¡Oh, el mundo gira!

 


DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 141

26-3-2000

Los verdugos y el Sagrado Apostolado

La Ley de Presupuestos Generales del Estado para el año 2000 ha modificado el sistema de asignación tributaria a la Iglesia Católica. Desde que el 3 de enero de 1979 el Estado Español firmó con la Santa Sede el Acuerdo sobre Asuntos Económicos, comprometiéndose vergonzosamente a financiar los cuatro fines que la Iglesia Católica declara como prioritarios, se viene produciendo una conculcación continuada de los Derechos Humanos. Pero la gota que colma el vaso es esta última modificación. Vayamos por partes. Los cuatro pilares básicos de la acción perversa y nociva de la Iglesia son: El Culto, o sea perpetuar las celebraciones que alejan de la realidad (misas, bautizos, comuniones, bodas, funerales) a la gente sencilla; seguir sumergiendo en el formol de los ritos a los oprimidos para continuar ahogando sus gritos de dolor físico y moral. La Sustentación del Clero, versión moderna de los diezmos que entregaba el pueblo sumiso a quienes vivían y siguen haciéndolo, a costa del trabajo de sus feligreses. El Ejercicio de la Caridad, que como todo el mundo sabe es lo contrario de la justicia, la cataplasma que oculta el desequilibrio social, el parche de las conciencias individuales. Y el último despropósito es El Sagrado Apostolado, es decir, el proselitismo, el engaño, la propagación de la absurda creencia en crucificados con superpoderes o santos asexuados. Hasta ahora, la ancianita que olvidaba estampar la cruz en “Colaborar con la Iglesia Católica”, en su impreso de declaración de la renta, dedicaba parte de sus impuestos directamente a prevenir la violencia doméstica o promover la asistencia a reclusos (“Otros fines de interés social”). Hoy, si no marcas tu preferencia, se destina el importe asignado a “fines generales”. El cambio es evidente, y merece esta denuncia pública. Aunque ya sabemos que a la población votante, los propios afectados, les importa un rábano todo esto, y dan mayorías absolutas a sus propios verdugos. Lástima.

 

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