¡Oh, el mundo gira!

 

 

DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 33
10-06-99
Noé, Fofó y Superlópez
Hace un tiempo, cuando las gallinas volaban bastante más alto y los niños gritaban en su propio idioma, los héroes de infancia se basaban en la Biblia. Así, las poblaciones sin problemas de crecimiento demográfico se nutrían de púberes que soñaban con meter parejas de todos los animales en su arca para salvarlos del final de los tiempos (antes de adquirir la ideología que después habrían de abandonar al albur del final de las ideologías). Luego vino la televisión, las gallinas turulecas volaban a ras de suelo y el que cantaba sus hazañas murió dejando huérfana a toda una generación. Mario Conde o el Duque de Feria no pudieron sustituir ni a Noé ni a Fofó. Pero un reconocido ladrón de patentes, un empresario con todas las trampas de la ley, al que han ido expulsando de las multinacionales donde ha metido las narices, ha conseguido el milagro. Los niños pueden presumir de nuevo de tener un héroe a la antigua usanza. Se trata de Superlópez. No el personaje de cómic español que parodia a Supermán, aunque su apodo nos lo acerque al entrañable concepto de payaso que echábamos en falta. No el protagonista de algún pasaje bíblico que esperábamos, para sembrar de mensaje redentor el corazón de los escolares. Pero al inventor del "señor obrero" y "señor cliente", la hipocresía pura llevada al lenguaje, se le ha ocurrido ahora montar su propia empresa de automóviles. Y empezando por el nombre genérico, Loar, y siguiendo por el lugar donde dice que los va a vender (una cadena famosa por la adscripción de su cúpula a la de la Obra de Dios) ya podemos ir viendo por dónde va. La confirmación nos la da el ingenioso conjunto de nombres que va a dar a los vehículos: todos ellos de advocaciones de la Virgen. Begoña, Carmen, Pilar, etc. Superlópez, lleno eres de gracia.

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