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LA NIÑA DE TUS OJOS
En esta película dirigida por Fernando Trueba, de cuyo rodaje se podrían contar bastantes cosas curiosas –algo que se puede predicar sin discusión de todos los rodajes, sean caros o de ese mágico género que constituye el presupuesto cero-, nos vamos a detener muy brevemente en Penélope Cruz que, una vez más, nos deleita con su atractiva presencia (no puedo evitarlo, ya sé que suena a topicazo, pero como mujer y como actriz es mi debilidad) enamorando –cómo lo entiendo- a más de uno.
El caso es que no le dedico este artículo a mi amada por su faceta de
“hermosa”, ni por la de actriz, ni siquiera por la de mujer; se la dedico por la
vena “cupletista” de la que hace gala en el largometraje que da título a estas
líneas, donde con dulce voz entona “La Piconera” (otros dicen “Los
Piconeros”).
Lo lógico sería pensar que el Dire escogió esa copla por profundas razones, por
meditadas causas estrechamente vinculadas a la idiosincrasia de la peli. Pues no. La
verdad es que fue Penélope la que escogió el tema que acabó cantando en la pantalla
grande, y lo hizo recordando un “sórdido” episodio de su pasado donde... en
plena noche de juerga, a tan altas horas que ni Edmund Hillary se atrevería a llegar,
quizá con amigos mojados con esas escasas gotas de alcohol que hacen que
“etílico” sea un adjetivo modesto, el inconfundible Luis Alegre, experto en
cine y eterno anfitrión en la tierra aragonesa de estrellas más o menos rutilantes de
nuestro Séptimo Arte, y ante los inocentes ojos de la interfecta, se introdujo a tumba
abierta en el folclore cantando, con voz menos dulce pero muy imperiosa, la copla que
penélope inmortalizó, todavía más, en el trabajo de Trueba. Ahora el lector puede
respirar, aunque es algo opcional. Es tal episodio lo que motivó que Penélope plantease la posibilidad de que fuese tal copla la que se utilizase para el guión de la película, cuando Trueba todavía no debía tener nada decidido al respecto. Caramba con el profesor Luis Alegre, cinéfilo y folclórico, la combinación suena tremenda. ¿Quién lo iba a pensar?
David Lozano
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