Filmoteca de Zaragoza: cosecha del 81
II: Difusión y Exhibición
Es en 1930 cuando Bonifacio Fernández Aldana, reseñista cinematográfico en La voz de Aragón, funda el primer cineclub de Zaragoza, propuesta que se vio truncada por la llegada de la guerra. Pero el primer intento de fundar una filmoteca se da en 1974 con el Cineclub Saracosta y la Asamblea de cineastas aragoneses, aunque el Cineclub Pignatelli fue quien logró algunas sesiones como delegación de la Filmoteca Nacional. En 1981 el Ayuntamiento zaragozano crea el Patronato municipal de la Filmoteca de Zaragoza, incluido desde 1983 en el Patronato municipal de las Artes escénicas y de la Imagen. Tras mudarse de sus despachos en los bajos del número 3 de la calle Boterón, su director, desde los inicios de la empresa, Leandro Martínez, nos recibe en las oficinas del Palacio de los Morlanes en la Plaza de San Carlos, 4.
Siete de Aragón: Tú
estuviste entre los que promovieron la creación de la Filmoteca...
Leandro Martínez: A través de la Asamblea de Cultura de Zaragoza
se delegó en Enrique Carbó y en mí para que gestionásemos
en Madrid la creación de una filmoteca y fue Antonio Artero quien nos
puso en contacto con Luis García Berlanga, presidente de la Filmoteca
Nacional. Luego fuimos a la Diputación General de Aragón y a la
Diputación Provincial de Zaragoza y, en tercera instancia al Ayuntamiento
de Zaragoza. Así, en 1982 comenzamos las sesiones. Yo quería abrir
con un ciclo de Buñuel en México -que se vería un año
después para celebrar el primer aniversario-, pero me obligaron a comenzar
el 4 de febrero y lo hice con un ciclo de cine soviético de los años
treinta que tuvo una buena aceptación del público. Por cierto
que hay una anécdota: el cónsul de los E.E. U.U. en Barcelona
me envió una carta de protesta a cuyas atrocidades no contesté
y, con el apoyo del alcalde, Ramón Sáinz de Varanda, publicamos
con una serie de comentarios. Pero aquella polémica nos dio publicidad;
de hecho, ha sido la única vez que hemos aparecido en portada en El País,
el diario de mayor tirada ya entonces.
S.A.: Todas las demás filmotecas españolas dependen de entes autonómicos -la Nacional lo hace del Ministerio de Cultura-...
L.M.: Los contactos con la diputación
aragonesa fueron muy desagradables. En cualquier caso, el "no" fue
tan rotundo y definitivo como en la zaragozana. Pero en el Ayuntamiento, tanto
Jerónimo Blasco, concejal de extensión cultural, como el alcalde
nos entendieron.
Luego, cuando se convocaron las oposiciones a cubrir la plaza de director del
Departamento de Difusión y Exhibición, Carbó estaba muy
ocupado con la fotografía y me tocó a mí, quedando como
uno de los doce que superaron la criba de sesenta solicitudes para acceder a
la prueba. Así que fue casual, y lo mismo pasaba con otros como Alberto
Sánchez -hoy responsable de los ciclos de cine en Ibercaja y miembro
del comité organizador del Festival de Cine de Huesca-, que me dijeron
que había que presentarse por todos.
S.A.: Hablando de polémicas, el ciclo de cine pornográfico no
estuvo exento de ellas.
L.M.: Yo prefiero decir erótico,
porque la pornografía es un término moral o incluso legal. En
nuestra historia hemos propuesto ciclos sobre la homosexualidad, el movimiento
obrero, el toreo..., cosas que existen en nuestra sociedad y a las que les podemos
dar un tratmiento cinematográfico.
Entonces había en Zaragoza unas jornadas sobre el erotismo y una compañera
del Atyuntamiento me propuso un ciclo que acepté con la condición
de no hacer distingos entre las películas eróticas y las pornográficas,
porque no soy un censor ni un moralista, sino un programador, y desde el punto
de vista técnico, Garganta profunda, uno de los títulos programados,
trataba sobre una mujer con el clítoris en la garganta, así que
se veían felaciones. En aquel momento surgió la polémica
y se tomó la decisión de suprimirlo, fue la única vez que
el Ayuntamiento ha hecho ésto, porque algún grupo político
consideró que no era apropiado que esa institución promoviese
un ciclo así. Un año después lo pudimos llevar a cabo en
el cine Elíseos y con un gran éxito de público.
S.A.: Aunque no se tiene por costumbre repetir ciclos, sí que dos epígrafes encabezan programaciones veteranas y muy aceptadas: Cine con pianista y Panorama de actualidad, que en tiempos nos ayudó a disfrutar en V.O.S.E. de títulos que no se estrenaban comercialmente en la ciudad.
L.M.: En efecto. Con el primero
pretendíamos recuperar los orígenes de la exhibición cinematográfica.
Lamentábamos pasar películas sin sonido, y aprovechando que Ángel
Martínez nos puso en contacto con el magnífico pianista que es
Álvaro Sebastián, llegamos a un acuerdo que duró ocho años.
Las copias que teníamos localizadas, porque se puede hacer una programación
genial sobre el papel y luego no tener las películas, de varios géneros
-cine pornográfico español, cintas de Meliès, Westerns...-
las reservábamos para estas sesiones de primavera y Sebastián
ponía la música en la sala.
En el segundo caso, como en Zaragoza el cine subtitulado no tiene apenas espectadores
y ha habido largas temporadas en las que copias que llegaban sólo en
versión original a España estaban condenadas a no estrenarse aquí.
