Festival
Internacional de Cine de San Sebastián (2004)
Edición número 52
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Diecinueve películas en la Sección Oficial (tres de
ellas no competitivas), treinta y cinco títulos en Zabaltegui,
treinta obras en Horizontes Latinos, treinta y ocho largometrajes
en la retrospectiva de Anthony Mann, treinta y cuatro filmes en
el ciclo Incorrectos, cuarenta y cinco trabajos en Conocer a Woody
Allen y algunas sesiones especiales arrojan un saldo de más
de doscientas películas en nueve días de festival.
Una oferta a todas luces inabarcable y que obliga a seleccionar
y priorizar lo que se ve en cada uno de los días.
Fuera de las
películas, este año el festival estuvo marcado por
la retirada de un importante patrocinador. Ello supuso que la duración
quedara en nueve días (del 17 al 25 de septiembre), frente
a los diez habituales, que se cobrara por primera vez el programa
de mano, que los acreditados tuvieran que pagar una cuota y que
no se editara libro sobre la figura del director contemporáneo
abordado. De hecho, según me comentaron diversos periodistas,
este ciclo se realizó porque se trataba de Woody Allen a
quien se le entregaba un premio Donostia y venía a abrir
el festival con su última obra, Melinda y Melinda.
De lo contrario, esta mirada sobre la obra de un realizador en activo
que lleva años funcionando (Peter Bognadovich, Hou Hsiao
Hsien, Otar Iossealiani, John Sayles, Volker Schlöndorf o Bertrand
Tavernier han desfilado por las pantallas de San Sebastián
y con su correspondiente publicación) no se hubiera llevado
a cabo.
Sección Oficial
La
sección competitiva del festival se abrió, aunque
fuera de concurso, con la última película de Woody
Allen. Melinda y Melinda continúa mostrando la fauna
que habita entre la burguesía neoyorquina con su habitual
sorna. La excusa de si las historias deben contarse desde el punto
de vista de la tragedia o de la comedia le sirve al curtido Allen
para burlarse de muchos de los planteamientos de la parte trágica,
ya que en numerosos momentos no hace sino mostrar la tragedia de
una forma que provoca la risa. En la posterior rueda de prensa sacó
a relucir la misma socarronería. Así, confesó
que el Shakespeare de las comedias no le gusta mucho. Que el nombre
de Melinda se le ocurrió porque es fácil de teclear
en el ordenador. Que la reelección de Bush sería una
tragedia pero que él por sí solo es muy cómico.
Finalmente declaró que si hace sus películas tan seguidas
es porque cree tener buenas ideas y además no puede estar
sentado en su casa más de dos días.
Hermanos de Susanne Bier cuenta la desaparición de
un soldado danés en el conflicto de Afganistán y cómo
su mujer intenta rehacer su vida a la vez que estrecha la relación
con el hermano de su desaparecido marido. Empleando material visto
ya muchas veces, Bier consigue construir un buen drama gracias a
algunas de las situaciones planteadas, especialmente las referentes
al hogar. Es destacable el trabajo de los actores, con algunas caras
conocidas del reciente cine danés, doblemente premiados en
el palmarés al obtener los galardones a mejor actor (Ulrich
Thomsen) y actriz (Connie Nielsen).
Clandestino de François Dupeyron se centra en la odisea
de una joven mujer recién enviudada y un joven turco, inmigrante
ilegal, que quiere llegar a Londres. Ambos se encuentran en la localidad
francesa en la que ella vive. A ratos interesante, el realizador
aborda de una forma realista la relación entre ambos: apenas
hay diálogos porque entre ellos no se entienden (él
solo habla turco). El mayor reproche es que necesite 110 minutos
para contar esta historia que en muchos momentos se pierde en secuencias
que no aportan nada a la historia, quizá por un exceso de
celo en querer transmitir la incomunicación entre los personajes.
9 songs de Michael Winterbottom es una película que
no aporta absolutamente nada. Una nadería aburrida y en absoluto
escandolosa (excepto para las mentes más estrechas). Escenas
de sexo explícito que no ahondan en la personalidad de los
personajes y actuaciones en directo de grupos musicales en conciertos
a los que acuden la pareja. Obtuvo un incomprensible premio a la
fotografía, único abucheo sonado de todo el palmarés
de este año.
Conociendo a Julia de István Szabo, también
fuera de concurso. Se trata de una agradable comedia, algo acartonada,
situada en el mundo del teatro. Hay un buen plantel de actores aunque
sobre todo es para el lucimiento de Annette Bening, segundo de los
premios Donostia, quien disfruta en su papel de veterana actriz
que recobra la ilusión por el amor de un joven pese a que,
como veremos, está rodeada de mucha falsedad, empezando por
ella misma.
La última obra de Adolfo Aristaráin, Roma,
supuso una gran decepción entre muchos espectadores. Una
película innecesariamente larga y en exceso autocomplaciente.
José Sacristán repitiendo su papel de hombre-sentencias.
