Tierra sin pan ni circo
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Escribimos desde Aragón, la tierra de Luis Buñuel. En su documental sobre Las Hurdes ("Tierra sin pan”, 1932) escoge un lugar degradado al límite para mostrar mediante su lupa de entomólogo la situación del país. En la actualidad, podemos añadir a su denuncia de falta de alimento el complemento del “panem et circenses” latino: a los amantes del arte cinematográfico nos acorralan progresivamente y nos dejan sin nuestro circo particular.
Corren tiempos duros para la exhibición cinematográfica en Zaragoza, nuestro entorno. No se consume menos cine: se está viendo de modo distinto. El gran público sigue acudiendo a ver las grandes superproducciones, mientras que los cinéfilos desertan ante la escasez de ofertas, permutando la asistencia a las salas por el consumo de DVD y otros sistemas digitales domésticos (intercambio de archivos en internet, etc.). La situación se agrava con el goteo continuo de clausura de cines que ofrecían películas alejadas del consumo masivo.
Los cinéfilos venimos sufriendo la ausencia de estrenos de filmes minoritarios en la ciudad. Antes, los cineclubes, las salas de arte y ensayo e incluso los cines de reestreno suplían esta carencia. Hoy sólo tenemos los ciclos “Panorama de actualidad” y “Estrenos” de la Filmoteca, y algún pase aislado de películas ofertadas por centros comerciales. Quedan también restos de un circuito alternativo, alentado por asociaciones en su mayor parte de carácter social y acompañado de iniciativas de la Universidad y de las cajas de ahorro.
Otra de las vías en extinción para el aficionado es la celebración de certámenes. Siguiendo con el ejemplo de Zaragoza, los responsables de la cultura local –vaya nuestro saludo de bienvenida para Pilar Alcober– nos anuncian la creación de un “gran festival de cine con miras nacionales e internacionales”. Sin embargo, arrecian los rumores de desaparición de Cinefrancia, una interesante apuesta tanto geopolítica como cultural; y el consolidado Festival de Jóvenes Realizadores continúa con problemas de financiación. ¿No podrían mantener lo que hay a la espera de celebrar el supuesto evento aglutinador e importantísimo?
Más datos para el “debe”: el proyecto de llevar a la pantalla la novela “Independencia” de José Luis Corral ha quedado sepultado por el polvo de los cadáveres de los zaragozanos muertos en la invasión napoleónica que la película quería conmemorar, a los 200 años del suceso. Al parecer, la mala gestión (falta de interés real) de las instituciones que prometieron dinero para la superproducción y la excesiva confianza en éstas por parte de los impulsores del proyecto, han acabado abortando la iniciativa. Más allá del previsible resultado final, habría sido una buena ocasión para dar trabajo a los profesionales aragoneses del ramo y para apoyar la promoción de Zaragoza en el año de la Expo.
Ingmar Bergman ha muerto. La mayor parte de los articulistas que lo han recordado se atreven a ironizar sobre la impecable obra de este humanista. Es muy probable que el maestro no pudiese utilizarlos en su cine para reflejar sus interiores: no existen. Lo mismo ha sucedido con Michelangelo Antonioni, todavía más desconocido si cabe: las reseñas habrían merecido ser incineradas de haberse publicado aquí.
Pero también estamos de celebración: la mítica revista francesa “Cahiers du cinéma” ha estrenado edición en castellano. Una nueva ventana para la visión del cine como arte que defendemos en esta revista.
Y otra buena noticia: el hijo de Luis Buñuel, Juan Luis, ha vuelto a Calanda, la localidad natal de su padre, para rodar el documental “Calanda, 40 años después”. En sus imágenes refleja el profundo cambio sufrido por la localidad turolense cuatro décadas después de su anterior documental sobre el tema.
Abrimos y cerramos este editorial con metáforas buñuelianas: toda evolución aporta mejoras, pero estamos obligados a resaltar las carencias. El tratamiento del cine por parte de los poseedores del dinero y el poder no puede considerarse positivo. Exhibidores, editores, políticos y artistas conviven en un río revuelto que propicia ganancias a los pescadores avezados pero nos deja con un sabor de boca a pescado podrido a los que nos dedicamos a perseguir la creación artística para alimentar nuestros pobres espíritus.
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Antonio Tausiet, director
Luis Antonio Alarcón, redactor jefe
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