¡Oh, el mundo gira!

 

 

DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 36
14-06-99
El test del café
Circulan por los bares de los barrios de las ciudades de los países (de los avanzados) unos tests que, entre la superchería y el juego inocente, desvelan la personalidad de los que los responden. Una serie de preguntas a responder, que según unas normas previas que sólo conoce el entrevistador, definen detalladamente al que se somete al interrogatorio. Al final, lo más trascendente. Se habla de la muerte. Se llega a afirmar con qué actitud encarará el tema el entrevistado. Pero antes, aparece la eterna pareja artística de Tánatos: Eros. Y la pregunta sobre el sexo se hace con el sencillo sistema de interrogar a la persona a definir, por su relación con el café. Y si no te gusta el café, no te gusta el sexo, y si te gusta el café te gusta el sexo, y si te entusiasma el café eres un obseso. Cuando se revela tal simplificación resulta ser acogida con entusiasmo, sobre todo entre los amantes del café. Y cabe preguntarse cuál es la causa de este éxito fulgurante. Primero se puede recurrir a los lugares de donde procede esta semilla: los trópicos. Allí es proverbial la alegría con que se dedica al sexo la población, empujada por las altas temperaturas. Asimismo, ese aroma penetrante del café puede traernos referencias de olores excitantes. La propia cafeína, que provoca la prolongación de la vigilia, le confiere el cariz de afrodisíaco, aunque sea sólo por el evidente carácter práctico del efecto contrario al somnífero para practicar la gimnasia del ayuntamiento. Pero si los creadores de estos insulsos entretenimientos hubieran tenido un poco más de tiempo, podrían haber confeccionado una lista con las casi infinitas variantes que ofrece el café en cualquier establecimiento: solo, largo, americano, cortado, con leche, con mayor o menor cantidad de café o de leche, con más alta o más baja temperatura de cualquiera de los dos componentes, acompañado o no de una variada cantidad de licores, en uno u otro recipiente, e incluso con un tipo u otro (y diversas cantidades) de edulcorantes. Entonces quizás se habrían acercado al sinfín de modos de manifestarse que tiene el bendito sexo, ese excelente motor del universo. Aunque más recomendable resultaría dedicarse a ponerlos en práctica...

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