AUTORES

Estudios sobre los creadores de la Escuela Bruguera

 

Armando Matías Guiu (1925-2004)
y sus "Diálogos para besugos"

Transcripciones

 

 

Ver también

Reseña biográfica en La cárcel de papel

Apartado en Tebeos 21

Matías Guiu en Lady Filstrup

Artículo en Rosaspage

 

 

En 1989, la editorial Hogar del Libro publicó una selección de los famosos "Diálogos para besugos" de Armando Matías Guiu. He aquí una transcripción de sus primeras páginas, seguida de una selección de textos del autor.

 

 

DIÁLOGOS PARA BESUGOS

Armando Matías Guiu

Portada del libro, diseñada por Tony Fabregat

 

 

A Juan Carlos I, Rey de España, con todo mi afecto.

Armando.

 

La política es, a veces, como un “diálogo para besugos”. Nadie dice lo que piensa; Algunos, no piensan lo que dicen; aquellos, piensan y no dicen; éstos, nadie sabe lo que piensan; de los de más allá una piensa que piensan, pero ellos no piensan que uno piensa.

En mi soledad mental pienso que el pienso es el mejor pensamiento. Mientras haya pienso, aunque no se piense, se piensa en la paz.Por eso pienso que es mejor el pienso que el ¿qué pienso? Pero, pensar mucho da dolor de cabeza y mucho pienso da dolor de estómago. ¿serán los piensos malos pensamientos?

Duda: Quien dijo “pienso, luego existo”, ¿se refería al pienso alimentario o al pienso intelectual, que es un pienso que alimenta la inteligencia?

No sé que pensar. Estoy preocupado. Siempre que dialogo conmigo acabo hecho un besugo.

A.

 

 

Matías Guiu, según Francisco Ibáñez

 

Monólogo con el lector

Buenos días. Los “Diálogos para Besugos” nacieron en la revista El DDT, en 1951.Y aunque aquella era una época muy decente, tuvieron más de un padre. Anónimos, porque en la revista sólo tenían derecho a firma los dibujantes que la estampaban hasta en una raya que trazaran.

Cuando nacieron los “Diálogos para Besugos” , no asistí al parto. Paría guiones de radio a mansalva con éxito creciente. (“Anverso y reverso”, “El cuarto personaje”, “La Familia Valdés” fueron algunos de mis programas-impacto, de humor. También caí en las redes pecaminosas del serial, ¡que ganaron premios nacionales! ¡Cuanta vergüenza, Señor! Y un programa estrella que eclipsó toda mi otra labor radiofónica de muchos años, el cuento infantil “tambor”…¡Qué jamás obtuvo ningún premio! ¡Qué vergüenza, para los que dan premios, Señor!)

En 1953, cuando me hallaba en pleno “boom” radiofónico, me llamó Conti para colaborar en “El DDT” y demás revistas de la editorial. “Diálogos para Besugos”, “Teatro Sintético”, “A boca de jarro” fueron algunas de las secciones que me adjudicaron.

Cuando aparecieron mis primeras colaboraciones sin firma, puse el grito en el cielo. Pero el cielo estaría de oficios y cantos gregorianos, y no me oyó.

Por eso puse el grito un poco más abajo; en el jefe de redacción, que me contestó perplejo. Y en españo. El perplejo no eraidioma oficial y nadie podía salirse de las normas.

−Sólo firman los dibujantes. (En perplejo sonó así: “Loso narfim ols jambudites”)

− Yo soy un dibujante de imágenes mentales. Con la máquina de escribir dibujo ideas que el lector ve −Argüi. Con lo feo que es argüir sin abogado defensor al lado.

Porfié. Protesté. Hice huelga de nada, porque la huelga no era legal. Insistí. Y al cabo de unos meses de lucha soterrada mi nombre apareció al final de algunas de mis colaboraciones.

 

 

Siempre asumí mi responsabilidad sobre mis escritos. Y si he firmado, a veces, con seudónimo, ha sido para evitar la repetición de firma. Y usé seudónimos que todo lector inteligente −Y lo son todos los que me leen− identificaba inmediatamente: A. Gumás, Dini, Saitam… Pero siempre hay despistados por el orbe. Y el urbi. Un lector escribió al director postizo de la publicación (entonces los directores debían tener carné oficial, que se daba a los enchufadillos del régimen, como siempre) diciendo que Armando Matías Guiu debería aprender del humor de A. Gumas. Lo bueno del caso es que el director postizo quiso que le presentara a A. Gumás.

Cuando me adjudicaron los “Diálogos” les di un enfoque personal. Jugué con la palabra, apuré al máximo el sentido de cada vocablo, mezclándolo con otro de fonética similar con distinto significado para dar pie a nuevas imágenes, compliqué las conversaciones para derivar de un tema a otro, liando conceptos, ideas, hasta lograr que de los dos dialogantes nunguno supiera quien había iniciado la trama de desatinos. Hubo juego de palabras que me dio pie para varios diálogos, hasta apurar al máximo sus significados.

“Diálogos para Besugos” lograron el impacto popular. Fue una frase de la que se hizo referencia muchas veces. Cuando dejé de escribirlos durante un par de años (me metí en el cine, como guionista, y empecé a estrenar comedias, limitándome a escribir para “Can Can” la serie humorística “chuchita y Arturito”). Otros imitaron el estilo que había creado. Muchas parejas de cómicos −algunos me lo confesaron− se apropiaban de los diálogos para explotarlos, con éxito en escena, sin pagar derechos de autor, claro. Otros humoristas verbales se apropiaron de la fórmula, sin confesarlo. Aún hoy hay quien copia la idea.

