¡Oh, el mundo gira!
DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 77
26-07-99
El tren se muere
Existe en España una sociedad todavía estatal, llama
Red Nacional de Ferrocarriles. Desde hace unos años, y siguiendo la máxima
inhumana de que las empresas públicas sirven para ganar dinero, las que
no ganan dinero hay que reformarlas, y las que ganan hay que venderlas,
la RENFE va desmantelando sus infraestructuras y dejando sin tren a las
poblaciones pequeñas. Y cuando consigan un saldo positivo, venderán todo,
como hicieron con Telefónica, están haciendo con la red estatal de Autobuses
o harán con Iberia. El beneficio social de tener el territorio vertebrado
con unas buenas comunicaciones férreas es algo que les trae al fresco.
Les da igual, como les damos igual los viajeros a esos tahúres que viajan
en coche oficial o en avión privado. Hundiendo más aún el dedo en la herida,
el actual presidente de los trenes españoles ha manifestado que el ciudadano
tiene derecho a viajar, sí, pero que no necesariamente debe hacerlo en
tren. Qué majo, el andoba. Es como si el dependiente de la pescadería nos
recomendara comer carne. Se les ve el plumero en cuanto abren la boca.
El caballero defiende los trenes ultrarrápidos y cuando se le habla de
que tendrán que parar a mitad de trayecto, para no convertir a España en
un desierto, contesta que sí, que alguno parará, si hay demanda suficiente.
Y añade: "No nos parecería serio tirarlos por la ventanilla, en marcha".
Quizás estas bromas llenen de regocijo a los simpatizantes de los partidos
neonazis, pero probablemente el futuro del tren, ese medio de comunicación
relajante y cómodo, se debata entre la muerte por inanición o la puesta
en práctica de tirar por la ventanilla a sus graciosos dirigentes.
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