Alberto Sánchez
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El comienzo de la afición por el mundo de la imagen pudo ser para Alberto Sánchez, aquel día en el que su abuela le dio una peseta para ir al cine: 1949, seis años, cine Monumental, 75 céntimos la entrada, los 25 restantes en un puñado de cacahuetes y El libro de la selva una y otra vez hasta la una de la madrugada. Y es que no le dijeron que era sesión continua. Al salir le estaba buscando toda su familia y sus vecinos del barrio de San Pablo con la policía… Él recuerda, no obstante, que la primera película que vio fue una que explicaba la circulación de la sangre mediante dibujos animados, unos meses antes. Dicen que la casualidad existe, y posiblemente fuera la que le llevó a ser fámulo en el Colegio La Salle para poder ser bachiller ejerciendo también de caramelero, taquillero y acomodador en el cine.
Fue también pintor de carteles de películas, fotógrafo oficial del colegio (1) y más tarde, proyeccionista de cine, trabajo que seguiría efectuando diecisiete años más con su hermano Julio. Su inquietud cultural la llevaba dentro, es innegable, haciendo teatro con otros compañeros en el patio del colegio a los siete años, confeccionándose ellos mismos los trajes. Hacía sus propias películas dibujando las escenas en tiras de papel que luego al desenrollarlas en lo que podría ser un escenario de cine, (una caja de zapatos) decorado al uso, con cortinillas, etc, y adaptando su voz a los distintos personajes, daban credibilidad al guión que había ideado. Eran tiempos difíciles pero ilusionantemente felices. Nunca dice que fueron malos años para un niño por sus carencias económicas, que las tuvo, sino todo lo contrario. Aprendió muchas cosas de la calle en donde pasaba gran parte del día que luego le serían muy útiles para la vida. Sus deseos iban siempre hacia la vertiente a la que luego se acercaría con los años. Recuerda a un compañero del Instituto Ramón y Cajal, Pallarés, poseedor de un cine Nick y un teatro de cartón con cortinas, decorados, personajes, etc, donde poder dar rienda suelta a su imaginación y al que se acercó para poder beneficiarse de aquellas maravillas.
Fundador del primer cine Club que hubo en Zaragoza (2), el del Colegio Mayor de La Salle aunque ya antes había trabajado y participado para el Cine Club Zaragoza, Club Cine Mundo, Danthe Alliguieri, Instituto Francés, Peña Niké, etc. Después puso en marcha otros como el Saracosta, Gandaya, etc., llegando a ser Presidente de la Federación Aragonesa de Cine Clubs, Alberto Sánchez siempre ha estado relacionado con el mundo de la imagen, unas veces por sí solo, otras junto a su hermano Julio, otra institución dentro de este minimundo en Aragón. Ha participado en la organización de diferentes festivales de cine: Internacional Amateur de Zaragoza, Internacional de Cine de Huesca, etc. Ha publicado variadas obras relacionadas con el séptimo arte: El Texto Iluminado, Charles Chaplin, Carlos Saura , etc. Especialista en Publicidad, ha sido hasta su jubilación un eslabón importante en la Obra Cultural y Social de Ibercaja. Hoy es el Presidente de la Real Sociedad Fotográfica de Zaragoza, miembro de la Tertulia de Ramón Perdiguer, coordinador de la tertulia del cine del Ateneo de Zaragoza, consejero de Estudios Borjanos y coordinador del espacio Fila 12 de Ibercaja Zentrum.
La fotografía tiene la magia que busquemos en cada momento
PERFIL
Alberto es aquel niño de pantalón corto que corría por el barrio de San Pablo tras la ilusión de ser Mowgli y más tarde creer estar rodando La noche americana , o discutir con Buñuel. Su cinecajadezapatos está instalada todavía en su memoria contagiando su ilusión a todos aquellos que quieran seguir viviendo mágicamente, aunque sea en la vida de otros.
Empecemos hablando de fotografía. España tiene grandes profesionales de la fotografía. Pienso en Isabel Muñoz, García Álix…
Siempre ha habido grandes fotógrafos en España. Lamentablemente, artística y creativamente, siempre se ha ido un paso por atrás con respecto a lo que había fuera. En España han convivido dos tendencias, unas que copiaban a los vanguardistas europeos y otra anquilosada en su ambiente. Se aprecia bien entre los 40-60.
¿Por quién sientes admiración?
