¡Oh, el mundo gira!

 

 

DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 43
23-06-99
Excrementos e incrementos
Crementos era un prelado de Bizancio cuya fama se debe a la definición del objeto. Hasta su tiempo, las entidades se dividían en animadas e inanimadas, en informes y uniformes. Pero a partir de Crementos, lo existente se subdivide en objeto y sujeto. El objeto es el gran hallazgo de la civilización europea oriental. Y a partir de este descubrimiento, empieza la historia de la movilidad del llamado crementos. Cuando un objeto cualquiera (crementos) es ingerido por un sujeto dado, el primero pasa, antes o después, a convertirse en excrementos. Y cuando se producen acumulaciones de crementos (transformados o no en excrementos), se dice que estamos ante un fenómeno de incrementos. Quizás lo farragoso de estas nociones básicas sobre el objeto, hace necesaria una ejemplificación. El hombre civilizado ha tenido, desde el neolítico, la necesidad de revolcarse por la hierba al menos una vez en la vida. Es la vuelta a sus orígenes. En las sociedades avanzadas occidentales, esta necesidad se ve suplida mediante los jardines de los parques y plazas. Pero hete aquí que el revolcón es cada vez más peligroso: los excrementos de nuestros queridos cánidos proliferan por doquier. Algún concejal concienciado ha dado ya con la solución a este problema: al igual que se dedicaron jardines cerrados con el objeto de que defecasen los irracionales, debería ahora probarse a cerrar un jardín por parque, para que los racionales nos revolcáramos sin miedo a suciedades e infecciones. Apoyamos esta iniciativa, sin dudar de que servirá para que las reducidas tasas de natalidad de los países avanzados experimenten fuertes incrementos.

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