Los 57 “Diálogos” que se editan hoy pertenecen a la última etapa, a la de “Mortadelo”, en época de transición. Preparo para un próximo futuro −si esta recopilación tiene éxito, claro−, la edición de los primeros y segundos diálogos.

Un consejo: Lea un “Diálogos para Besugos” cada día. Y saboréelo. Si lee dos, o más, de un tirón, o se los lee todos en una noche trágica o en un viaje, no respondo de lo que le pueda ocurrir a su mente. Que de cerebro sólo tenemos uno y hay que cuidarlo. Buenas tardes.

 

Armando Matías Guiu

 

 

Un cuento

 

 

 

 

Diálogos para besugos 1

 

−Buenos días.

−Buenas tardes.

− ¿Éste es el avión que va a Tuatu, USA?

− ¿Cómo Tuatu? ¿Dónde está Tuatu?

− En Tuatu.

− ¿Y va usted a Tuatu?

− Yo voy a Miami.

− ¿Y cuando usted va a Miami pregunta por Tuatu? De cencerro para arriba. De alucine ministerial.

− Es que me da un nosequé decir Miami y pensé que si desde mí, voy a Miami, desde usted debo preguntar por Tuatu. Tuatu para usted es Miami para mí.

− Tuatu, para mí, es una imbecilidad aérea.

− ¿Y Miami?

− Miami es Miami.

− Bueno, empiezo. ¿Éste es el avión que va a Miami, USA?

− No. Éste va a Tuatu.

− ¿Cómo a Tuatu? ¿No me acaba de decir que Tuatu es una imbecilidad?

− Sí. Es que yo soy imbécil.

− Usted perdone.

− No, si no tiene usted la culpa.

− Es la primera vez que alguien se llama imbécil a sí mismo.

− ¿Usted nunca se llama imbécil?

− ¡Jamás!

− Y los demás ¿qué le llaman a usted?

− Depende.

− Es el primer tipo al que conozco que le llaman “Depende”.

− A mí nadie me llama Depende.

− Usted acaba de confirmarme que los demás le llaman “Depende”.

− He dicho Depende.

− Yo también he dicho Depende. Y su Depende es igual a mi “Depende”, señor Depende.

− ¡No me llame señor "Depende”! ¡Usted es un imbécil!

− Sí, ya se lo he dicho. Y usted es depende de la cabeza a los pies. Es más, más que depende es usted, es redepende. Toma depende.

− ¡Esto va a terminar mal! A mí no me gusta que me llamen lo que no soy.

− Pues a mí siempre me llaman cuando no estoy. Si estoy, como me ven, ya no me llaman. ¿A usted le llaman?

− ¿Quién me llama? No he oído nada.

− Encima de depende, es sordo. ¿Le llaman a usted cuando le ven?

− ¿Quién me ve? Oiga, aquí están pasando cosas rarísimas, no oigo que me llame nadie, no veo que me vea nadie, estoy con un imbécil. ¿Qué pasa?

− Está pasando el avión que va a Miami, Tuatu para usted y los demás dependes del mundo.

− ¿Se me escapa el avión?

− Se le escapa volando…

− Yo tenía que ir en ese avión. He venido a preguntárselo…

− ¿Ha venido a preguntarme si tenía que tomar ese avión? ¡Yo qué sé! ¿Usted no sabe lo que tiene que tomar?

− ¡Claro que sé lo que tomo!

− ¿Qué va a tomar?

− Yo deseaba tomar el avión para Miami.

− Pero…¡Esto es el bar del aeropuerto!

− Entonces tomaré bicarbonato con leche. Buenas tardes.

− Buenos días.

 

 

Diálogos para besugos 2

 

− Buenos días.

− Buenas tardes.

− ¿Tienen ustedes violines desafinados?

− ¿Cómo desafinados, oiga? Es la primera persona que pregunta por violines desafinados. Si los toca, van a parecer una gaita.

− Es para mi sobrino.

− ¿Le cae gordo su sobrino?

− No. Pero el pobre desafina cantidad musical, y así, con un violín desafinado, podrá darle la culpa al instrumento.

− ¡Qué buena idea! ¿Es suya?

− Sí, y en casa tengo más

− ¿Tiene más ideas?

− Y que no falten. Yo siempre he sido muy ideota. ¿Usted no tiene ideas?

− ¡No tiene usted idea de mis ideas! Yo ideo mucho.

− ¿Y qué idea?

− Ideas. Si ideara garbanzos ya no idearía garbanzos porque ya están ahí.

− ¿Tiene garbanzos? ¿Dónde?

− Ahí. Es un modo de decir que ya están ideados.

− Ah. Tiene usted un modo de decir “ahí” que es demasiado.

− Pues no me ha oído usted decir allá.

− ¡Ay, diga allá! Me muero de ganas de oírle decir allá.

− Me da un nosequé decir allá en público.

− Diga, diga.

− ¡Qué va usted a decir de mí si me oye decir allá…!

− No voy a decir nada. O quizá sí diré que usted es un señor que dice allá.

− Bueno, pues allá voy.

− Vaya, vaya.

− ¿Dónde quiere que vaya?

− Allá.

− Sí, señor. Para todos ustedes, voy a decir con mucha ilusión, “allá”.

− Sí, pero no se vaya allá. Diga allá aquí.

− Es que es el mejor sitio para decir allá, es allá.

− ¿Por qué Allá?

− Porque allá suena mejor allá que aquí.

− ¿Cómo suena aquí?

− ¿Aquí?

− Allá.

