¡Oh, el mundo gira!
DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 3
01-05-99
Un burdel
El pueblo natal de Mao Zedong, el líder de la revolución
china, ha mantenido abierto hasta nuestros días un hotel estatal, donde
se alojaban los miles de peregrinos que visitan el lugar para rendir culto
a su líder máximo. Este lugar emblemático del comunismo mundial ha sido
convertido recientemente en un burdel. Dicen los promotores de la idea
que así ofrecen un servicio más a los visitantes, y potencian el turismo
de la localidad. En otras palabras, el comunismo estatalista sustituido
por la mercadotecnia y la prostitución. Elijan. En nuestras avanzadas sociedades
probablemente no nos encontremos bajo esa espada de Damocles nunca, pero
quizás preparemos un currículum y estemos tentados de entregarlo a una
Empresa de Trabajo Temporal (sí, esas que se quedan con la mitad de tu
sueldo por la cara). Hace unos años, ese currículum servía para ganar un
sueldo entero, o ninguno. Hoy, para ganar medio sueldo, o ninguno. Vamos
avanzando. La experiencia del socialismo real se ha quedado en agua de
borrajas, y las democracias occidentales imponen su modelo en todo el mundo.
Mientras, en China, van aprendiendo de lo mejorcito de éstas, e inauguran
prostíbulos en los santuarios. Bien mirado, caminamos hacia la desinhibición
total; ni cultos ni leyes: amor libre y risas perpetuas. ¿Pero pensarán
lo mismo las prostitutas del antiguo hotel? ¿No será que el viejo fantasma
que recorría hace cien años Europa se siente cansado, y los buitres han
aprovechado para arrancarle el pellejo, apresarlo y prostituirlo? El siglo
gime de dolor, porque está naciendo de su seno un nuevo milenio, y se anuncia
sin valores, sin causas por las que luchar, y con los despojos de antiguos
pellejos aún repartidos por el Tercer Mundo. Países secos, sin leche para
dar de mamar a sus habitantes, porque los parásitos occidentales les han
chupado hasta la dignidad. Si Mao levantara la cabeza, entornaría más si
cabe sus achinados ojos del asco de ver el mundo con diarrea, a los intelectuales
bombardeando países a su antojo y a las masas de clase media lobotomizadas
por la televisión.
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