¡Oh, el mundo gira!
DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 99
09-11-99
Los geranios y el pulgón
Soy como el romero: florezco cuando llega la primavera.
Entonces me dan ganas de comprar plantas. En mi pueblo hace un extraño
calor y las hortensias no aguantan. Conclusión antaño definitiva: los geranios
son perfectos para los climas extremos. Pero desde hace dos o tres años,
una plaga de mariposa africana marrón deja sus larvas en la tierra de las
macetas. En el tronco del geranio sale un agujero negro, como si lo hubieran
quemado, con glotones gusanetes mordisqueadores dentro. No tiene nada que
ver, pero mi vecina llama a la plaga "el pulgón". Ni una flor en todo el
verano. Las hojas se caen y se queda toda la planta tísica. ¡Hay que tirarlo
entero, con la tierra! Y quemarlo antes, para que no se reproduzcan las
mariposas. Menos mal que los dondiegos se apañan solos. Tiras el geranio
y te compras un dondiego. Dan flores, como campanillas rojas y amarillas,
con un olor extraordinario. Son lo más sufrido de este mundo. Por ejemplo,
los tienes tres semanas sin regar, todos secos; llegas, les echas unas
gotas de agua y reverdecen al instante. Se hacen altísimos, y quedan muy
vistosos, casi demasiado. Ahora, lo peor es lo que me pasó con la dama
de noche. Se trata de un arbusto con florecitas que salen, claro, por la
noche, y huelen muy bien. Y si tienes una casa con terraza, y fumas allí,
pues vienen fenomenal. El caso es que no sé si le eché mucha agua, porque
se supone que debía dar flores todo el verano, y sólo le salieron unas
pocas, escuchimizadas, en octubre. Y es que yo con las plantas no sé qué
hago, porque planta que cae en mi poder, planta que se va al garete. Unas
veces el pulgón, otras el dondiego, que crece excesivamente y lo podo demasiado,
otras la dama de noche, que se ahoga la pobre, y no digamos la planta nuclear
secreta en las afueras de Londres: también se me fue de las manos el otro
día, y conseguí frenar la noticia in extremis, a punto de ser difundida
por los informativos de todo el mundo. Menos mal que aunque las plantas
no son mi fuerte, al menos el control de la opinión está asegurado. Y las
centrales nucleares secretas, secretas son. Con pulgón o sin pulgón.
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