− Allá, aquí suena allá.

− ¿Y allá?

− ¿Aquí, allá?

− No, allá, allá.

− Allá, allá suela así:

− ¿Suena así? ¡Pues si que suena raro allá!

− Allá no suena así.

− Me acaba de decir que allá allá suena así. U así no se parece en nada a allá, se diga allá, se diga aquí o se diga ahí.

− Me ha interpretado mal. He dicho, dos puntos.

− ¿Ha dicho dos puntos? ¿Cuándo ha dicho dos puntos?

− ¡Ahora! Y no me interrumpa.

− Si me empieza a decir cosas que no me ha dicho, me lía.

− Yo he dicho que allá suena así, dos puntos.

− ¿Que allá suena así dos puntos?

− Allá, allá suena así. Dos puntos. Y ahora digo como suena allá allá. ¿Me entiende?

− ¡Ah! Los dos puntos no es un sonido, es una puntuación ortográfica.

− Pues, empiezo. Voy a decirles con todo mi corazón allá. Atención: ¡Allá!

− La verdad, ese allá se podía decir desde aquí. Es un allá corrientito…

− Vaya a escucharlo allá y verá como allá suena mejor allá.

− Voy allá. Buenos días.

− Buenas tardes.

 

 

Diálogos para besugos 3

 

− Buenas tardes.

− Buenos días.

− Vale, tío.

− ¿Cuánto vale?

− Digo, vale, que vale.

− Eso. ¿Qué vale?

− Vale, no vale nada, ¿vale? Es vale.

− Vale, vale lo que vale, ¿vale?

− Vale, chico. Vale es vale. Nada más

− Cuando vas a una tienda y preguntas “¿Cuánto vale?” Te dicen tanto. O cuanto.

− Pues yo digo vale en todas partes y nadie me contesta “Tanto ni cuanto”.

− ¿Qué contestan?

− Vale.

− ¿A vale contestan vale?

− Vale. Que sí, que vale la respuesta, ¿vale, tío?

− Vale, vale…

− Es una conversación muy válida.

− Y valerosa.

− Valiente.

− Valenciana.

− ¿Cómo valenciana?

− ¿Vale, no? Si le quitan el vale a Valencia ¿Qué pasa?

− Le queda encía sin e.

− Valencia es la cuna del Vale, ¿vale?

− Vale. Oiga, yo entré diciendo vale, pero si llego a saber que mi vale llega hasta Valencia, entro diciendo “Al loro”.

− ¿A que loro?

− ¡Dios mío! ¿porqué se me ocurriría decir al loro?

− ¿Conoce muchos loros?

− Mis padres conocían varios lores.

− ¿Qué lores?

− Que, no, do

− ¿Do qué?

− Dolores

− ¿Su padre conoce dos Do lores?

− Dolores

− ¿Qué dolores? ¿Le duele algo?

− No me duele nada. Digo que no son do lores, son Dolores.

− Y no es lo mismo do lores que dolores?

− Lo que no es lo mismo son dolores y Dolores.

−¿Dolores de tripas?

− No. Dolores de García.

− Pues yo conozco varias Dolores que no son de García.

− ¿De donde son?

− De Palencia.

− ¿Dolores de Palencia? Esas Dolores de Palencia en vez de decir “vale” deben decir “pale”.

− “Pale” es el vale Palentino.

− Claro. Y Zara será el vale zaragozano. ¿Zara, tío?

− No suena Zara.

− Pues a mí Sara me suena mucho.

− ¿Qué Sara?

− Sara, de Zaragoza.

− No conozco a ninguna Sara de Zaragoza. De Zaragoza conozco mañas.

− Mi tío tiene mucha maña.

− ¿Es mañoso?

− No. Tiene cino hijas. Y todas son mañas. Por eso digo que tiene mucha maña.

− Las mañanas son más aragonesas que otra cosa.

− Las mañanas son internacionales.

− Calle, calle. Si a la mañana le quita la maña ¿qué le queda? ¡Na! Eso es lo que queda.

− Es verdad. No había caído que las mañanas fueran aragonesas. ¿Y las tardes?

− Buenas.

−¿Cómo buenas?

− Siempre digo buenas tardes.

− De dónde son es lo que yo pregunto.

− Las tardes deben ser de Tardienta.

− Y también está en Aragón.

− Lo que no sé es si en Tardienta inventaron la tarde o el llegar tarde.

− Tengo un primo de Tardienta que llega antes de la hora.

− Su primo adelanta.

− ¡Qué va! Si siempre llega el último cuando vamos de excursión. Un día no llegó.

− ¿Se perdió por el camino?

− No. No llegó porque no salió de casa. Y si no sales, no puedes llegar. ¿Usted llega en casa?

− Yo en casa, caso.

− ¿Se casa?

− Caso, de casero, abreviado. Hoy todo se abrevia.

− Menos el precio de las cosas, que crece como el IVA.

− Buenos días más el IVA.

− Buenas tardesssssss. Ya lleva el IVA.

