¡Oh, el mundo gira!

 

 

DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 81
29-07-99
La tristeza o el recreo del otro
Hay diversas formas de tristeza, de sentirse mal una persona. La melancolía es una de ellas. Es ese estado general de ánimo de proyecto de vida frustrado, que hace que pasen los días como si caminaras sobre ellos de puntillas, sin sentir el frescor del agua de la última ola, o la punzante insistencia de la gravilla. Sin llegar a depresión, la melancolía envuelve al individuo y lo transporta a otra dimensión, casi la misma que la cotidiana, pero un poco más gris. Quien padece este mal se presenta borroso ante los demás, descolorido. Otra tristeza endémica es la de quien siente permanentemente que todo le sale mal. Intenta comportarse siempre de la mejor manera posible, pero los acontecimientos le golpean insistentemente sólo a él. Este tipo de personas, cuyos males nacen de su propia actitud ante la vida, son los pesimistas. Un pesimista especializado puede llegar a acumular una biografía de tragedias espeluznante. Los poco avisados le considerarán gafe, y doña superstición hará su aparición estelar, como siempre que doña ignorancia le deja bien abonado el terreno. Las pequeñas tristezas de la vida, que vienen y se van, son consideradas por muchos el contrapunto necesario para equilibrar las pequeñas alegrías. Si bien es cierto que los fenómenos naturales tienden a dejar las cosas en equilibrio inestable, no lo es menos que trasladar esta máxima a los estados de ánimo sólo es una herencia del sentimiento de culpabilidad en que se basan algunas religiones ancestrales. Pero no nos pongamos tristes: desde el abatimiento fugaz hasta la desesperación absoluta, los estados negativos de ánimo han actuado de musas a lo largo de la Historia. Baste recordar el blues o a Van Gogh. Y las grandes obras maestras son fruto de mentes alteradas, así que disfrutemos con ellas los admiradores de los genios. Aunque no deja de ser triste que la felicidad y la alegría sean tan poco hacendosas, y que el recreo del otro sea fruto de la desdicha de uno. En el arte y en la actual sociedad de clases.

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