Frankenstein

 

 

"Frankenstein o el moderno Prometeo" apareció en 1818, y su autora Mary Godwin (luego Shelley) explica en el prólogo la génesis de esta ficción. En el verano de 1816 se hallan Mary con su novio Percy Shelley, Lord Byron y el doctor Polidori en los Alpes Suizos, cerca de Ginebra, hospedándose en Villa Diodati. Como el mal tiempo les confinaba en la residencia, para romper el tedio decidieron competir escribiendo cuentos de fantasmas. Sólo Mary logró este objetivo, inspirada en una pesadilla inducida por una conversación que los cuatro habían mantenido en la víspera sobre la naturaleza humana y el principio de la vida.

Mary Shelley ganó entonces en la competencia a los dos grandes poetas románticos, y la fortuna popular de su criatura emularía a la gloria de aquellos. Se trata de una novela epistolar, incluida por sus características en el llamado género gótico, pero que excede el mero relato de horror para ubicarse en los orígenes de la ciencia-ficción. La genealogía de Frankenstein está en el vitalismo romántico, con su optimismo especulativo científico-natural, y la idea de animar la materia con las fuerzas vitales sugeridas por el magnetismo y la electricidad. El resultado es la fantasía, por su verosimilitud más propia de nuestro tiempo que de entonces, de reanimar los cuerpos, fabricándolos con partes de otros cuerpos y recrear el hombre por el hombre como un nuevo Prometeo.

El "factor Frankenstein" suele invocarse como elemento irracional en la percepción del progreso biomédico, particularmente con referencia a la ingeniería genética. Se da en el caso Frankenstein la conjunción de dos temas. Por un lado la figura del sabio delirante -"El sueño de la razón produce monstruos", reza uno de los Caprichos de Goya -que despunta a fines del S. XVIII y tendrá variada expresión literaria en el S. XIX-. Por el otro lado el monstruo, la criatura inespecífica, el híbrido producido sin reproducción, que se venga del autor de sus días. Otra variante más del mito del Golem.

Muchas han sido las versiones en cine del monstruo de Frankenstein, desde la de Edison de 1910, a la clásica por excelencia que encarnó Boris Karloff en "Frankenstein" (1931, James Whale) y "La novia de Frankenstein" (1935, James Whale); la de Terence Fisher de 1957 "La maldición de Frankenstein", pasando por la de Kenneth Branagh de 1994 o la paródica "Rock and Roll Frankenstein" (1999).

 

 

el Golem

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