 

 


Diálogos para besugos 4

(Transcrito por Goe en el Foro de la TIA, 29/5/2004)

 

-Buenos dias
-buenas tardes
-¿tienen ustedes alcafandras?
-¡aqui solo tenemos alcachofas!No he visto a nadie comerse una tortilla de alcafandras.
-es que yo no quiero comerme una tortilla de alcafandras, ¿usted se las come?
-¿Las alcachofas?
-Las alcafandras
-¿Se comen?
-No sé, pero usted dice que hay tortillas de alcafandras
-Perdone, yo he dicho que no he visto a nadie comerse una tortilla de alcafandras, esto no significa que sepa que hay tortillas de alcafandras, usted sabrá
-yo no lo sé.Yo vine pidiendo alcafandras y usted me ofreció alcachofas.
-Tortilla de alcachofas si he visto, y he comido. Luego bebes agua y el agua te sabe a otra cosa, ¿usted ha bebido agua?
-Claro que he bebido agua! ¡Todo el mundo ha bebido agua!
-Despues de las alcachofas
-¿Beben las alcachofas?
-Las alcachofas no beben...
-Entonces,¿Por qué me pregunta usted si he bebido agua despues de las alcachofas?
-No, después de las alcachofas no, despues de comer tortilla de alcahofas.
-es que yo bebo agua cuando tengo sed, no querrá que solo beba agua despues de comer tortilla de alcachofas, es más, me gusta más la tortilla de patatas y cebolla
-¿Y las alcafandras?
-Alcafandras con cebolla no he probado ¿usted le echa cebollitas a las alcafandras?
-Yo soy muy respetuoso con las alcafandras y no les echo nada, ¿usted les echa cosas a la gente?
-No, yo solo echo cosas a la basura
-¿Antes o despues de la tortilla de alcachofas?
-¿Quiere dejar la tortilla de alcachofas en paz?
-No sabía que estuviera en guerra¿hay guerra entre las tortillas de alcachofas?
-¡Yo que sé!
-Usted me ha gritado que dejara en paz las tortillas de alcachofas, para dejarlas en paz significa que están en guerra
-¡Yo tambien quiero que me deje en paz!
-¿Con alcafandras o sin ellas?
-Solo. ¡NO quiero alcafandras, no quiero nada!
-Es mejor porque aqui no tenemos alcafandras.Esto señor, no es una alcafandrería
-¿qué es esto?
-Una alcachofería
-¡Ya estamos con las alcachofas! ¡Es un castigo!
-Tengo alcachofas verdes, en bruto
-¿Cómo en bruto?¿Te pegan un alcachofazo si te acercas a ellas?
-No, que están sin pulir, con todas las hojas bastas y sucias, tal y como las arranca uno de la planta.Tengo tambien alcachofas pulidas
-¿les echa limpiaalcachofas para que esten brillantes?
-No, les quito las hojas bastas, les corto el tronco, troceo las hojas menos bastas...que solo dejo el cogollo
-¡Que cogollo!
-Cada alcachofa tiene un cogollo, ¿usted ha visto alguna vez una alcachofa?
-¡Claro que he visto alcachofas, y despues de nuestra conversación voy a soñar con ellas!.Saldré de aqui con complejo de alcachofa
-Alcachofado saldrá
-No, no saldré jamás de esta alcachofa en la que me ha metido ¡Soy una alcachofa! ¡Soy un alcachofo!
-Creo que venden alcafandras en la casa de al lado
-No quiero alcafandras, solo quiero alcachofas...¡La alcachofa al poder! Buenos dias
-Buenas tardes

 

 

 

Diálogos para besugos 5

Mortadelo Extra 25 Aniversario TVE. Editorial Bruguera, 1981

(Transcrito por Kaximpo en el Foro de la TIA, 24/2/2004)

 

- Buenos días.
- Buenas tardes.
- ¿Aquí es la Be Be Ce?
- No; aquí es la Erre Te Uve E.
- ¡Caramba! ¡Me he equivocado de televisión!
- Se ha equivocado de país.
- Es que me han invitado a la boda.
- Si va a la boda de Lady Di y el príncipe consorte, llega tarde.
- Me han invitado a las Bodas de Plata.
- Entonces llega demasiado pronto.
- No es mi día.
- Lo que no es, es su año.
- Oiga, ¿por qué dice príncipe consorte, si la consorte es la consorte del príncipe?
- Perdone, pensaba en su padre.
- ¡Mi padre no es consorte de nadie! Es viudo.
- El padre del príncipe, el príncipe Felipe, que fue príncipe consorte.
- Yo he llegado tarde o antes, pero usted se ha pasado.
- Pensaba en hace veinticinco años. Yo estaba en el Paseo de La Habana.
- Yo paseaba por la Castellana, por la Rambla de Cataluña, por el Coso, pero por La Habana, no.
- Pues yo sí. Yo paseaba por el paseo de La Habana cuando, de pronto, oí un llanto.
- ¿El llanto de un niño?
- ¡El llanto de un recién nacido!
- ¡Había nacido usted y se oía llorar y sufría!
- ¡Yo ya había llorado mi nacimiento veinte años antes!
- ¿Qué había nacido? ¡Dígame, que me tiene sobre ascuas!
- ¡Había nacido una televisión!
- ¡Madre, una televisión!
- ¡Televisión Española!
- ¡Usted se quiere quedar conmigo! ¡Cómo iba a nacer una televisión en mitad del paseo, cuando hoy todo el mundo nace en una clínica, hombre!
- Fue un nacimiento especial, en blanco y negro.
- ¡Calle, calle!
- Si callo no podré contarle nada.
- De eso hace veinticinco años. ¡Y yo he venido invitado a esas bodas de plata!
- Usted me preguntaba por la Be Be Ce.
- Bueno, me he confundido de letras. Ando mal en letras.
- ¿Tiene mala letra?
- Tengo muchas letras malas. De esas que quieren cobrar.
- Entre en nuestro número conmemorativo. ¡Y se va a olvidar de todo!
- Paso, paso. Buenos días.
- Buenas tardes.

