¡Oh, el mundo gira!

 

 

DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 19
18-05-99
Dormir y/o soñar
Oniros, el sueño de las imágenes mentales, que cuando está furioso se transforma en pesadilla, y cuando está de broma nos sirve en bandeja la mejor de las aventuras; e Hipnos o Morfeo, el sueño del animal cansado, el que acompaña al oso durante todo el invierno, el que no visita apenas al anciano... Dormimos nuestras mentes racionales cuando nos aturdimos soñando en el porvenir venturoso. Soñamos pasados adulterados con tal de mantener dormidas nuestras conciencias. Y diversas experiencias creativas son fruto de los sueños, de la especie humana soñando, de la mente volando hacia ninguna parte: cuadros por encima de la realidad, films cuya ficción nos hiere la vigilia, músicas perezosas... Los bostezos son volutas invisibles del espíritu. La sordera es un bostezo permanente. Los pies hormiguean tanto que se duermen las piernas. Hasta la ingle se duerme cuando llega el crepúsculo. La siesta, compañera inseparable del noctámbulo, es el recambio indispensable del sopor con que acuna la televisión nocturna a los trabajadores matutinos. Qué reparador, el sueño que arregla los cuerpos hastiados de ser explotados. Y cómo sueñan en colores los hombres condenados a trabajos forzados. Con ascensores de subida y bajada, con mariposas desnudas y sangre que llama, maldita sangre que llama aporreando la puerta entreabierta. Sueño que no recuerdas, tras el desmayo que te produjo la decepción de ver tu sueño incumplido. Alucinación que te crea el fármaco que consumes para soñar dormido, como otros lo toman para soñar despiertos... Sueño de deseo, deseo de sueño, atracción que te produce la ausencia que sueñas cuando aún es sólo un buen sueño. Tiempo al tiempo, pronto será un mal sueño. Pero mientras, echemos una cabezadita. Porque, como decían unos chicos del Norte, no hay nada como mi almohada.
 

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