¡Oh, el mundo gira!
DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 131
2-2-2000
Un fantasma recorre Europa
En noviembre de 1847 se redactó un texto que comenzaba
con el título de este comentario. Era el Manifiesto Comunista, y sus autores,
Marx y Engels, se referían al ascenso imparable de sus teorías, que propugnaban
la progresiva desaparición de las desigualdades entre los seres humanos.
Paralelamente, y marcando las páginas más tristes del siglo XX, ideologías
como el nazismo, recambio de las que sustentaban los antiguos regímenes,
provocaban el terror entre la población, ayudando a crear el infame axioma
de que sin política no habría masacres. Inopinadamente, hoy que el comunismo
ha muerto, y con él supuestamente las demás ideologías, surgen fuertes
del funesto agujero donde reponían fuerzas los nacionalismos asesinos,
las águilas fascistas, los expertos en limpiezas étnicas. Enterrada toda
idea de igualdad, convencidos los ciudadanos de que desear mejorar es perder
el tiempo soñando quimeras, los colmillos del Holocausto asoman de nuevo
en el corazón de la Europa de las heridas sin cerrar. La aristócrata Austria
rompe el fuego. Hoy que un escalofrío recorre las espaldas de todos los
que sabemos que la Historia se repite, reivindiquemos al menos la existencia
del antifascismo. Si con toda probabilidad la propiedad privada de los
bienes de producción seguirá estando en manos de los mismos de siempre,
que al menos la posibilidad de provocar millones de torturas y muertes
desde el poder absoluto quede diluida en tan sólo el susto de un partido
xenófobo que entra por poco tiempo en un gobierno ultra. Derrotados todos
los ideales, luchemos pues al menos para que nadie nos aplique electrodos
para provocarnos el dolor hasta el límite, sólo porque pertenecemos a otra
clase social que la que maneja nuestros destinos. En esta escalada de terrorismos
de estado, empezando por controlar las conciencias ciudadanas (fascismo
Berlusconi), continuando por la siembra de la mediocridad parasitaria (fascismo
Aznar), y llegando hoy a mostrarse en toda su evidencia nazi (fascismo
Heider), entre todos deberemos poner el freno, bajarnos del carro, y dejar
que se queden dentro los energúmenos para ver si se despeñan de una sacrosanta
vez contra el barranco de sus propias miserias desmesuradas.
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