 

 

Diálogos para besugos 6

Súper Mortadelo 109. Editorial Bruguera, 1981

(Transcrito por Pablo en el Foro de la TIA, 21/4/2004)

 

-¡Buenos días!
-¡Ojalá!
-¡Cómo ojalá! Usted tiene que contestar "buenas tardes", como todos los días.
-Será como todas las semanas.
-Bueno, que sea lo que sea, pero si empieza diciendo "ojalá"; en vez de "buenas tardes", ¿qué le contesto yo?
-¡Usted sabrá! Yo estoy aquí, usted viene y vendrá con algo, digo yo.
-¡Claro que vengo con algo! Suelo venir con zapatos, traje y gafas.
-¿Cómo gafas?
-Es que si vengo sin gafas, no vengo.
-¿Viaja usted en gafas?
-No, pero tampoco puedo viajar sin ellas. Como se dice, no veo torta.
-¡Plaf!
-¡Ayyy! ¿Por qué me pega?
-Para que vea torta. Pienso que debe sentirse muy triste sin ver torta, cuando todo el mundo ve torta.
-Pues yo en vez de torta, veo las estrellas.
-¡Plof!
-¡Ay!
-¿Ve tortas?
-Ahora no veo nada, ni tortas ni estrellas. Me ha dado en el ojo. ¡Oy, oy, oy!
-Se queja usted muy raro.
-Me quejo como me duele.
-A todo el mundo le duele en "ay".
-A mí me duele en "oy".
-¡Pataplof!
-¡Aj!
-A usted tampoco le duele en "ay". Le duele en "aj".
-No me duele en nada.
-¡Qué dolor más rarísimo!
-Lo que pasa es que tenía el cigarrillo en la boca y me lo he comido.
-¡Con lo malo que es el tabaco! Y dicen que no solo perjudica al que fuma, sino a quien está al lado.
-Va a perjudicarle el pitillo que me he tragado por su culpa, porque voy a darle dos tortas.
-Que sean con piñones y azúcar quemado, con guinda.
-Serán dos tortas de puño.
-De piña piñonera. Se dice de pinos piñoneros. Además, usted no puede dar tortas.
-¿Por qué?
-Fácil. El manzano, da manzanas; el peral, da peras; el tortalero, da tortas. ¿Usted es tortalero?
-No. Yo soy veterinario.
-Entonces no puede dar tortas, tiene que dar veterinos.
-¿Y de dónde saco yo veterinos?
-Es su problema. Buenas tardes.
-Buenos días.

 

 

Diálogos para besugos 7

Súper Mortadelo 117. Editorial Bruguera, 1981

(Transcrito por Pablo en el Foro de la TIA, 21/4/2004)

 

-Buenos días.
-Buenas tardes.
-¡Felices fiestas!
-¡Felices pascuas!
-¿Tienen ustedes turrones duros blandos?
-¡Cómo quiere que tengamos duros blandos, hombre de Dios!
-Bueno, no se ponga así.
-Me pongo como me da la gana.
-¡Pues, sí que tiene una gana extraña, oiga! Mire cómo me pongo yo.
-Pero usted es usted.
-Es que si yo fuera otro, ya no estaría aquí.
-¿Dónde estaría?
-¡Donde está el otro!
-Y, ¿dónde está el otro?
-En su sitio.
-En mi sitio estoy yo y no otro.
-Según como se mire.
-Aunque lo mire cabeza abajo, que es un modo de mirar al revés.
-Pues sin adoptar esa postura de antípoda, si se pone usted donde está el otro, donde está usted estará el otro.
-¿Y por qué tiene que estar otro donde estoy yo, si yo estoy donde está el otro? Puede quedarse mi sitio vacío.
-Puede.
-¿Qué puede?
-No, digo que puede puede.
-¡Puede usted mucho!
-Puedo lo mío. ¿Oiga y turrones blandos duros, tienen?
-Los turrones blandos que tengo son blandos. Si quiere turrones duros, tengo duros.
-Pues si tiene duros, póngame una docena, pero que sean nuevos, que son para coleccionar.
-¿Colecciona usted turrones?
-Colecciono duros. Soy numismático. ¿Usted no?
-No. Yo soy hipocondríaco.
-¿Y eso qué es?
-Un numismático de la enfermedad.
-Mi abuelo coleccionaba enfermedades. ¡Las pasó todas! ¡Menos la última!
-¿No la pasó?
-No. Le gustó tanto, que se quedó con ella.
-Así que no tiene usted abuelo.
-Ni abuelo, ni turrones duros blandos, ni turrones blandos duros.
-¡Que no tiene usted nada! ¡Lo siento!
-¡Y yo! ¡Felices fiestas!
-Felices tardes.

 

 

 

Diálogos para besugos 8

Súper Mortadelo 118. Editorial Bruguera, 1981

(Transcrito por Pablo en el Foro de la TIA, 21/4/2004)

 