De los fotógrafos de principio del XX, de Ortiz de Echagüe con su tendencia pictorialista. Fotografiaba el folklore, las fiestas locales, los castillos… Usaba la técnica del carbón fresson por la que se lograba un efecto rugoso y aterciopelado de sus fotografías. En la actualidad, en progresistas, en Zaragoza hay dos que me gustan mucho, Rafael Navarro y Pedro Avellaned. Entre los de “fuera” me gustaba mucho Cartier Bresson o Sebastiao Salgado como reporteros gráficos.
(Hasta el 22 de julio se celebra el X Aniversario de Photoespaña con exposiciones de Henri Cartier-Breson, Rineke Dijkstra, Sebastiao Salgado, Man Ray, Robert Frank, Lynn Davis, Andrés Serrano o García Álix entre otros, en diferentes sedes en Madrid, y por vez primera en subsedes en Aranjuez, Cuenca, París y Arlés).
Ahora hay mucha gente que hace fotografía… Se ha democratizado su uso…
Sí, pero que se democratice no es sinónimo de bueno y de calidad…
¿Qué tipo de personas hacen vuestros cursos?
Las que quieren saber utilizar su cámara porque estas vacaciones se van a África, por ejemplo, y quieren hacer buenas fotos. Otras son aquellas personas que lo hacen por conocer la fotografía, sin más. Y otro grupo de personas que desean adquirir los conocimientos para seguir en la línea artística, diseño, etc. y que en muchos casos les va a proporcionar una vía de trabajo o ampliación del mismo.
¿Con qué disfrutas más en la fotografía?
A mí me interesa mucho ironizar con la fotografía y jugar con las formas. El goce en la fotografía es en el momento del “clic”. El fotógrafo se coge la cámara y sale a la calle a “congelar” las imágenes, “robárselas” al paso del tiempo. Es maravilloso que una imagen pueda decir tanto sin hablar, solo con la expresión. Y cuando pasa un siglo es fantástico si tenemos en cuenta cómo ha cambiado la sociedad. Por eso me interesa mucho lo que decía Susan Sontag relacionando muerte y fotografía. Mantenía, esta gran intelectual y espíritu libre por excelencia, que la fotografía mata el tiempo, que lo deja fijo, sin posibilidad de poder ser usado nunca más. Pasa a ser el recuerdo de algo que ya no existe. Esta reflexión para el mundo del fotorreportaje y el retrato me parece muy interesante.
La fotografía tiene mucho de magia…
La fotografía tiene la magia que busquemos en cada momento. Desde otro punto de vista se relaciona con culturas muy primitivas. Se piensa que al hacer una fotografía se les roba el alma, y sin ella no pueden pasar a otro nivel cuando mueran y no podrán reencarnarse.
La Sociedad Fotográfica (SF) cambia de sede en breve, ¿no?
Pues en eso estamos. La sede es de alquiler y debemos buscar otra ubicación. En la actualidad estamos barajando varias posibilidades y veremos cuál elegimos. La SF no tiene medios para poder pagar un alquiler elevado y mucho menos en el centro de la ciudad. Por otro lado, sería utilísimo que así fuera y en planta calle para que más público pudiera venir a las exposiciones y actividades que la sociedad efectúa. La SF se merece poder disponer de becas para gente que desea comenzar en este arte y adentrarse más en la capa social actual por medio de un arte emergente y del que vamos a ver grandes cambios en un futuro inmediato. Cada vez se expone más fotografía en las galerías. Lo lamentable es que cuando hubo opción para adquirir un inmueble para la sociedad y dejarlo para los que vinieran después no se hizo y ahora, con la especulación existente y al precio que está el ladrillo…
También eres un gran referente en el séptimo arte. Me hablabas antes de aquella primitiva caja de zapatos, comienzo de tu posterior afición al cine y que ha generado varias películas, ¿cuántas has hecho?
Sinceramente, no lo sé. Mi participación en las películas ha sido muy variada. He hecho de director, realizador, guionista e incluso de actor. Sumándolo todo se aproximarán al centenar. Ten en cuenta que hacía también documentales, y en Tempo, (un establecimiento fotográfico referente para cualquier aficionado) fuimos los primeros en rodar con mi hermano trabajos de cine médico en quirófanos, documentales específicos, etc.
Hubo trabajos de índole documental que ahora son historia, ¿no?
