¡Oh, el mundo gira!

 

 

DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 2
30-04-99
Estaba borracha
Según George Walden, un ex diputado conservador británico, Margaret Tatcher se dio a la bebida tras dejar el gobierno en 1990. Parece ser que hasta tal punto iba embriagada la señora, que no había manera de entablar una conversación coherente con ella. Y por los síntomas que demuestra en los últimos tiempos, la otrora "Dama de Hierro" no es hoy más que una dipsómana incoherente. Baste recordar las declaraciones que recogieron todos los medios informativos cuando visitó a su viejo amigo Augusto Pinochet: había que agradecer al genocida haber llevado la democracia a Chile. Pero lo que sólo parece una enferma disparatada que muge barbaridades "como vaca sin cencerro", es quizás algo más preocupante, algo que muchas personas se temieron desde que esta alcohólica llegó al poder: se trata de un ejemplar humano desquiciado. Y veamos por qué resulta tan preocupante. Desde los inicios de su mandato, Margaret Tatcher abanderó las políticas ultraliberales, defendiendo por encima del ser humano la macroeconomía, y estableciendo en la sociedad que gobernaba la ley del más fuerte, con la excusa de no intervenir desde el estado en las vidas de los ciudadanos. Consiguió con ello grandes éxitos de cifras, que llevaron a todos los demás partidos en el poder en Europa a aplicar políticas similares. Incluso los socialistas decidieron que ese era el camino. Evidentemente, esa "revolución conservadora", que  José María Aznar reivindicaba sonriente hasta hace unos meses, ya no está de moda.  El centro ejerce hoy de desagüe por donde deslizarse sin vergüenza. Pero la herencia de esta dama bebida ha dejado su huella: cuando Europa se estremece por la sustitución de las ideologías por los nacionalismos, alguien tendrá que recordarnos que la locura de una borracha de poder ha servido de modelo para sustituir a los comunismos moribundos.

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