¡Oh, el mundo gira!
20-2-2000
El Museo de la
vergüenza
Zaragoza. Una Asociación de
Vecinos lanza una idea al Ayuntamiento: para revitalizar una zona degradada del
centro histórico, impulsar un Museo de la Historia de la Ciudad en el
emplazamiento de un cuartel abandonado. Antecedentes: durante la llamada Operación Cuarteles, en los
comienzos de los ochenta, por parte del equipo de gobierno socialista, se
enajenaron los solares militares en desuso de la capital del Ebro para su
conversión en zonas de uso público: parques, plazas, edificios sociales... La
idea fue pudriéndose a medida que pasaban los años y los corruptos por los
sillones, hasta llegar al actual gobierno conservador. Quedaron por el camino
algún jardincillo y muchos edificios de viviendas. En el caso del Cuartel de
San Agustín, parecía que la norma iba a ceder a favor de la excepción. Pero no.
Si durante veinte años el lugar había permanecido varado en el olvido, el único
motivo era que los constructores no le veían ningún atractivo especulativo.
Pero los cascos históricos van a ser en poco tiempo el nuevo refugio de los
ricos con estilo, y se huele dinero fresco. Así que un Museo, qué bonito. Pero
también vamos a derribar dos pabellones del antiguo cuartel para construir
viviendas, cómo no. Los defensores del Patrimonio Histórico no se han quedado
callados, y nos explican que el cuartel fue un antiguo convento, y su uso
militar sólo data de mediados del XIX. El lugar es de por sí un auténtico Museo
de la Historia de Zaragoza, como atestiguan los innumerables restos
arqueológicos. Villas romanas del siglo III, necrópolis musulmana, convento
franciscano del siglo XIII, agustino hasta el XIX, con pinturas del XVI,
claustro gótico, cripta barroca, vestigios de su asalto en la Guerra de la
Independencia, objeto de la Desamortización de Mendizábal, municipalización con
el nacimiento de los ayuntamientos democráticos, y objeto de rapiña urbanística
en el actual cambio de siglo. Tanto es así que la misma Asociación que ofreció
la idea al Ayuntamiento ha solicitado la paralización de las obras del Museo.
Porque aunque la barbarie cultural forme parte de la actual política, y por lo
tanto defina la penosa fase de la Historia de Zaragoza que atravesamos,
derribar parte de la fachada del pabellón de ingreso del convento, eliminar los
restos del claustro del XVI y demoler el muro entre éste y la iglesia, no
parece muy compatible con la preocupación por nuestro pasado que enseñorean
estos colosos del despropósito. No conformes con su hábil introducción del
ladrillo, pretenden arrasar también con la Historia. A ver qué viene después...