Los textos de Aristaráin siempre han sido muy literarios
pero jamás han sonado tan falsos como en esta producción.
Una pena después de la excelente y preciosa Lugares comunes.
Tarfaya de Daoud Aoulid-Syad aborda el problema de los inmigrantes
del norte de África. Su principal problema es la indefinición,
ni es drama ni es comedia pese a ciertos intentos de humor. El guión
parece poco trabajado. Una obra que no convence.
Horas
de luz de Manolo Matjí era la representante española
en la Sección Oficial de esta edición. Basada en hechos
reales, cuenta la historia de amor entre un recluso por el asesinato
a sangre fría de unos policías y una de las enfermeras
de la prisión. Una película que no transmite tensión
dramática en ningún momento y que se ve con la misma
facilidad con la que se olvida.
Sueño de una noche de invierno de Goran Paskaljevic es
una obra dura y seca, sin apenas concesiones. Es la historia de
un fantasma en un país con el alma rota. El retrato de un
país en ruinas tras la guerra. El final trágico no
puede evitarse pese a que esa parte última es la peor de
todo el relato.
Carta de una desconocida de Xu Jinglei es una película
elegante y muy bien filmada pero sin emoción, fría.
Ni siquiera la baza de la historia de China (invasión japonesa,
ascenso de Mao) está bien aprovechada. Una pena porque podría
haber dado lugar a un buen melodrama. Aunque las comparaciones siempre
son odiosas, esta obra no hace olvidar la versión de Max
Ophüls, infinitamente superior.
Mi padre es ingeniero de Robert Guediguian. El francés
Guediguian vuelve a la carga, es decir, a hablar de conciencia social
y de política. Y lo hace con una historia de amor, con sus
actores de siempre (Ariane Ascaride y Jean-Pierre Darrousin al frente),
magníficos ellos. Pero en esta ocasión con un guión
que no funciona, sobre todo en la parte de fábula-ensoñación.
Demasiado discursivo a lo largo de todo el relato, supuso otra de
las grandes decepciones de este año.
Omagh de Pete Travis es una vibrante recreación del
atentado en la localidad irlandesa que da nombre a la película.
El estilo es el mismo que ya se vio en Bloody Sunday. De
hecho, el director de esta última, Paul Greengrass, participa
en el guión de Omagh. Quizá estén abusando
ya de esta estética documental para hacer más próxima
la historia al espectador, pero la verdad es que lo hacen muy bien.
Además entroncan los relatos en hechos recientes, los personalizan
y le dan una inmediatez muy lograda y de gran fuerza. También
contribuyen poderosamente a esta credibilidad los actores, con sobresalientes
interpretaciones.
El bosque de las arañas de Song Il-gon es una película
coreana de fantasmas. Aunque es un relato fantástico está
contado en tono más realista que sobrenatural. Exige estar
atento al desarrollo pues si bien parece en algunos momentos que
no tiene mucho sentido, al final las piezas encajan en su sitio.
El cielito de María Victoria Menis cuenta la historia
de un joven argentino errante sin dinero, buena persona, que encuentra
en la figura de un bebé alguien a quien cuidar. Historia
minimalista, por lo que cuenta, como lo cuenta y presupuesto invertido,
contada principalmente con un tono realista. Es un buen retrato
de la pobreza y la soledad en la actual Argentina. Quizá
el final resulte demasiado previsible pero no deja de ser una película
consistente en su sencillez.
Otro veterano del festival, John Sayles, presentó su última
producción, Silver City, en la que arremete contra
la política, la corrupción, los intereses creados
y los tejemanejes del poder. Este filme resulta interesante pero
no va más allá. Es una obra demasiado dialogada y
poco visual, aspecto habitual en la obra de Sayles pero que aquí
aún se nota más. No por ello deja de tener apuntes
de importancia acerca de la realidad de los Estados Unidos.
Victor Gaviria, colombiano firmante hace unos años de la
dura La vendedora de rosas, estrenó su última
película en la Sección Oficial. Sumas y restas
es un relato sobre el mundo del tráfico de drogas en el Medellín
del año 1984. En esta ocasión no aporta nada nuevo
y resulta una obra cansina y de poco interés.
Bombón, el perro de Carlos Sorín empieza muy
bien. El actor y su personaje enganchan enseguida pero a medida
que se desarrolla esta nueva "historia mínima"
se desinfla y queda muy desaprovechado. Es un retrato de gente humilde
en la Patagonia pero mucho menos interesante que su anterior película,
Historias mínimas.
Las
tortugas también vuelan de Bahman Ghobadi fue sin lugar
a dudas la película del festival. La historia se sitúa
en un campo de refugiados kurdos en la frontera Irán-Irak,
poco antes de la invasión de Irak por tropas norteamericanas.
Con los niños como protagonistas, es tan dura y terrible
como el filme de Paskaljevic pero más completa y mejor acabada.