Podrían serlo si no se hubieran perdido. Me refiero a los que hicimos para El Noticiero y una serie que tuvo gran acogida en su tiempo llamada Aragoneses en el cine , una serie frustrada por carencia de medios, fundamentalmente. Se hizo muy deprisa y no se finalizó como hubiera deseado. Sin embargo, me hubiera gustado tener una copia. Lamentablemente no se me facilitó. Cerca del 80% de las entrevistas que hice de gente del cine en Aragón, muchos ya fallecidos, no se utilizó ni nunca más se ha utilizado. Es una lástima. Aquí somos así…
Tu germen de cine club, de especialista en cine y crítica, ¿Dónde comenzó?
A los doce años comencé a estar presente en una sesión semanal de cine que hacían los hermanos de La Salle en la que se aprendía mucho y se debatía más. Allí aprendí mucho y cuando dejé el colegio, a los diecisiete, tenía una formación fílmica nada desdeñable. La consecuencia fue que a los diecinueve dirigía los fórums. Yo fui el primero en Zaragoza en proyectar toda la nouvelle vague . Truffaut, Godard, etc., se descubrieron de mano de los cine clubs. Piensa que este cine no era de masas sino de minorías.
Es penoso que la cultura deba subvencionarse
¿Adolece el cine actual de aquel cine?
Aunque ya creo que es una lucha perdida, soy de los que piensan que la formación académica básica debería haber sido integrada con el estudio de la imagen. Hoy existen estudios específicos para ello y me parece bien. Somos y nos movemos entre imágenes y su lenguaje debería conocerse más.
El tipo de cine que se hace actualmente, ¿cómo es en relación a aquella nouvelle vague , aquel free cinema …
Hoy conviven muchas tendencias. Triunfa Segura, las películas de terror con sangre a espuertas que salpican hasta la última fila, las de Woody Allen, los directores centroeuropeos, y triunfa asimismo el cine asiático. Y ninguno entre ellos tiene nada que ver. En el mundo se hace mucho cine y hay público para todos. Por ejemplo, se está descubriendo ahora el cine oriental, y yo proyectaba ya a Mizoguchi a los dieciséis años.
¿Se ve hoy más cine?
Sí. El video y el dvd ha acercado el cine al hogar. La gente se reúne en las casas y discute la obra que han visto mientras saborean un buen vino y se toman unas tapas. Hoy se puede tener una muy buena filmografía al alcance de la mano en tu propia casa y verla cuando quieras.
Bajo tu criterio, ¿desaparecerán las salas de cine?
Mi impresión es que quedarán las grandes salas para grandes espectáculos visuales, y las medias se reciclarán hacia un tipo de cine con más relieve, más sofisticado e incrustado en grandes áreas de ocio y centros comerciales. Ya está comenzando a ser así. Y luego, se verá el cine en las casas en formato dvd, como ahora, y en la TV de las cadenas especializadas.
¿Y se rentabiliza la inversión de una película para ser vista en muy poquito tiempo en salas comerciales?
Por supuesto. Hoy no se comienza el rodaje de una película si antes no se ha vendido a una cadena de TV.
¿Qué piensas de la política de subvencion?
Lo veo mal. El público sería el que debería dar de comer a este arte, pero como no lo hace tiene que hacerlo el gobierno de turno, puesto que de lo contrario se perdería. Es penoso que la cultura deba subvencionarse. Godard, Truffaut, Pasolini, Antonioni, etc. llenaban y daban dinero en los setenta y nunca fueron subvencionados. Hoy no se llegarían a estrenar siquiera.
¿Qué tipo de cine te gusta a ti?
El bien hecho. Es como cuando se hace una fotografía. La capacidad de que sea una buena película es la capacidad de que tu visión vaya más allá que el espacio que tú observas por el visor. El cine me gusta en tanto en cuanto me transmita algo más allá de lo que he visto en la pantalla.
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Entrevista publicada en la revista Encuentros núm. 25, junio 2007, pp. 2-4. Agradecemos la cesión del texto por parte de la publicación original.
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Notas de Alberto Sánchez Millán
1. No fui el fotógrafo oficial del colegio, solamente era el que le revelaba los carretes y le hacía los papeles al fraile que disparaba las fotos.
2. Tampoco creé el primer cine club de Zaragoza (el La Salle), porque antes ya estaban el Zaragoza y el Cine Mundo, con los que -afortunadamente se dice- ya colaboraba antes.
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