Estudios sobre los personajes de las publicaciones Bruguera
Tres, eran tres... (Anacleto, Mortadelo y Sir Tim) Por Miguel Fernández Soto
La revolución gestada en el seno de la Editorial Bruguera en su paso de empresa familiar con métodos cuasi artesanales al de una gran factoría de tebeos con producción industrializada, lleva aparejada la creación o promoción de tres series de distinta índole, pero con el nexo en común de sus cualidades aventurero-detectivescas y de su notable éxito entre el público. Desde finales de la década de los sesenta del siglo pasado, y por distintos motivos, Anacleto, Mortadelo y Filemón y Sir Tim O`theo subirán al podio de las grandes estrellas de la editorial, y ésta, a su vez, procurará incrementar la producción para que todas las revistas importantes contengan historietas de sus iconos. Para ello se recurrirá por una parte a los ayudantes (entintadores), guionistas en algún caso y, por encima de todo, a un equipo de “negros” totalmente anónimo, si exceptuamos el guionista, la única firma que aparecía en los créditos.
Anacleto y la eclosión de Vázquez Tras más de 20 años creando personajes para Bruguera, las circunstancias se alían con la madurez del dibujante para producir historietas más largas y cercanas al canon franco-belga al que intentaba llegar Bruguera. Los Almanaques y otras revistas estacionales son ideales para que Vázquez experimente toda suerte de páginas especiales (coincidentes tangencialmente con la temática estacional del número pero siempre desde una óptica original y/o novedosa) pero sobre todo, para que pruebe a desarrollar sus personajes, viejos y nuevos, en historietas de 4, 6, 8 y hasta 12 páginas. Ali-Oli y La abuelita Paz, por ejemplo, disfrutan de este tratamiento en historietas puntuales, pero Anacleto será a partir de entonces el personaje más y mejor desarrollado en historietas más extensas que la pagina sencilla o doble a las que hasta entonces nos tenía acostumbrados.
Selección de viñetas de la serie Anacleto, de Vázquez
Pese a las opiniones vertidas por el autor, en ocasiones muy críticas con su propia obra, el cuidado en la realización de la saga de Anacleto pone las cosas en su sitio: Con Anacleto Vázquez experimenta con la narrativa, con el montaje de la página y la secuenciación de los gags, con un dibujo minucioso y preciosista en sus primeras aventuras, con su agilidad y desvergüenza características en el resto. Anacleto se convirtió en uno de los grandes reclamos de Super Pulgarcito ya desde la portada, y desde esa misma publicación compartió alojamiento con las otras dos series de nuestro tríptico.
El despegue de Mortadelo y Filemón Sin embargo Anacleto había nacido unos años antes, en 1965, como parodia de los superagentes del cine y la televisión que caracterizaron la primera mitad de la década. La reconversión de Mortadelo y Filemón a agentes de la T.I.A. está sin duda influida temáticamente por la moda de estos superagentes, y gráficamente por los héroes franco belgas (Benoît Brisefer, Gil Jourdan, Gaston Lagaffe) creados por Peyo, Tillieux y Franquin, respectivamente.
Algunos de los preciosistas dibujos de "El sulfato atómico", de Mortadelo y Filemón (1969)
Pero Anacleto parece haber sido determinante, tanto por la previa y tradicional asimilación del estilo vazquiano por Ibáñez, a la que ahora se añadiría una explotación paralela de los recursos humorísticos. Los hallazgos de Vázquez e Ibáñez se entrecruzan, los argumentos se solapan y la creatividad estalla en ambos casos. Si a Vázquez esta serie le devolvió el interés por experimentar y revalidaba nuevamente su talento nato, a Ibáñez le convirtió en el número uno, el artista estrella de la editorial.
La saga de Sir Tim O'Theo Sir Tim Completa este tríptico de personajes cómico-aventureros aderezados con tramas detectivescas o pseudodetectivescas. Cada uno en su estilo, los tres supieron captar el interés de los lectores y compartieron protagonismo en Mortadelo, Super Pulgarcito y otras publicaciones derivadas. Sir Tim nace en Gran Pulgarcito en las páginas de otro personaje, Campeonio, que pasó sin pena ni gloria entre el público lector. Jordi Bayona, redactor y más tarde director de varias revistas de la casa, vio que el personaje podía tener gancho y lo bautizó como Sir Tim O´theo. A partir de ahí, Raf crea una nueva cabecera protagonizada por el milord inglés que se incorpora a la altura del nº 23 del nuevo semanario Mortadelo (1970), en historietas de 2 páginas, pasando después a Super Pulgarcito , (1970), Super Mortadelo (1972) y Mortadelo especial (1975), con historietas autoconclusivas de 4,5,6,7 u 8 páginas (seriadas en los primeros tiempos de Gran Pulgarcito), mientras que su vida en la editorial se prolonga hasta 1985, cuando Raf junto a Ibáñez y otros autores deciden probar suerte en la nueva revista Guai! de Grijalbo, ante la inseguridad generada en Bruguera previa a su caída.
Momentos de Sir Tim O'Theo con parte de los numerosos secundarios de la serie
El discreto encanto de las series “cotidianas” de Raf, narradas en un marco normalmente reducido (un hospital, una pensión…) sube muchos enteros al trasladar la acción a un típico/tópico Village Inglés donde la figuración, ya exótica de por sí, se va enriqueciendo y ampliando con nuevos personajes (El sargento Blops y el agente Pitts, El burgomaestre, la tacañísima Lady Filstrup y su mayordomo fantasma, Huggins, el dueño de la taberna “Crazy Bird”…) La caracterización del pueblecito constituye uno de los puntos fuertes de la serie, las tramas se integran de tal manera en el village y sus costumbres que nos resultan de una naturalidad asombrosa, merced al tratamiento que les da su autor, con esa chispa de humor que parodia en ocasiones la flema británica, pero desde una óptica tan personal como española. Los diálogos resultan frescos y chispeantes, y la aventura y el suspense de los argumentos amplían las posibilidades de la historieta, que resulta muy entretenida y agradable de leer. En solitario o con su equipo, con guiones propios o ajenos (Ron Clark y Andreu Martín), Raf nos deleitó durante tres lustros con las aventuras de su mejor personaje.
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