Jano,
maestro del cartel de cine español
(Para
ver ampliados los carteles, pulsar sobre las imágenes)
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Los trabajos
de Francisco Baena Palma, mi propia tesis doctoral para el Departamento
de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, el catálogo
de la exposición Cine de Papel (de la que yo mismo
fui comisario) y mi libro El cartel de cine. Arte y publicidad,
deberían haber dejado establecida, superando dudas e ignorancias
varias, la categoría artística del cartel de cine
(1).
Esta idea estaría sobradamente justificada al analizar la
obra de una trinidad de excepcionales creadores. En primer lugar,
Antoni Clavé, pintor catalán de indiscutible calidad,
cuyas aportaciones puntuales para algunos cines de Barcelona en
el periodo que va de 1933 a 1935, son obras maestras de la pintura
vanguardista convertidas en cartel de cine. En segundo lugar Josep
Renau, un auténtico titán del arte aplicado a la publicidad
sea comercial o política que, primero, desde su España
republicana -sobre todo desde Valencia- y luego, desde el exilio
mejicano, nos enseñó, una y otra vez, el "milagro"
de la fusión perfecta entre arte y funcionalidad, una fórmula
alquímica que en muchas ocasiones aplicó al reclamo
cinematográfico. Y la tercera persona es Iván Zulueta,
que dibujó sus primeros bocetos en el estudio de JANO, y
desde cierta marginalidad y bohemia madrileña, complementada
con su proximidad al medio cinematográfico como realizador,
ha ejecutado mediante atrevidas síntesis pop algunos de los
mejores carteles españoles de las últimas décadas.
Es cierto que algunos de los cartelistas de nuestra larga posguerra
como Peris Aragó, Josep Soligó, Fernando Albericio,
Montalbán o Macario Gómez Quibus (MAC) (2),
más prolíficos y también más sometidos
a los encargos de las distribuidoras, tuvieron una menor trascendencia
artística; pero con sus carteles y programas de mano lograron
"fijaciones visuales y emotivas que alimentaron el imaginario
colectivo durante varias generaciones." (3)
En el contexto de la posguerra JANO se nos muestra como el más
prolífico (junto a MAC) y versátil, el más
preciso en el trazo dibujístico. Su figura necesita, para
hacer un mínimo de justicia, ser recordada y destacada, ya
que sus diseños para el cine son perfectos ejemplos de esas
"fijaciones visuales y emotivas", antes mencionadas; y
por tanto una de las más logradas muestras de arte gráfico
entregado en cuerpo y alma al séptimo arte.
Pero ¿Quién era JANO?
Su verdadero
nombre: Francisco Fernández Zarza. Un seudónimo tomado
del protagonista (un pintor bohemio) de un serial para cómic
que dibujó en los inicios de los cuarenta, con tan solo catorce
años. Su formación, según sus propias declaraciones,
fue autodidacta (4). Haciendo honor a las
representaciones del díos romano Jano que tenían dos
o cuatro caras fue, sin duda, uno de los cartelistas de cine más
polivalentes. A él se deben no menos de 5.000 carteles. Y
como él mismo confesó a la revista Mensaje y Medios
-revista de comunicación de Televisión Española,
ya desaparecida (5)-, sólo se siente
satisfecho de un grupo reducido de ellos. Empezó a trabajar
en los años cuarenta ilustrando libros, cómics, y,
casi por casualidad, en el cartel de cine sustituyendo al fallecido
Chapí, en un conocido estudio madrileño.También
trabajó en los murales de la Gran Vía y, poco a poco,
se hizo con un sitio privilegiado entre los cartelistas de cine.
En su estudio de la Calle Bordadores, llegó a trabajar para
20 distribuidoras simultáneamente. Siempre admiró
las obras de Josep Renau, Perís Aragó y Soligó.
