¡Oh, el mundo gira!

 

 

DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 7
05-05-99
Rectificar sería de sabios
Se difunde la noticia de que Mohammad Alí, antes Cassius Clay, ha decidido convertirse en actor "para combatir la violencia". Un curioso caso de profesional que da un vuelco a su biografía y confiere a la paradoja categoría de coherencia. Que el más famoso de los pesos pesados de todos los tiempos defienda la no violencia en una serie de televisión nos hace reflexionar y elaborar una somera lista de lo que podría ser el mundo profesional si todos siguieran el ejemplo del boxeador. Así, un torero bien podría estudiar veterinaria para dedicarse a proteger a los animales, un banquero se transformaría en filósofo para defender las tesis de Marx sobre la propiedad, un constructor viviría en una casa deshabitada, un futbolista usaría la cabeza, un humorista televisivo se quedaría en su casa y un dictador votaría a la oposición. Ejemplos todos de profesionales que normalmente no dan su brazo a torcer, y militan en lo suyo de por vida. Porque los boxeadores quedan noqueados de tantos trompazos que reciben, pero los toreros nunca se retiran definitivamente, y los banqueros nunca dejan de robar, por muchos billones que acumulen. Los constructores siguen especulando, los futbolistas usando los pies, los humoristas televisivos torturándonos, y los dictadores lo son hasta la muerte. Por eso, los registradores de la propiedad, los corredores de seguros, los notarios, los procuradores, los filatélicos, los numismáticos, los militares, los papas, seguirán molestando al ciudadano de a pie como los presidentes de consejos de administración, los sacerdotes, los proxenetas, los traficantes, los intermediarios o los cantantes melódicos. Menos mal que nos quedan los grandes comunicadores con carisma, los policías, los guardias civiles y los guardias jurados para defendernos de tamaños personajes. O quizás las sociedades deberían ir pensando en dejar las faldas de mamá, hacerse mayorcitas y desterrar de su seno a los parásitos, que no son los que no trabajan, sino los que trabajan para chuparnos la sangre (también la del cerebro).

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