Cinefrancia 2001. I Festival de Cine Francés de Zaragoza

 

 

Entre el 11 y el 17 de junio tuvo lugar la primera edición del Festival de Cine Francés surgido por el hermanamiento de Zaragoza con la ciudad francesa de Toulouse y en respuesta al Festival de Cine Español que celebra esta localidad. Dejando aparte problemas de organización (tardía aparición del programa, coincidencia en fechas con el Festival de Huesca y con un público potencial como el estudiantil en plenos exámenes o la acumulación de hasta 4 películas de la sección oficial en una sola jornada) que suponemos se subsanarán en las próximas ediciones, hay que aplaudir la existencia de un acontecimiento como este. El desconocimiento que en general se tiene de las cinematografías europeas es patente tan solo observando el predominio en las carteleras del cine norteamericano por lo que se hacen absolutamente necesarias iniciativas como esta que sirvan para dar a conocer las obras realizadas en los distintos países de Europa así como para facilitar la distribución comercial de las películas de mayor interés.

El Festival tuvo como invitado al director Patrice Leconte, galardonado con un premio a su carrera, de quien se proyectó un interesante ciclo compuesto por 11 de sus películas de entre las que destacaban las inéditas comercialmente en España Les bronzés (1978) y Les bronzés font du ski (1979), además del preestreno de su última obra terminada, Felix et Lola (2000), que él mismo definió como “una acuarela” dentro de su producción.

También se dedicaron sendos homenajes a los actores Emmanuelle Béart y Sergi López. De la primera se pudo disfrutar en una pequeña retrospectiva de 6 títulos que incluía la magnífica Nelly y el Señor Arnaud (Nelly et Monsieur Arnaud, 1995) de Claude Sautet. Del segundo, elegido por suponer un punto de conexión entre el cine de ambos países, se proyectó la película que le descubrió en 1996, Western (Western) de Manuel Poirier.

En esta primera edición del Festival no hubo un jurado de especialistas y profesionales para entregar el único premio por el que competían las películas de la sección oficial sino que fue el público el encargado de elegir la obra ganadora mediante la votación, de 1 a 5, en unas papeletas que se entregaban antes de comenzar la proyección y que después se depositaban en una urna. Los espectadores agradecieron este detalle que les procuraba una mayor participación en el desarrollo del certamen.

La semana, que fue precedida con un repaso en el Cine Club Cerbuna a algunas de las películas más significativas de la Nouvelle Vague, se completó con la proyección de una serie de coproducciones y una colección de documentales sobre los directores franceses más representativos.

 

 

Las películas

Francia posee una de las cinematografías más fuertes de Europa, competitiva tanto dentro de sus fronteras, que la sitúan con una cuota de pantalla en los últimos años de en torno al 40%, como fuera, con un número de estrenos en España de alrededor de la veintena de títulos el pasado año. Cifra escasa en atención a la cantidad de películas producidas en el país vecino pero alta en comparación a otros países europeos. La variedad temática, puesta de manifiesto a través de las 11 películas de la sección oficial en la que solo repitió el tema de la inmigración, y el dominio absoluto de los guiones originales en una serie de propuestas en general interesantes aunque dispares en sus resultados, fueron las características más destacables de las obras que se pudieron ver.

 

 

Adieu Babylone (Raphaël Frydman)

La necesidad de tener experiencias vitales y la búsqueda de un lugar en el mundo por parte de los jóvenes eran los principales temas de esta película realizada en vídeo que cuenta la historia del viaje que sin venir a cuento emprende por Sudamérica un chico mientras una adolescente indaga en el por qué de la decisión para, a la vuelta del muchacho, ser ella quien después haga un viaje similar. Si la propuesta de partida resultaba atractiva, el desarrollo del argumento sobre la base de un endeble guión que no sabe aprovechar las sugerencias de la palabra viaje convierte en una nadería el producto. La película no trabaja ninguna de las situaciones dramáticas que   plantea y la sensación sobre el conjunto es que se ha grabado el bosquejo de una idea.

 

De l’histoire ancienne (Orso Miret)

El modo en que afecta a tres hermanos, especialmente al menor, la muerte del padre, miembro de la resistencia durante la ocupación alemana, es la historia que cuenta esta película sobre la importancia de conservar la memoria. Su ritmo cansino, buscado para crear una atmósfera desasosegante, da como consecuencia una obra seca y difícil de ver cuyo resultado final es irregular ya que no aprovecha todas las posibilidades que la historia ofrece.

 

Deuxieme vie (Patrick Braoudé)

Comedia con toque fantástico, el protagonista viaja inexplicablemente al futuro tras un accidente de coche, sobre el rumbo que puede tomar la vida de una persona y de quien le rodea según las decisiones que tome. El tema de las segundas oportunidades, de sobras conocido desde la clásica ¡Qué bello es vivir! (It’s a wonderful life!, 1946) de Frank Capra hasta Los fantasmas atacan al jefe (Scrooged, 1988) de Richard Donner, todas ellas basadas más o menos directamente en el Cuento de Navidad de Charles Dickens, se desarrolla aquí con un humor bastante vulgar y en general mediocre. La película no aporta nada que el cine, especialmente el de Hollywood, ya halla explotado y su realización resulta plana y aburrida. Esta es la cuarta película de Braoudé como director, quien desde los 80 trabaja como actor y guionista, pero desde luego no apetece en absoluto conocer su filmografía.