Su respeto y admiración por Renau se hace manifiesta contemplando
su cartel de 1955 para La mujer X (Andrés Soler, 1954),
una intensa "X" roja sobre efigie verde, que emana intensidad
a melodrama mejicano. El dominio del cromatismo que siempre demostraron
Peris Aragó y Soligó parece inspirar su cartel de
¡Bienvenido Mister Marshall! (Luis G. Berlanga, 1955).
Pero parece que sólo reconoció la influencia que para
él supuso la visión de los retratos de estrellas del
italiano, muy poco conocido en España, Ceselon.
JANO fue uno de los mejores retratistas del "star-system",
nacional e internacional, claro que no por su voluntad. Su indiscutible
versatilidad debió ponerse al servicio de los encargos. Los
distribuidores querían y exigían diseños realistas
y fácilmente reconocibles. Sus trabajos siempre van a ejecutarse
bajo esa doble tensión entre lo que quería y le permitían
hacer. A pesar de todo se impone su profesionalidad al mostrarnos
con gran dignidad una parte importante de nuestro raquítico
y esperpéntico estrellato: Joselito en El ruiseñor
de las cumbres (Antonio del Amo, 1958), Sara Montiel en Mi
último tango (Luis Cesar Amadori, 1960), o Paco Martínez
Soria en La ciudad no es para mí (Pedro Lazaga, 1966).
Los problemas de JANO y otros cartelistas no se produjeron sólo
con los comitentes, sino con la censura. Esta no sólo controlaba
las posibles licencias eróticas del film, también
hacía retocar rostros, cuerpos o ropajes demasiado sugerentes.
Antes de su impresión, debían pasar por la Delegación
Provincial del Ministerio de Información y Turismo. A este
respecto es curioso como algunos carteles han llegado a poseer historias
legendarias que yo mismo acabé por creer. Por ejemplo, para
Surcos (J. A. Nieves Conde, 1951), lejos de censuras previas,
se realizan varios bocetos diferentes. Se acaban utilizando dos.
Siguiendo los criterios del jerifalte de "Distribuciones Chamartín"
uno se usó para su distribución externa (festivales,
etc.) y otro, menos "atrevido", para la distribución
nacional. La leyenda habló siempre de la fulminante prohibición
de esa obra, que por otra parte, y con todo merecimiento, fue seleccionada
por una firma publicitaria suiza como uno de los mejores doce carteles
de ese año (6). Otro caso curioso
es el de El gran juego (Robert Siodmak, 1954), producción
francesa para la que se preparó toda la campaña publicitaria,
pero que luego, ante la sorpresa general, no superó la censura,
estrenándose más tarde y por otros distribuidores...
Nadie puede negar su calidad como dibujante. Algunos de sus dibujos
como el de El desterrado de las islas (Carol Reed, 1951),
y las caricaturas incluidas en más de uno de sus carteles
-en ocasiones sin usar el color- demuestran que sus trazos firmes
y rápidos podían competir con los de los más
ingeniosos dibujantes de "tebeos" y tiras cómicas
de su época. En los años cincuenta y sesenta realizó
bastantes portadas para revistas de cómics, reinterpretando
mitos decisivos del medio en varias cubiertas de la colección
"Novelas Gráficas" de la Editorial Dolar. En el
número 10 de 1959 lo hizo con Supermán, y en
el 12 de 1960, con el legendario Príncipe Valiente
de Harold Foster.
Sus habilidades en la aplicación del color no eran menores.
El colorido intenso y la expresión dramática fueron
las armas usadas en el cartel de Fedra (Manuel Mur Oti, 1956).
El rojo sobre negro, y la fuerte presencia de Emma Penella, dominan
el efectivo reclamo.
En los sesenta asimila estupendamente los aires del Pop Art. Aplica
un colorido vivaz a carteles como el de Giuletta de los espíritus
(Federico Fellini, 1965), y en la composición de Tuset
Street (Luis Marquina, 1968), puede intuirse ese juego psicodélico,
a veces tan superficial y floral.
