¡Oh, el mundo gira!
DISCURS.O.S. por
Melguencio Melchavas
Número 151
8-7-2000
Asa rota, sesos mal cocinados...
(Biografía no autorizada de Melguencio Melchavas)
Una vez superada la ancestral propensión del ser humano en sus primeros meses a comportarse como una ameba, el niño Melguencio asumió -como todos sus prójimos- que la Religión era el asa donde agarrarse para caminar seguro por los caminos mal empedrados de la vida interior. Pero por variadas circunstancias (educación ultrarrepresiva en colegio protonazi, vida familiar de serie B...), al recién estrenado señor Melchavas se le truncó la natural tendencia absurda del ser humano a las creencias religiosas, y su sesera empezó a configurarse de un modo extraño. Antes incluso de llegar a la época adulta y sufrir una productiva simbiosis con las enmarañadas redes informáticas, el cerebro del nene empezó a adquirir una dimensión turbadora, aquilatada por la compañía de adolescentes igualmente revirados, especimenes minoritarios y ultralibertarios. Pero la aquiescencia de los turiferarios a la diferencia es ínfima. La espada y la pared son dos partes del mismo muro de bajezas morales, y la sociedad embebida de su vómito estulto aprisionó, exprimió y desecó el prometedor cerebelo del desconsolado muchacho. Su potencial personalidad específica se convirtió en agua de borrajas; el que iba a ser brillante cortador de cabezas corrompidas es hoy un mísero articulista sin ascendente social, sin harenes, escondido de todo y de todos. Es la ausencia de religión, el pecado mortal de la increencia, lo que lleva a los que atraviesan sedientos el camino de la pubertad para beber del colectivismo agrario y el reparto de los bienes de producción, hasta las entrañas mismas del abismo infernal: los demás. Y una vez producido el tremendo choque, los otros continúan su arrasador periplo, y el mequetrefe insubordinado se somete más que nadie. Aunque aún quedan algunos DiscurS.O.S...