¡Oh, el mundo gira!
DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 52
02-07-99
Genocida comulgante
Comulgaba y comulgaba, siempre estaba comulgando.
Cuando los perros rabiosos de la DINA, su policía política, ejecutaban
y torturaban, él comulgaba y comulgaba. Esos verdugos atendían sólo órdenes
directas suyas. Entre comunión y comunión, escamoteaba entierros, haciendo
desaparecer a los opositores y a sus familias. Entre comunión y comunión,
desde su golpe de estado preparado por la CIA, desde el asesinato del presidente
del pueblo, iba eliminando al pueblo del presidente. Años después del infierno,
el gran dictador reconocía la muerte de 244 civiles durante su mandato.
Hoy, el presidente de los Estados Unidos ha ordenado desclasificar miles
de papeles secretos de la CIA sobre el período sangriento: al menos son
10.000 los muertos documentados. Y eso que el grueso de los párrafos está
en negro, como ese pasado de Chile: la mayor parte de los textos sacados
a la luz están tachados para ocultar el papel de los USA en la barbarie.
Pero no estamos hablando sólo de Chile, claro. En el año 1978, al genocida
comulgante se le ocurrió la brillante idea de coordinar los crímenes entre
los tiranos fascistas del cono sur: la llamada Operación Cóndor unió las
voluntades aniquiladoras de los megalómanos que habían usurpado el poder
en Sudamérica con la inestimable ayuda del Norte. Chile, Argentina, Uruguay,
Paraguay, Bolivia, Brasil y Ecuador eran un rosario de sangre y terror
contra los defensores de la libertad. Todo esto es lo que, según un libro
de reciente publicación, querían defender los fiscales conservadores españoles,
telefoneando amenazantes al juez que instruye en España el caso contra
el senador vitalicio. Cómplices desde su ideología cenagosa del nefasto
paso por el siglo XX del amigo íntimo de Margaret Tatcher, ese anciano
para el que ahora pide un gesto humanitario un tal José María Aznar.
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