En ocasiones, imita los métodos compositivos de prestigiosos
cartelistas. Es el caso de Pena de muerte (Jorge Grau, 1973),
donde se inspira en las síntesis visuales de Saul Bass; precisando
más, en sus carteles para las películas de Otto Preminger
Anatomía de un asesinato (1959) o El hombre del
brazo de oro (1955). Esas composiciones más agresivas,
mezclando el "collage", la fotografía y el dibujo,
le fueron permitidas en más carteles de los setenta como
Pim, Pam, Pum...¡Fuego! (Pedro Olea, 1975), con un
escandaloso fondo amarillo sobre el que se sitúan una "agresiva"
y joven Conchita Velasco, una efigie de Fernando Fernán Gómez
-ejercitando en ellos su facilidad para el retrato fiel- y un fotograma
rojizo, recortado en forma de corazón resquebrajado.
Donde JANO ha ganado más admiradores es con sus caricaturas.
Los ejemplos serían innumerables, si bien me parecen excelentes
las incluidas en La ciudad no es para mí, en torno
a la figura de Paco Martinez Soria, la síntesis naïf,
y a lo "Saul Bass", de Un rayo de luz (Luis Lucia,
1960), al servicio de Marisol, la simplicidad surrealista de Atraco
a las tres (José M. Forqué, 1962), y el más
elaborado, pero no menos divertido, juego geométrico de Los
motorizados (Camilo Mastrocinque, 1963). También fueron
empleadas hasta la saciedad por todos los reclamos de las pseudocomedias
eróticas que inundaron los cines en la década de los
setenta.
JANO habría de contribuir a todos los géneros y subgéneros
hispanos. Destacaría en el taurino, en el que sus carteles
-sus modelos encajan perfectamente en la tradición más
respetuosa- eran directos y populares, destacando cuando era necesario
a las estrellas, que lo eran del ruedo y la pantalla, como Manuel
Benítez El Cordobés en Aprendiendo a morir
(Pedro Lazaga, 1962); y Luis Miguel Dominguín en Yo he
visto la muerte (José María Forqué, 1965),
que incluía los "hierros" de diferentes ganaderías
y pequeñas escenificaciones de lances taurinos.
En el cine español las primeras barreras de la censura en
caer fueron las sexuales, lo que produjo una verdadera fiebre de
películas en las que todo estaba pensado en función
de la exhibición de desnudos más o menos moderados.
Dos carteles de 1977, ofrecían reflejos de ese ambiente:
Del amor y de la muerte (Antonio Gimenez Rico), un estudio
del desnudo en una pareja tomada de perfil, bastante sugerente,
y cuyo cartel no indica, salvo por una tímida grafía
goticista, que la acción transcurra en la Edad Media; y Deseo
carnal (Manuel Iglesias), composición, igualmente mórbida,
sobre un fondo menos idílico que el anterior, pero más
apasionado en su trazo desigual, casi expresionista.
Continuando con los géneros, se hace evidente su soltura
para elaborar composiciones que se identifiquen, por ejemplo, con
el dinamismo y el ritmo de los Westerns. No es otra cosa Llanto
por un bandido (Carlos Saura, 1963), un western autóctono,
es decir, que aplica los códigos de ese género para
narrar una parte de la historia española. Diseño repleto
de ritmo, colores cálidos e intensos. El rojo y el amarillo,
entre los que se alza de patas el caballo de Jose María el
Tempranillo -Francisco Rabal-, impregnan una de las diagonales que
también ocupa, toda en rojo, la protagonista femenina. La
variante del género que triunfa en ese periodo es el "Spaguetti-Western".Sus
mejores muestras son las aportadas por Sergio Leone, y para su película
Por un puñado de dólares (1964), JANO, aplica
un diseño que insiste en la carismática figura del
pistolero cazarecompensas -Clint Eastwood-, justo después
de haber eliminado a uno de sus oponentes.