 

Du poil sous les roses (Agnès Obadia y Jean-Julien Chervier)

El mundo adolescente es retratado aquí con mirada fresca y desenfadada a través de las historias de una chica y un chico que acaban confluyendo. La película se resiente en su segunda parte, la historia del chico, no solo porque decae el ritmo sino también porque es menos interesante y convincente. En la parte final, con el encuentro entre ambos, retoma el vuelo desmitificando con humor muchas situaciones como las referentes al sexo. Contada en conjunto con un ritmo ágil se trata de una película amena de ver pero algo superficial en sus planteamientos.

 

Les fantômes de Louba (Martine Dugowson)

La infancia robada, a través de los ojos de una mujer, niña, adolescente y adulta por último, cuyos padres fueron perseguidos en la Francia ocupada por ser judíos, es la sugerente propuesta de esta película, sin lugar a dudas la más original de las proyectadas. Si visualmente también resultó ser de las más atractivas del festival, narrativamente no acaba de estar del todo lograda por algunos momentos irregulares en cuanto a su ritmo.

 

La faute à Voltaire (Abdel Kechiche)

Interesante mirada hacia el mundo de los inmigrantes en París, contada a través de la peculiar historia de un ilegal tunecino, que se ve lastrada por su excesivo metraje en el que abundan los momentos que no aportan nada a la narración haciendo que su desarrollo resulte demasiado lento. La impresión es que a Kechiche le ha dado pena cortar fragmentos ya que esta obra supone su debut en la dirección después de alguna experiencia como actor.

 

Jet Set (Fabien Onteniente)

Esta película pretende ser una sátira de esa “alta sociedad” que ocupa las páginas de las revistas del corazón pero no es mas que una sucesión de tópicos sin gracia alguna en una realización tan plana y aburrida como el mismo guión, escrito por el propio director junto a Emmanuel de Brontes y Bruno Solo, que no sabe aprovechar ni una sola de las posibilidades que retratar ese mundo con mirada irónica permite. Lo más sorprendente es la aparición de Ariadna Gil en un papel tan insulso como la película.

 

Marie-Line (Mehdi Charef)

De Mehdi Charef, autor de la estimable El té en el harén de Arquímedes (Le thé au harem d’Archimède, 1985), hacía tiempo que no se veía una película pese a ser el más veterano de los directores que presentaron obra en el festival, copado en su mayoría por gente muy joven. Sus ojos sin embargo, siguen manteniéndose frescos y atentos a los problemas de la sociedad actual, la inmigración en este caso. Nos cuenta así en esta bella película, las tristes historias de un grupo de mujeres de diversa condición que trabajan limpiando un supermercado comandadas por la Marie-Line del título, mujer solo dura en apariencia. Con momentos verdaderamente hermosos, con especial atención a las miradas de las protagonistas, es absolutamente recomendable la visión de esta obra en la que también hay que destacar el excelente trabajo del equipo actoral.

 

Le monde de Marty (Denis Bardieu)

La película ganadora del festival, opera prima de su realizador, se centra en un argumento ya conocido, la amistad entre dos personas muy diferentes y en una situación extrema, pero que tiene la virtud de resultar fresco. En esta ocasión se trata de un niño de 10 años con cáncer y un anciano con alzheimer, relación que el director cuenta empleando más el humor que recurriendo al melodrama y consiguiendo así un filme emotivo, que no blando y sensiblero, sobre la alegría de vivir hasta en los momentos más difíciles. Esta obra puede ser perfectamente un éxito comercial cuando se estrene en el que el boca a oreja probablemente resulte fundamental. Contiene además una excelente interpretación a cargo del veterano Michel Serrault.

 

L’origine du monde (Jérôme Enrico)

Tomando como punto de partida el Edipo Rey de Sófocles, Jérôme Enrico realiza en formato vídeo un moroso y aburrido policíaco con un grupo de raperos cumpliendo la función de coro. La película, que cuenta con la participación de Ángela Molina en uno de los papeles principales, resulta carente de interés.

 

Le secret (Virginie Wagon)

Coguionista de los dos magníficos trabajos de Erick Zonca La vida soñada de los ángeles (La vie rêvée des anges, 1998) y El pequeño ladrón (Le petit voleur, 1999), Virginie Wagon ofreció una de las películas más interesantes del festival que supone su debut como directora. Intercambiando la función de dirección y repitiendo su colaboración en la escritura del guión, nos cuenta la historia de una mujer que descubre una parte de ella oculta mediante la relación que establece con un misterioso personaje. Con un estilo seco y directo en el que prima la construcción de los personajes, los diálogos y el desarrollo dramático de las situaciones sobre al aspecto visual, hay que destacar la brillante interpretación de la joven actriz belga Anne Coesens quien nos ofrece una caracterización compleja y cargada de matices.

 

 

 Luis Antonio Alarcón

 

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