El Evangelio de las Maravillas:

Todo el cine es todo

 

 

“Todo es cine porque todas las realidades están dentro pero ninguna realidad de fuera del cine ha estado a estas alturas del cine fuera del cine. Porque si matas o vives o resucitas o engendras o te extingues o te ahogas de vida alguien ya ha muerto o nacido o empezado a terminar de existir ahogado o náufrago en el cine, dentro y fuera pero en el cine.”

 

Melguencio Melchavas

 

 

 

México, finales del siglo XX. Una secta cristiana apocalíptica ha establecido su sede en un antiguo convento. La lidera Mamá Dorita, una anciana ya enferma, ayudada por su pareja, Papá Basilio, otro anciano, cura español exiliado, bebedor y aficionado a las películas de romanos. El Nuevo Jerusalén se nutre de los desheredados, como Nélida, una prostituta que huye de la policía, acompañada de Tomasa, una adolescente que luego cobrará protagonismo, o uno de los militares que montan guardia permanente en la entrada al recinto, y que se incorporará al grupo desvelando su homosexualidad.

 

La acción se desencadena con la muerte de la líder, que previamente designa como sucesora a la adolescente. Cuando ésta yace con el militar para concebir al nuevo mesías, es descubierta por los otros sectarios, que matan al homosexual y se amotinan.

 

El ejército interviene, y los pocos miembros fieles aún a la adolescente huyen con ella y con el viejo, llevándose el ataúd de la líder muerta.

 

La película se divide en capítulos, todos iniciados por el nombre El Misterio de... A lo largo de la trama se produce una trasposición de personajes, siendo la adolescente la Virgen María, su pretendiente (un aficionado a las maniquíes) San José, etc.

 

Arturo Ripstein, el director, nacido en México el 13 de diciembre de 1943, hace continuas referencias al cine de Buñuel, su maestro y mentor. El Evangelio de las Maravillas (1998) es su película número 21, y su séptima colaboración con su pareja y guionista, Paz Alicia Garcíadiego.

 

Francisco Rabal interpreta a Papá Basilio, volviendo así al cine de su director más querido, don Luis Buñuel, que le lanzó internacionalmente.

 

Katy Jurado es Mamá Dorita. En sus 55 años de carrera profesional ha trabajado con directores como Luis Buñuel, John Huston, Carol Reed, Sam Peckinpah y un largo etcétera.

 

Concebida por sus autores como “un mural mexicano”, esta película, maltratada por la crítica que no ve más allá de sus narices, es mucho más que eso. Aglutinar con éxito el ambiente pastoso del lumpen, la genialidad de Buñuel tamizada por la monótona voz magistral de Rabal, la belleza adolescente, la impostura de las religiones, el sexo, la muerte, la iconografía del Peplum, la desesperación y la ingenuidad, es construir la obra de arte total, la representación involuntaria de la Historia de la Humanidad, condensada en las miserias del nefasto siglo XX.

 

El Evangelio de las Maravillas es el certificado de defunción del cine, la obra póstuma de las viejas musas, que nos dejan un testamento recopilatorio, una película de cine dentro del cine, de válvulas de escape dentro del cine, de arrolladora inteligencia creadora dentro del cine, de pánico lúcido por el cambio de un milenio atroz a otro que no asoma como mejor. Imágenes animadas que ilustran el desánimo caricaturizando las pasiones, el ser humano, la vida y su consecuencia más rotunda y despiadada, democratizadora y maloliente: la muerte en el cine es, como todo el resto dentro del espejo, la muerte misma.

 

Antonio Tausiet

 

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