¡Oh, el mundo gira!

 

 

DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 128
14-1-2000
Con bicho dentro
Se trata de empresas de rapiña que ponen anuncios en los periódicos. El texto dice: "Compramos edificios -con o sin inquilinos-". Les da igual si hay gente. La Declaración Universal de los Derechos Humanos es su papel higiénico preferido. Son los especuladores inmobiliarios. Adquieren bienes inmuebles para derribarlos (con o sin inquilinos), pero no con la piqueta, sino abriendo los grifos del último piso. El agua se filtra por las viejas estructuras y en pocos meses consiguen licencia de derribo. Desahucian a los ocupantes, y se liberan de los cascotes mediante sus filiales ilegales del transporte. Algo de tiempo más acumulando detritus y ratas, y el solar está a punto de caramelo. A construir apartamentos de 30 metros cuadrados. Y a venderlos, con las calidades mínimas, a precio de pisos de cinco habitaciones. Alguno de los antiguos arrendatarios pasa por allí y mira hacia arriba. Ve en el lugar de su antigua ventana una ridícula claraboya, y asomada a ella una joven triste, con rictus de presa. No puede respirar porque no tiene metros cúbicos, porque no tiene dinero, sólo tiene estilo de vida, y el transeúnte, con sus harapos y su carrito, le saluda como si se saludase a sí mismo. Y el centro de las ciudades se llena de caries, porque los alcaldes y los concejales y los funcionarios aumentan sus cuentas corrientes con porcentajes suculentos de las promociones de viviendas, mientras los planes de ordenación urbanística ocupan archivos municipales como el anciano cuyo cuerpo es vendido junto a la casa donde vive desde niño: espacio sin importancia. Manzanas de viviendas con bicho dentro. Se fumiga y punto.
 

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