¡Oh, el mundo gira!

 

 

DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 67
17-07-99
Y lo que veremos...
Hasta ahora, los avances en el mundo de la informática habían sido simplemente de equipamiento. La misma máquina que servía para escribir, para dibujar o para calcular, iba incorporando nuevos métodos que la iban ¿simplificando? o nuevos artilugios que la iban haciendo más ¿manejable? Otro de los grandes logros de las modernas computadoras (máquinas para contar) u ordenadores (máquinas para ordenar, en su doble sentido de organizar datos y de dar órdenes) ha sido el de la velocidad, cada vez supuestamente más rápida, aunque los usuarios domésticos no lo noten demasiado, porque los programas se van haciendo más y más mastodónticos, en progresión paralela a la de los megahercios de los procesadores. Por fin, la evolución está también unida a la capacidad de almacenamiento. Sólo que antes almacenábamos texto, después gráficos, ahora imágenes en movimiento y mañana... ¿Hologramas en tiempo real de países enteros conteniendo todos los datos de sus habitantes, incluidos sus pensamientos en tiempo real? No lo sabemos. Lo que está claro es que el mismo precio de hace cuatro años es el que le cuesta hoy a una familia comprarle un ordenador a su hijo. E igual le costará dentro de otros cuatro años. ¿Por qué? Hay varias razones: márgenes escandalosos en toda la cadena de producción y venta, estrategias comerciales basadas en salarios medios, o la ya nombrada incorporación sucesiva de periféricos y equipamiento, junto al abaratamiento de las piezas por sobreexplotación en Asia subcontinental. Pero una noticia asombrosa llega desde la Universidad de California: una molécula, llamada Rotaxane, ha sido creada para sustituir a los circuitos integrados de los microchips. La prestigiosa revista Science publicaba ayer el logro, añadiendo los siguientes datos (agárrense donde puedan): las computadoras serán tan pequeñas como un grano de sal y funcionarán cien mil millones de veces más rápidas. Si esto está ya descubierto y publicado, antes de concluir el siglo XX, los próximos años se prometen interesantes. Mientras tanto, conectaremos a las autopistas de la información a velocidad de cuádriga, que si no es demasiado presentable, sí nos sirve para realizar mientras tanto didácticas actividades paralelas, como el macramé, el encaje de bolillos o la pesca submarina.

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