-¡Buenos días!
-¡Buenas tardes!
-¡Hace un frío que pela!
-¡Es verdad! He dejado una manzana en la ventana y el frío la ha dejado monda y lironda.
-No me refiero a las mondas de las manzanas.
-Pues los melones no se pelan, se rajan.
-Digo que hace un frío de mil demonios.
-Añada: congelados; porque los demonios deben de estar bastante ardientes en su estado natural.
-¿Y cuál es su estado natural?
-¡Infernal!
-¡Pobre tía Felisa!
-¿Qué le pasa a su tía Felisa?
-¡Que siempre que no acierta una quiniela, se da a los demonios!
-Pues debe de estar cocidísima. ¿Y siempre se da a los demonios?
-A veces se da de bofetadas.
-Si que se tiene manía su tía.
-¿Usted no se da de bofetadas?
-¡Jamás!
-¿Qué se da usted?
-Masajes, después del afeitado.
-¿Y cuánto se enfada?
-Por mucho que me enfade, el pelo no se me afeita solo.
-Cuando se enfada, ¿no se da a los demonios?
-Cuando me enfado, me doy mil pesetas.
-¿Y en qué se las gasta?
-En nada. ¿Usted sabe lo poco que dura un billete de mil pesetas?
-Claro que lo sé. Dura mil pesetas.
-¡Es verdad! ¡Lo sabe!
-Es que una vez tuve un billete de mil pesetas.
-Los billetes de mil pesetas antes duraban mas.
-Claro. Mire, yo una vez tuve un billete de mil pesetas que me duró mil doscientas.
-¿Y cómo lo consiguió?
-Lo puse en el Banco a plazo fijo. Y años después, me dio mil doscientas pesetas.
-¡Vaya negocio!
-Malo, porque entonces mil pesetas valían solo quinientas. No somos nada.
-Mil pesetas son menos. Buenas tardes.
-Buenos días.

 

 

Diálogos para besugos 9

Mortadelo (segunda época) 196. Editorial Bruguera, 1984

(Transcrito por Pablo en el Foro de la TIA, 21/4/2004)

 

-Buenos días.
-Buenas tardes.
-¿Tienen ustedes sorpresas?
-Sí. ¿Quiere una?
-Sí.
-¡No tenemos sorpresas!
-¡Qué sorpresa! ¿Tiene más?
-Aquí sólo tenemos menos.
-¿Y cómo andan ustedes de por?
-No andamos de por, andamos de cabeza.
-Qué incomodidad, ¿no? Deben de tener la cabeza plana...
-Usamos turbante. ¿Usted, no?
-No, no. Yo sólo me turbo cuando hablo en público.
-Yo cuando hablo en público me quito el turbante. Me da un no se qué hablar cubierto...
-¿Y sale al exterior para hablar descubierto?
-Me quito el turbante...
-Yo me quito la chaqueta.
-¿Para hablar en público?
-Cuando hace calor.
-Ya. ¿Y cuando hace calor no usa turbante si habla en público?
-No, yo jamás he hablado en público...
-¿Les habla de uno en uno? ¡Madre mía! No llegará nunca a presidente.
-¿Hay que llegar a presidente? ¿Es obligatorio?
-Lo único obligatorio es Hacienda.
-¿Qué hacienda?
-No, qué hacienda, no; Hacienda.
-Esto sí que es una sorpresa.
-Pues ya verá cuando aumenten los impuestos...
-Que aumenten los impuestos nunca será una sorpresa... Los aumentan cada año...
-¡Es verdad! Sorpresa sería si los rebajaran.
-La peseta es la única que rebaja las cosas.
-¡Está de un flaquísimo, pobre peseta!
-Está a régimen.
-Hay regímenes fatales para la salud.
-Mi tía.
-¿Su tía es un régimen?
-Mi tía era gorda por parte de carnes y empezó un régimen.
-¿Cómo el de la peseta?
-Sí. Y está fatal, oiga. Anémica perdida.
-Encima de estar mal, está perdida. ¿Y dónde la perdió?
-¿La peseta?
-Su tía la gorda.
-No se ha perdido. Está en su casa... Perdió la salud.
-¡Qué descuidada! Mi tía lo único que pierde son las lentillas. Estamos todo el día descalzos caminando sin pisar, por no pisar la lentilla.
-¿Y por qué no se pone gafas?
-¿Por qué ha de ponerse gafas si ya ve bien con lentillas? ¿Usted usa gafas y lentillas a la vez?
-Las lentillas estofadas me las como...
-Pues no sabe usted lo ricas que están las gafas aliñadas con pimientos y puerros.
-No me gustan los puerros.
-¿Le gustan los muermos?
-Me gustan las sorpresas.
-Pues tengo una. Usted y yo no estamos aquí.
-Pues, ¿dónde estamos?
-Estamos en Buenos días.
-Buenas tardes.

 

 

Diálogos para besugos 10

Mortadelo (segunda época) 219. Editorial Bruguera, marzo 1985

 

