¡Oh, el mundo gira!
Número 113
15-12-99
El cohete heterodoxo
Misión: llegar a Marte. Si el hombre llegó a la Luna,
diosa blanca maternal y soñadora, era obligatorio poder vencer a Marte,
guerrero rojo como el fuego, militar de la injusta violencia. Además, estaba
lo de los marcianos. Había que pisar el suelo de nuestro planeta más cercano,
para demostrar a la Humanidad que no somos una especie en peligro de extinción
por mor de la invasión alienígena: mandamos nosotros en el sistema (solar)
porque sólo estamos nosotros. Y antes de coger el artefacto de turno y
ser impulsados hasta allí para hacernos la foto, había que enviar unas
cuantas naves que investigaran. La última, la anterior al viaje tripulado,
tenía que informar de los últimos detalles, de los días de descanso, de
las excursiones optativas, del régimen de alojamiento. Pero toma ya corte
de mangas: se descacharra en el último momento, y perdemos el contacto
con ella. Veinte mil millones de pesetas a la basura espacial. -Juanito,
cómete los sanjacobos, que hay kosovares que se mueren de hambre. -No quiero,
que les alojen en bungalows de roble y les den angulas, con los millones
que tiran al espacio. Los señores controladores aéreos de la cosa interplanetaria
ríen ante las cámaras, pidiendo con chuscos carteles al cohete heterodoxo
que vuelva a casa, que le esperan con los brazos abiertos. Y el amasijo
de metales con lucecitas, la ensalada de chips, vuela a la deriva con un
destino incógnito. Acaba de estrenarse a nivel mundial el primer cortometraje
de animación de Supermaño: "Supermaño en la feria". Lo ha dirigido Carlos
Faemino. En él su creador, Alberto Calvo, ha sabido profetizar el caso
del armatoste volador, desentrañando el misterio de la desconexión antes
de que se produjese. Mientras corren a verlo, reflexionen sobre las galaxias,
sus miles de millones de planetas, y la vanidad de algunos hombres intentando
hacernos creer al resto que sus estúpidas misiones espaciales son algo
más que falta de vergüenza. Cómo reiría Dios.
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MELGUENCIO