Nosotros las recuperábamos por un tiempo limitado y dependiendo del aforo
de la sala. Desearía que no volviésemos a programar nunca más
este ciclo porque cambie la situación, pero al aumentar el número
de pantallas y no crecer el de películas, siguen sin llegar títulos;
además, muchas distribuidoras que antaño sólo subtitulaban,
ahora doblan porque si no no exhiben.
El doblaje, que proviene de leyes fascistas, de la Alemania nazi y la Italia
de Mussolini, con la intención de defender la propia lengua, es un timo,
con el agravante de que en algunos doblajes se daña la banda de efectos.
A leer subtítulos uno se acostumbra enseguida, pero quien me dice que
le gusta Brando yo le respondo que no le ha oído hablar, al igual que
hoy escuchamos a los Rolling Stones cantar y no las versiones de Los Mustang.
Es la ley de la máxima comodidad, lo que nos lleva al vídeo, que
es un sucedáneo del cine y resulta lo mismo que tener en casa una diapositiva
de Las Meninas, pero eso no quiere decir que luego no se vaya al museo a ver
el original. La sala de cine cumple con su cometido de disfrutar de la obra
como se debe.
S.A.: ¿Cómo, de forma somera, se programa un ciclo?
L.M.: Puede nacer desde la propia Filmoteca, buscando las copia que existen en España y en el extranjero. También una institución, foránea o no, que nos propone un ciclo y si lo aceptamos proyectamos lo que nos ofrecen o modificarlo por exceso o defecto. En ocasiones un festival o una filmoteca propone realizar un circuito para abaratar gastos -generalmente en películas que vienen de fuera de España, cuyos gastos de transporte son muy altos.
S.A.: También apoyáis
el lanzamiento de publicaciones y cineastas.
L.M.: Pretendemos ser hospitalarios con los que trabajan en ésta tierra
o con los que estudian a los autores aragoneses. Así, gente como Javier
Hernández y Pablo Pérez, que hace poco presentaron un libro sobre
Antonio Artero, son como "de la casa".
S.A.: ¿ Hasta qué punto se conoce la Filmoteca fuera de nuestras fronteras?
L.M.: En el ámbito español
-diferenciamos con exhibición- Francisco Llinás habla de nosotros
en el reciente diccionario del cine de la Academia de Artes y Ciencias cinema-tográficas
de España.
Somos el hermano pequeño de la Filmoteca Nacional, porque no hemos pasado
de cuatro días de exhibición y tenemos una sóla sala. Pero
nuestro trabajo es muy parejo con las filmotecas de Cataluña, Valencia
(que tienen seis días de exhibición), Andalu-cía, Canarias,
Galicia y la del País Vasco. Qué más quisiéramos
que el Departamento de Investigación y Archivo estuviese tan bien dotado
como para que ciertos ciclos se pudiesen realizar sólo con su material.
Por ejemplo: de las doce cintas del ciclo de Artero, sólo una pertence
a nuestro archivo. Y de Buñuel no tienen ni una sóla de sus películas.
S.A.: ¿Cómo os sentís al tener una sala propia tras el peregrinaje por cinco cines?
L.M.: A la hora de trabajar es muy
cómodo y podemos revisar copias cuando antaño teníamos
que confiar en lo que nos enviaban. Por ejemplo: en una lata estaba escrito
"bobina dos" y en la copia se leía "bobina tres".
Desde que Antonio Martín, al que le estoy muy agradecido por entender
la importan-cia de una filmoteca en nuestra ciudad, nos cedió el cine
Arlequín(82/87) hasta hoy , hemos pasado de estar yo sólo en oficina
a dos personas con Antonia, pero seguimos con un sólo proyeccionista,Rafael,
un profesional íntegro que ha llegado a proyectar con fiebre alta par
no cancelar la sesión. Hemos pasado por el cine Elíseos (87/91),
con la mediación de Eduardo Peleato de Zaragoza Urbana; por el Teatro
del Mercado(92/93), que fue una mala idea y hecha, además, a mala idea;
por el Centro Cultural y de Congresos de la CAI (96), que se nos cedió
por el centenario del cine; y desde el 5 de noviembre de 1997 en el Palacio
de los Morlanes, sede definitiva.
Los ciclos con mayor poder de convocatoria, por otra parte, han sido para Truffaut,
al poco de su muerte,Bogart, al inicio de la Filmoteca, Buñuel, Fassbinder
y el más reciente de Bregovic, sobre todo cuando el músico coincidía
con Kusturika en la dirección.
S.A.: ¿Y con cuánto dinero hacéis esto?
L.M.: En el 97 contamos con 6 millones, cantidad que se ha ido reduciendo con 3´5. Para hacerse una idea, Valencia cuenta con 28 millones y multipliquémoslos por dos en Madrid. Con más dinero lograríamos al menos otro proyeccionista más, una o dos personas extras en oficinas y más días de exhibición, aunque no supusiese más películas. Pero claro...
La Filmoteca de Zaragoza proyecta sus sesiones en la sala del Palacio de los Morlanes, en la Plaza de San Carlos, de miércoles a sábado en sesiones de 18.00, 20.00 y 22.00 horas -siempre y cuando el metraje de las películas lo permita-. Las entradas cuestan 300 pesetas, pero se pueden adquirir en taquilla abonos. La taquilla abre a partir de las 17.30 horas.
Las vacaciones de la Filmoteca comienzan en verano en Julio, y el local se cierra también para Navidad (hasta el día de Reyes), Semana santa y las fiestas en honor a Nª Señora del Pilar de Zaragoza. Para cualquier información pueden llamar al teléfono (976) 72 18 00.
Carlos E. Gracia
(Publicado en Siete de Aragón, 1998)