- Buenos días.
- Buenas tardes.
- ¿Cómo están ustedes?
- ¿Ustedes... refiriéndose a mí?
- A usted.
- Pues somos unos ustedes muy solitarios.
- ¿Están ustedes solos?
- Ustedes no sé como estarán, yo, que soy usted, estoy más solo que un chorizo de Cantimpalo.
- Un momento, está usted equivocado.
- ¿Están acompañados los chorizos de Cantimpalo?
- No lo sé. Usted ha dicho textualmente: "Yo, que soy usted". Y sin ánimo de interferir en su ego, que yo sepa usted es usted, pero jamás será yo.
- ¡Cómo que yo jamás seré yo!
- Yo, refiriéndome a usted, será yo, siempre que usted sea yo; pero yo, refiriéndome a usted, que soy mí, jamás será yo.
- O sea que yo debo de ser mí si no soy usted a pesar de ser yo. Pues yo no entiendo esto de usted ni de mí.
- Uno es uno siempre.
- Ahora llegan los unos. O sea que aquí estamos yo, que soy yo, usted, mí, usted que soy yo desde usted, yo que es usted desde usted, mí que debe ser un vecino musical y ahora para acabar de resolver los problemas llegan los unos. ¡El completo, vamos!
- No llegan los unos.
- Pues sí no son los unos serán los otros.
- Ni los unos ni los otros.
- O sea que llegan unos pero no llega nadie. ¡Que llegada más solitaria! ¿Les estaba usted esperando?
- Yo no espero a nadie.
- ¿También vendrá Nadie? ¡Jo! No vamos a caber tanta gente.
- Nadie no llega.
- Menos mal. Uno menos.
- Oiga, ¿sabe que usted es un complicado?
- ¿Yo? ¿Complicado yo? ¡Me llama complicado a mí, él que es siete u ocho personas a la vez!
- ¿Dice usted él refiriéndose a mí?
- ¡Ya vuelven los Mis! He dicho él refiriéndome a usted.
- De modo que yo para usted soy él.
- Perdone. Usted, para mí es usted y a veces usted es él.
- ¿Qué es él?
- Usted.
- ¿Y mí? ¿Dónde me deja usted a mí?
- Mí... Mi puedo ser yo desde mí. Usted no puede ser mí, desde yo.
- ¿Desde que yo?
- Desde yo-yo.
- Oiga, deje los juegos ahora que estamos en una conversación muy seria. ¿A qué yo se refiere al decir yo-yo?
- Yo, soy yo. Usted es usted, pero como usted desde su yo es yo, y yo soy usted, para distinguirme de su yo me llamo yo-yo.
- ¿Usted se llama Yoyo? ¡Que divertido! Jamás conocí a nadie que se llamara Yoyo.
- ¡Dios! ¡Ya me ha bautizado de nuevo! Escuche, ¿usted sabe quién soy yo?
- Yoyo, ¿Yoyo Pérez, tal vez?
- Yo me llamo Agapito Martínez.
- Yo, no.
- ¿Usted no se llama Agapito Martínez?
- No, que va. Yo me llamo Fulgencio Pérez.
- ¿Usted no será pariente de Fulgencio Pérez?
- Mas que parientes, somos la misma persona.
- ¡Fulgencio, a mis brazos!
- ¿Me conoce?
- ¡Claro que le conozco! ¡Llevamos una hora hablando de de usted, de mí, de yo y de los unos! Cuente, cuente, ¿qué hace de mí?
- ¿Mí? ¿Mi a secas o Mi-mi?
- ¡Ha venido también Mimi! Ya estamos todos.
- Pues si están todos, me voy. Buenos días.
- Buenas tardes.

 

 

 

Diálogos para besugos 11

Mortadelo (segunda época) 221. Editorial Bruguera, marzo 1985

Transcrito por Juan Antonio Noé

 

-  Buenos dias.

Buenas tardes.

-  ¿Usted tiene un tío ministro?

¡Calle, calle! No grite, que le van a oír.

-  ¿Se avergüenza de tener un tío ministro?

Usted mismo. Va mi tío y dice por la tele: “No va a subir la gasolina”. Y la suben. Va y contesta a unos periodistas: “España entrará en el Mercado Común en enero de 1986”

-  Y no se lo cree nadie.

Esto es lo malo. Él sí se lo cree. ¿Qué he de pensar de mi tío?

-  Nada bueno. Oiga, ¿su tío no diría alguna vez que la peseta subiría?

Sí lo dijo. ¡Claro que lo dijo!

-  ¿Y por qué no se queda mudo?

Pues el otro día iba a decir que lo del paro se arreglaría y que habría ochocientos mil puestos de trabajo…

-  ¿Lo dijo?

Le pisó mi padre y se calló.

-  Menos mal. De lo contrario todo el país en el paro.

Si hubiera una vacuna contra las palabras…

-  ¿Cómo una vacuna?

Si temes pillar la gripe te vacunas… Así, vacunado contra los errores, cuando hablara acertaría… Que pasamos una vergüenza en casa cuando sabemos que va a hablar por la tele… Las amistades nos llaman y hacen apuestas para adivinar cuantas barbaridades va a decir.

-  Deben estar ustedes como tomates de colorados…

Pimientos morrones parecemos. “Los rojos”, nos llaman en el vecindario.

-  Pues su tío si posee esa facultad de equivocarse siempre y acertar, podría llegar a ser un héroe nacional.

¿Un héroe nacional? ¡Lo va a ser cuando le lapiden con tomates!

-  Lo malo que tiene su tío el ministro, es que cada vez que anuncia una cosa, ocurre lo contrario. ¿Es así?

Es así. Hasta dijo: “Este año la cosecha de verduras será la mejor del siglo”. Y fue el año de las heladas, ¡llevabamos treinta años sin helar tanto!! Habló y ¡ñaca! No quedó una verdura en el país.

-  Lo que debe de hacer su tío “El equivocado” es anunciar las cosas al revés de lo que él cree.

¿Cómo al revés? ¿Decir setamot en vez de tomates?

-  No, hombre, entonces parecería un crucigrama. Por ejemplo. Si cree que la gasolina no va a subir, debería anunciar que va a subir.

Y acertaría. La gasolina, como el teléfono y la luz, sube siempre. Si en vez de la peseta pagaramos con gasolina o recibos de luz y teléfono, el país sería el más rico.

-  Como su tío, el ministro, tiene esa visión tan clara del porvenir que cada vez que habla la pifia, si anunciara que la gasolina iba a subir, bajaría.

¿Usted cree?

-  Creo. Si vaticinara que España entraría en el Mercado Común con dificultades, todos los países se darían de bofetadas para que ingresáramos.

Creo que tiene usted razón.

-  ¡Claro que la tengo! Su tío es gafe. Si hablara al revés, seríamos el país más próspero del mundo occidental.

Si, pero ¿quién convence a un ministro de que está equivocado?

