Breton, Marx y Tzara escribieron varios de ellos. Isabel
Soria, de momento, uno.
La incomprensión es algo
natural para los individuos (digo individuos, no clones o borregos). Sí, porque otros
bastante antes que nosotros, artistas, políticos y demás, no cejaron en el intento de
que se les entendiera. De que todos (todavía no había aparecido la @ para designar a
ambos sexos) les comprendieran. A golpe de pluma intentaron con sus palabras que el
público entrase en su razón particular y hacerse entender. Paradójicamente buscaron un
pequeño hueco aunque fuese dentro del desprecio y la estupefacción de sus congéneres. A
la vista está que no lo consiguieron y aún hoy, la mayoría de los mortales afirma que
cualquiera de sus 1,2 hijos puede pintar como Miró. Además seguro que 1 y el 0,2 % de
sus hijos considerarán que lo mejor, impepinablemente, es la sociedad en la que viven,
porque tienen de todo, aunque sea a costa de esos pobrecicos del África que podían sacar
por la Tele a mejor hora, y no después de comer, que se te agria el bocado. ¿Qué tiene que ver esta
introducción para el Manifiesto? Que hoy, el cine es el cochino reflejo de cuanto nos
rodea o mejor un cúmulo de aspiraciones-espejismo o diversiones vacuas ante las que
debemos humillarnos y quedarnos boquiabiertos. Y no. Este tipo de cine tiene que ser
castigado, incinerado. Se dice (o digo yo, vaya)
que las creaciones son hijas de la sociedad en la que se desarrollan. Bien, en ese caso
los incineradores renegamos de la esa sociedad a la que dicen que pertenecemos. Estamos
hartos de la superficialidad, de la justicia divina que emana el capitalismo y de que todo
nos venga masticado por el tío Sam. La inCINEradora también
va a tener su Manifiesto que va a seguir persiguiendo a esos fantasmas que recorren Europa
a golpe de teclado (cómo cambian los tiempos). Eso es lo que supone esta revista, nuevo
fénix de la sátira. A continuación el decálogo de este proyecto pionero, enigmático,
suspensivo y sorprendente. La quintaesencia de un pensamiento colectivo. Manifiesto incinerador 1) Vamos a hacer lo que nos
apetezca. Esta esunarevistaanarcodigital. Cuando la grabes en tu disco duro, toda la
información sobre cine que ahí tengas quedará incinerada, pulverizada por un espíritu
nuevo, fresco y crítico. Posiblemente tú querrás ser un incinerador más. 2) Una subespecie de
opiniones y de reflexiones van a incinerar lo oficial y lo correcto. 3) No somos románticos
carpetovetónicos, ni obsesivos, ni fetichistas cinéfilos... pero tampoco una pandilla de
lerdos televisivos. 4) Rehusamos de ese tipo de
culturas que se llaman alternativas, porque dentro de ellas, las modas
también nos dicen lo que es mejor o más mejor. 5) No queremos concienciar, sino
simplemente decir, hablar, contar, quejarnos, criticar, gritar y blasfemar contra el dios
de los dioses: la pasividad, la mediocridad y el conformismo. 6) Un grito que nos es
común: basta de las tontadas que nos ponen en el cine y en la tele. Que estamos muy
hartos de: la Roberts, la Griffith y de su Antoñito er boxeador, así como de Estela del
Carmen. Del blandito de Brapitt y de Bruce Willis. De la mayoría de las productoras
españolas que se empeñan en la no creación, algo que entra en contacto con eso de la
pela es la pela y sacan emulaciones chisposas, gomosas y casposas de lo que entrecomillado
dicen que es lo mejor de Hollywood. Rechazamos a un buen número de productoras extranjeras
porque nos importan basura, y que nos venden costosas pero tontas historias de amor y
tiros. Odiamos las pelis en las que siempre ganan los buenos y los guapos, porque
nosotros, nunca lo seremos. Odiamos esas películas en las que siempre hay justicia,
porque en realidad nunca la hay. 7) En esta revista no hay lugar
para el pedanteo. 8) Así que, aquí estamos dando un
producto paranoico crítico no apto para insuficiencias cerebrales. 9) Sólo me quedan por decir
dos normas: La primera es que no hay mandamientos en la inCINEradora y la segunda es que
este es un espacio hecho e ideado PARA la libertad de expresión. Dicho lo dicho, la
Incineradora, queda inaugurada. Largas dosis de latigazo fustigador empiezan a cabalgar
por la estepa digital. Isabel Soria |
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