JANO, jubilado en el año 1987, siguió realizando encargos
aislados, en los que su habilidad para el dibujo se mantuvo firme.
No era extraño durante la década de los ochenta encontrar
"plumas" suyas reproducidas en los periódicos de
toda España, como la del año 1986 (aparecido un domingo
2 de marzo en el Heraldo de Aragón, popular diario zaragozano)
para El justiciero de la noche (Michael Winner, 1985), y
también diseños para carátulas de las más
diversas procedencias, o la reutilización de sus carteles
en las ediciones para vídeo y DVD.
El 12 de mayo de 1992, fallecía Francisco Fernández
Zarza, sin que se le hubiera reconocido suficientemente su categoría
como artista y diseñador, y sin calibrar justamente el decisivo
papel que ha tenido, junto a otros estupendos cartelistas de cine,
en la configuración del gusto estético de muchos españoles.
Deseando que lo aquí expuesto haya contribuido a la justa
reivindicación del magnífico creador que hay tras
las muchas máscaras de JANO, les invito a seguir disfrutando
de sus fantásticas y ensoñadoras creaciones.
:::
Roberto
Sánchez
NOTAS
(1)
Aunque Francisco Baena Palma (prestigioso publicista y excelso coleccionista)
tiene al menos dos trabajos publicados, uno sobre programas de mano
en 1994, y otro más generalista sobre cartel de cine español
entre 1910 y 1936, destaca por su enjundia y calidad (en textos
e imágenes) el monográfico Josep Soligó,
más allá del Technicolor, publicado como en los
otros casos por F.B.P. (es decir, por sí mismo) en Barcelona
(año 2000), y prologado por Terenci Moix.
El autor del presente artículo se doctoró con su tesis
El cartel de cine: el cartel de cine como medio publicitario
y modo de expresión artística (El cartel de cine en
España), defendida con éxito en 1992.
La exposición Cine de Papel. El cartel de cine en España,
fue organizada por el Ayuntamiento de Zaragoza, del 25 de junio
al 18 de agosto de 1996. Ese mismo año, aunque incompleta,
pudo contemplarse también en las salas del Círculo
de Bellas Artes de Madrid (del 29 de noviembre al 18 de diciembre).
El Cartel de cine: Arte y publicidad / Roberto Sánchez
López - Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 1997.
(2) Desde mediados de agosto de 2001 se pudo
contemplar una excelente y necesaria exposición de los carteles
de Fernando Albericio en Tarazona, su ciudad natal. Hay muchos más
cartelistas y diseñadores destacables. Por citar algunos:
Chapí, Barba, F. Piñana, H. Aguiar o MAC (Macario
Gómez Quibus). Este último en su retiro barcelonés
(Olesa) sigue dedicándose a la pintura con singular entusiasmo.
Todos merecerían monografías como la dedicada por
Baena a Soligó.
(3) Agustín Sánchez Vidal en
su Prólogo "Fijaciones" para El Cartel de cine.
Arte y Publicidad, Op. Cit.
(4) Declaraciones del propio Jano a Rafael
R. Tranche en una entrevista grabada en vídeo. Algunos fragmentos
se utilizaron en el audiovisual que acompañó la exposición
Cine de Papel.
(5) La entrevista fue firmada por el periodista
Carlos Mª Tosantos. El artículo se titulaba "Fulgor
y muerte del cartel cinematográfico", para Mensaje
y Medios, revista de comunicación de TVE, nº 19
(octubre de 1990), pp.59-63. Algunos temas expuestos sobre el cartel
de Surcos no eran del todo exactos.
(6) Según declaraciones del hijo de
Jano, Victor Fernández. Gracias a él pudieron aclararse
algunos puntos de la "leyenda" de Surcos.
NOTA DE LA REDACCIÓN:
Los herederos de Jano han eleborado una página web sobre él: www.cinejano.com
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