-  Es más dificil que un político diga la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.

Esto me suena a telefilme.

-  ¡La vida también es un telefilme!

Pero nunca acaba bien.

-  Acaba con el fin.

Buenos días.

-  Buenas tardes.

 

 

 

Un cuento

EL DESPISTADO
La visita que no tocó el grifo

Sacarino, núm. 71

(Transcrito por Pablo en el Foro de la TIA, 4/3/2004)

 

Estaba realizando una encuesta por pisos, para saber qué tipo de cepillo de dientes usa la gente. Personalmente, me importa un pito saber qué cepillo usa la gente, pero trabajaba en una agencia encuestadora y tenía que ir por las casas preguntando cosas raras. Pero mientras yo llamaba al sexto primera, el vecino estaba esperando al lampista.

Me abrió la puerta. Si no me abre la puerta no entro. Nunca he sido un fantasma. Y me abrió la puerta con cara de pocos amigos. Dos a lo sumo.

-¡Ya era hora de que viniera!- me espetó. Que es feísimo eso de espetar.
-¿Me estaba esperando?- pregunté perplejo y con las cuerdas esas.
-¡Hace ocho días que le llamé!- siguió espetándome.
-¿Me llamó? ¿A mí? ¡Pero si yo no sabía que iba a venir!
-¡Cómo se atreve a decirme esto!
-Si no le gusta le diré otra cosa.
-Hace ocho días les llamé poniendo el grito en el cielo.
-Por eso no le oí. Yo estaba en la tierra.
-Y esta mañana le dije a su jefe que era un felpudo.
-¿El jefe o yo?
-Yo.
-Ya. Llamó al jefe para decirle que usted era un felpudo.
-Le dije que él era un felpudo. Como comprenderá, yo no voy por ahí felpudeándome. Pase, pase.

Pasé, pisé esa barrita que ponen en el umbral de algunas puertas para que tropiece la gente imbécil y como yo debo serlo, tropecé y me fui de cabeza hacia el vecino. Quedamos abrazados como si fuéramos intimísimos amigos.

-Buenas- dije.

Después de un abrazo tan amigable no iba a decirle "Malas".

-¿No trae las herramientas?
-El bolígrafo...
-¿Cómo el bolígrafo? ¿Y el martillo, y la llave inglesa, y la estopa y ese tornillo que siempre se ha perdido?

Estaba alucinado. Yo.

-Oiga, yo nunca he perdido ningún tornillo. Siempre estuve en mi sano juicio.
-No sé como se las va a arreglar... como no hipnotice al grifo.

Le miré con los ojos fuera de las órbitas. De las órbitas de los ojos, no de la órbita solar...

-¿He de hipnotizar un grifo? ¿Por qué?
-Porque gotea.

Alucinado era poco. Estaba que no estaba. En mi sano juicio. Te juro que en casa cuando un grifo gotea no le hipnotizamos.

-¿Usted hipnotiza los grifos cuando gotean?- pregunté.
-Yo no. Usted.
-¿Yo?
-¡Usted!

Me gritó tanto y con tanta seguridad que pensé que quizás tuviera razón. Voy a tener que sentar plaza de hipnotizador de grifos caseros. ¡Dios mío! Cada vez estoy más loco.

-Pase a la cocina.
-Yo paso donde quiera. Pero antes quisiera...

Me miró tan mal que desquise. Si le llevas la contraria a ese tipo te muerde. Y encima se te come. ¡Qué cara de bulldog tenía! Oye, los bulldog tienen más cara de persona que él.

-Ocho días oyendo gotear a ese dichoso grifo- rezongaba camino de la cocina-. ¡Ocho días! Y me viene el lampista sin material. Nada. No hay profesionalidad.

-Lo que no hay es lampista- dije yo para mí, refiriéndome a mí que era yo. Porque yo una vez arreglé una puerta, le quité de las bisagras y la limé por abajo porque rozaba con el suelo. Hubo que tirarla porque quedó hecha una puertecilla para un ventanuco... Cualquiera le pregunta por el cepillo de dientes.

-Este es el grifo.

Era un grifo de cocina corriente. Con aquello arriba que lo giras y mana agua, lo giras para otro lado y deja de manar, pero éste, sin tocar nada, goteaba.

-¿Habrá que cortar el agua?-preguntó.
No, no la corte que sangraría- dije estúpido.

Ya me miraba mal, pero ahora me miró peor.

Yo contemplaba el grifo con suspense. Y como no tenía llave inglesa, ni francesa, ni española, traté de desenroscarlo con los dedos. ¡Dios mío! Dejé los dedos ahí. Despellejados.

-¿Qué?- indagó interesado por la salud de su grifo.
-Gotea- definí.
-Eso ya lo sé. Si en vez de gotear interpretara "El adiós a la vida" no llamaría al lampista habría llamado al director de la orquesta municipal.
-Como no tuviera dedos de hierro... No creo que desenroscara esto... Oiga, ¿no tendrá, por casualidad, una llave inglesa?
-No. Tengo la llave del piso.
-No creo que abra el grifo. Habrá que probar con los dientes.

Probé. Che chalió muy chal. Echtoy a chopitas.

Probó é. Tenía más dientes que yo. No es que los tuviera doscientos. Los tenía más fuertes. Oye, mordió la rosca del grifo como si fuera una chuleta.

-Crac crac crac crac.
-¡Se ha cargado la rosca!- pensé.

No. Se había cargado los dientes. Ya no fue necesario le preguntara qué cepillo de dientes usaba. Ya no usa. Echtá como cho. A chopitas.

 


 

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