¡Oh, el mundo gira!
DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 129
14-1-2000
Pornografía
Condenada por todos los ciudadanos de pro, la pornografía.
Por los cavernícolas que ven perniciosa su influencia, al pervertir las
sanas costumbres (madrugar, obedecer o subcontratar). Por los progresistas
de postín, que sentencian que no se puede mercadear con el cuerpo de la
gente como si fueran ganado, sin pararse a pensar si el ganado preferiría
que lo fotografiasen desnudo antes que sacrificarlo. Pornografía que muestra
humanos sin ropa, en actitudes amorosas. Exhibición de las carnes de muchas
mujeres y algunos hombres para excitar a quien la paga. Negocio multimillonario,
porque atiende una necesidad social, debería ser de libre acceso y gratuito,
proporcionado por el estado, que somos todos y todas. Pornografía, cuántos
momentos de felicidad efímera, como todas las felicidades, has regalado
a los feos, a los presos, a los minusválidos... a los marginados. Los que
la consideran una lacra social son la verdadera lacra. Aunque todo es cuestión
de lenguaje, como siempre, porque... ¿No será la verdadera pornografía
que exista una Organización de Naciones Unidas y permanezca de brazos cruzados
ante la situación de las mujeres en Afganistán? ¿No serán los Talibanes,
esos barbudos indecentes, la auténtica obscenidad? Veamos: el gobierno
de Afganistán ha declarado la guerra contra las mujeres. Si alguna muestra
una mínima parte de su cuerpo en público, es apaleada hasta la muerte.
Y las que no son asesinadas son confinadas en sus casas, retiradas de sus
antiguas profesiones. Desde 1996 hasta hoy, las mujeres afganas viven en
una situación límite, con índices alarmantes de depresión y suicidios.
Algunas, locas, deambulan por las calles. Mujeres que antes eran educadoras
o médicos o sencillamente estaban acostumbradas a libertades básicas, están
siendo severamente restringidas y tratadas inhumanamente en nombre del
fundamentalismo islámico de derechas. La pornografía gira alrededor del
placer. La tortura, el secuestro y el asesinato de estado son asaltos a
mano armada a las conciencias de todos. Distingamos el poder de lo erótico
de la erótica del poder, y vivamos un sexo sano y variado. Contra la talibanización
general, hagamos el amor, real o virtual, y no la guerra, como estos auténticos
depravados, que libran una cruel batalla contra el sexo desfavorecido.
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