¡Oh, el mundo gira!

 


DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 143

17-4-2000

Benéficos beneficios económicos

No es más que un ejemplo, quizás no paradigmático, pero sí revelador. Son los números anuales de la mayor entidad bancaria de Aragón: Ibercaja. Nació en 1876, y en el ejercicio económico de 1999 ha obtenido 20.562 millones de pesetas de beneficios. De éstos, ha destinado a Obra Social 5.000 millones, y el resto, 15.562, a Reservas. Antes de estas cifras, ha tenido que pagar a sus 3.734 empleados sus respectivos salarios, invirtiendo en ello 27.456 millones, lo que significa que, como empresa pagadora, da de comer a miles de familias. Multitud de personas han podido disfrutar de las exposiciones, conciertos, proyecciones, conferencias o cursos que ha organizado, y gran cantidad de ancianos, enfermos, marginados o especies en peligro de extinción, han podido subsistir gracias a ella. Sin pararnos a desentrañar el extraño misterio que para un profano encierra el concepto de “Reservas”, quizás sí podamos dejar constancia de que tres cuartas partes del dinero ganado se destinan a esta partida, mientras que sólo la cuarta parte restante se gasta en los fines para los que fue creada la Institución. Por otro lado, dividiendo el gasto de personal entre el número de empleados, se obtiene una nómina media de 7.350.000 pesetas, que divididas en 14 mensualidades, dan un total de 525.000 pesetas al mes para cada uno. Teniendo en cuenta que el dinero que reciben quienes trabajan en las oficinas es alrededor de la tercera parte de esta cifra, hay un elevado número de altos cargos que se llevan la mayor parte del pastel “benéfico”. Pero no queda ahí la cosa, puesto que Ibercaja es un grupo de empresas, de las cuáles sólo la caja de ahorros es una “Institución de crédito de carácter benéfico-social”, mientras que el resto: Agencias de Fondos de Inversión, Inmobiliarias, etc., han obtenido un beneficio de 7.171 millones de pesetas, que no tienen que destinar a caridad alguna. A medida que pasa el tiempo, el número de personas que trabajan para Ibercaja aumenta sin cesar, pero la plantilla no crece. Esto se explica porque los nuevos contratos se hacen en empresas externas, la mayor parte de las veces propiedad de los mismos altos cargos que antes mencionábamos como devoradores de pasteles. En esas empresas, Obra Social incluida, los trabajadores no están protegidos por el Convenio Colectivo de las Cajas de Ahorros, por lo que cobran aún menos y no tienen derecho a préstamos a bajo interés o ayudas económicas por estudios o enfermedad. Menos aún a un horario regulado. Pero volviendo a Ibercaja, los empleados que quedan aún en nómina, pese a producir un beneficio (una vez remunerados) de 5.500.000 pesetas por cada uno, son obligados a trabajar sin cobrar, por las tardes, si quieren que su futuro no sea el estancamiento en el escalafón, y en muchos casos, el traslado continuo de una oficina a otra. Los clientes, que tienen depositados 2,5 billones de pesetas en ese lugar, protestan a veces por algunos cobros de comisiones abusivos. La respuesta del empleado de turno suele ser: “Esto es un negocio como cualquier otro, señora, y estamos aquí para ganar dinero”. Aunque realmente todavía no es así, las cifras que acabamos de reflejar (del Informe Público Anual de Ibercaja), se acercan cada vez más a la incesante demanda de una buena parte de la rapiña económica del país: que las cajas de ahorros se privaticen. Equiparadas completamente a los bancos, sus tropelías bucaneras se perpetrarían ya con todas las bendiciones.

 

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