, Bibl. 5

(15) cita recogida por Amparo Vázquez en Literatura, bibl. 15

 

Bibliografía :

  • Humor gráfico español del siglo XX, Serafín rojo. Salvat, 1970
  • La historieta cómica de postguerra, J. A. Ramírez. Cuadernos para el diálogo, 1975. (A)
  • Los cómics del franquismo, Salvador Vázquez de Parga. Planeta ,1980.
  • De Coll a Coll, Antonio Martín. Cairo nº 1, Norma ed. 1981(A)
  • Entrevista a Coll, Antonio Martín. Cairo nº 1, Norma ed. 198 1(E)
  • Editorial, Joan Navarro, Cairo nº 24, Norma ed. 1984.
  • Pinceladas de Coll, Victoria Bermejo y Ana Rey. Cairo nº 28Norma ed. 1984(E)
  • La construcción de la página y el uso del tópico, Carles Prats, Cairo nº 28, norma ed, 1984 (A).
  • Coll, el otro destierro, Jesús Cuadrado. Cairo nº 28, norma ed, 1984 (A).
  • reseña del libro De Coll a Coll, Salvador Vázquez de Parga. Zona 84 nº 4, 1984. (A)
  • Prólogo al libro Selección de las mejores historietas de Coll, Salvador Vázquez de Parga. Los archivos de TBO, nº 7, 1991.
  • Josep Coll y Coll, Lluís Giralt El Boletín, nº 31, 1995. (A)
  • Diccionario de uso de la historieta española, 1873-1996, Jesús Cuadrado, Compañía Literaria,1997, y su actualización, Atlas español de la cultura popular. Vol. I: de la historieta y su uso, 1873-2000. Ediciones sin sentido, 2001.
  • Coll en línea,Pere Olivé. Xenozoic Tales nº 6, abril de 2000. (A)
  • Recordando a un viejo amigo, Amparo Vázquez Sánchez. Literatura, nº 174-175, Octubre-Noviembre de 2000. (A)

 

 

 

 

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