¡Oh, el mundo gira!
9-2-2000
El Ejido, tierra
sin pan
¿Y si el subnormal no andaluz hubiera
sido un perro andaluz? Cuando nos atacan los nazis por el norte (aún sólo nos
atacan los tímpanos) un grupo de criminales andaluces queman y apalean y
escupen su venganza propia de seres humanos y sólo de seres humanos, qué
lástima de especie, qué desperdicio de millones de neuronas, qué cantidad de
nacimientos que evitados serían igual, desde aquella mitológica Edad de Oro.
Años llevaban los intelectuales andaluces clamando contra la situación
rechinante de los olvidados, los moros en guetos, los moros trabajando en los
latifundios, los eternos latifundios de los eternos latifundistas, perdón por
lo de latifundistas, que llamar a las cosas por su nombre sangrante ya no es
costumbre en el siglo XXI. Y mientras hace unas décadas había comarcas españolas
en las que ni siquiera había pan, ahora las hay con algunos habitantes
encerrados sin pan en sus chabolas que temen asomar las narices tostadas porque
pueden arrancárselas. Y si no salen, les queman la casa, y la policía cumple
con su deber: proteger a los poderosos ante los débiles. Porque normalmente
actúan con contundencia, sí, y duelen sus golpes de porra en el costado y duele
su mera existencia como perros de presa del gobernador civil de turno. Pero en
esta ocasión han recibido órdenes expresas de no evitar los ataques de los
criminales que queman y apalean y escupen su venganza porque esta vez los
criminales son de los de su banda, de los blancos con Documento Nacional de
Identidad. El presidente del gobierno español, en su línea de declaraciones gloriosas,
ha reprochado a la oposición que utilice estos sucesos políticamente contra él.
¿Qué quería, que todos alabáramos su acertada actuación, que le ha colocado en
la evidencia de su inoperancia? Con su agudeza de estadista, como perpetrando
el ensayo de un crimen, tilda de exagerados a quienes vemos en los nazis una
amenaza, mientras alienta a sus bases nazis a seguir aplicando la ley del
talión multiplicada por mil. La minusvalía psíquica del asesino de la joven
andaluza sólo es equiparable a la de las hordas apaleadoras. La barbarie de las
hordas apaleadoras sólo es equiparable a la de quien minusvalora la barbarie
nazi. La penosa incompetencia de quien minusvalora la barbarie nazi sólo es
equiparable a la de los que le sostienen en el gobierno. Gentes con nombres y
apellidos que analizaremos en próximas entregas.