¡Oh, el mundo gira!

 

 

DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 45
25-06-99
La momia
Es la maldición de la momia de Lenin. Sus entrañas se revuelven cuando oye que quieren enterrarlo por fin. Terso su cutis, rígido su sueño, dirige los cerebros huérfanos de los que se dicen comunistas rusos. Y les provoca monstruos, les hace decir (citas texuales): "Apelamos a los rusos a que estén dispuestos a defender las sacrosantas reliquias del pueblo". La religión es el opio del pueblo, y las reliquias son la gastronomía de las religiones. Desenterrando momias egipcias se provocan terribles tragedias; enterrando reliquias sacrosantas, se generan manifiestos surrealistas. Y sigue el comunicado: "Impidamos una provocación preparada por los vándalos y los aventureros del siglo XXI". Cambiar de milenio supone dejar atrás el paraíso potencial. Dejar que nuestros pies traspasen el umbral de nuestro sórdido siglo al futuro, supone soltar el lastre del comunismo corrupto, del muerto incorrupto. Dicen que la fórmula magistral que conserva intacta la momia de Lenin se mantiene en absoluto secreto. Un paralelismo sin precedentes entre el antiguo Imperio Soviético y el pertinaz Imperio Estadounidense, con su fórmula secreta de la Coca-Cola. (Quizás la apresurada noticia del inhumamiento se debe a que Yeltsin se proveía de Bélgica para mantener fresco al fiambre). En Leningrado, actual San Petersburgo, espera un hueco en el mausoleo de la familia Ulianovich. Si se rellena, varios cientos de rusos saldrán a la calle a protestar. Sin comida, ahogados por la mafia, presididos por un enfermo chiflado, y ahora sin su momia. Alguien tendrá que inventar otra palabra que sustituya a comunismo, para que el siglo que viene todavía tenga definición la lucha por una sociedad más justa, olvidadas ya momias, sagradas formas y refrescos imperiales.
 

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