Con un fuerte contenido poético ausente en otras de las producciones
vistas en la Sección Oficial. Justa ganadora de la Concha
de Oro, esta obra gustó tanto al público como a la
crítica (salvo muy contadas excepciones) y puso de acuerdo
al jurado en una decisión que pocas veces agrada a todo el
mundo.
La tercera y última de las películas que no entraban
a concurso fue Una mujer difícil de Tod Williams.
Su protagonista, Jeff Bridges, recibía también el
correspondiente premio Donostia de este año. Se trata de
un drama sobre la pérdida bien filmado e interpretado. Una
obra correcta y adulta que se disfruta pero sin nada especial que
destacar.
Zabaltegui
En esta sección se exhiben las Perlas de otros Festivales
y las películas de Nuevos directores, optando al premio del
público en el primer caso y a los premios al nuevo director
y nuevo guionista en el segundo.
Diarios
de motocicleta dirigida por Walter Salles se alzó con
el premio del público. Basándose en los libros Notas
de viaje de Ernesto Guevara y Con el Ché por América
Latina de Alberto Granado, el filme cuenta las peripecias de
un joven Guevara, con poco más de 20 años, y su mejor
amigo en el viaje que emprenden por Argentina, Chile, Brasil y Perú
a comienzos de los años cincuenta. Con la estructura de una
road movie de aventuras, Salles construye una obra de ritmo
conciso y ágil. Del humor y desenfado inicial se pasa a la
toma de conciencia ante la injusta realidad que los protagonistas
encuentran a su paso por diferentes zonas de Sudamérica.
La película no huye del espectáculo y de ciertas concesiones
a lo fácil que sin embargo ayudan a que un mayor número
de espectadores simpaticen con las andanzas de los personajes. Como
ejemplo, el momento en que Ernesto cruza a nado el lago que separa
la zona de los médicos de la de los leprosos para que ellos
también puedan participar de la fiesta que se está
celebrando. Este instante saca las emociones primarias de quien
contempla la escena, recurso hábil para enganchar al público
pero demasiado cómodo y condescendiente con la figura protagonista.
Se trata en definitiva de una obra con un claro sentido comercial
por un lado pero cuyo suave tono social puede servir como ejemplo
para el establecimiento de un camino a seguir dentro de estos parámetros.
Un modelo de producto cuya forma es para todos los públicos
y con un contenido más rico que la mera película de
entretenimiento.
Con La dama de honor Claude Chabrol vuelve a construir un
relato negro enclavado en la clase media francesa. Bien realizada
y resuelta pero sin novedades. No entusiasma demasiado pese a su
corrección o quizá precisamente por eso.
Ganadora en Cannes del premio al mejor guión, Como una
imagen de Agnès Jaoui también se exhibió
en Zabaltegui. Se trata de una comedia muy ligera cuya mejor baza
es un guión bien construido y repleto de diálogos
brillantes, así como de un plantel de actores que hacen creíbles
unos personajes que apenas logran interesar. Quizá la excepción
es el interpretado por el coguionista de la película, Jean-Pierre
Bacri. Con una línea coral muy similar a su anterior Para
todos los gustos, esta vez el dúo Jaoui-Bacri no acierta
en esta historia sobre la autoestima y la imagen de cada uno.
Zhang Yimou estuvo presente con La casa de las dagas voladoras,
su última incursión en el wuxia-pian y así
otro espectáculo visual de espadachines saltarines. Plásticamente
tiene momentos bellísimos (la persecución en el bosque
de bambú, por poner un solo ejemplo). La historia de amor
están tan sublimada que llega a ser kitsch e incluso ridícula,
pero la película se disfruta por muchas de sus bellas imágenes
y las coreografías espléndidamente filmadas.
Beautiful boxer de Ekachai Uekrongtham presenta una historia
basada en hechos reales sobre un luchador de boxeo tailandés
que en realidad se sentía mujer. Se centra demasiado en los
combates y poco en el conflicto interno del protagonista, consiguiendo
que sus casi dos horas de metraje pesen más de la cuenta.
Podría haber dado lugar a un buen drama pero el director
desaprovecha el atractivo del personaje central.
Lucile Hadzihalilovic obtuvo el galardón a nuevos directores
por su filme Innocence. Con un innecesario metraje que alcanza
las dos horas, la historia se podría haber contado en un
corto de 30 minutos, además de resultar bastante pretenciosa
en el relato de una misteriosa casa en la que viven niñas
de a partir de siete años que abandonan el recinto al cumplir
los trece.
El viejo maestro Jean-Luc Godard sigue haciendo de las suyas como
vemos en su último trabajo, Nuestra música.
Investiga sobre el texto y la imagen más allá de la
mera tradición del cine narrativo. Reflexivo y poético,
Godard presenta un ensayo, género poco frecuentado en las
pantallas comerciales. Sin lugar a dudas un trabajo interesante
y arriesgado.
Anthony
Mann
La
retrospectiva de un director clásico ya fallecido estuvo
dedicada a Anthony Mann (1906-1967), quien dirigió su primera
película en 1942 y la última en 1967 no llegando a
concluirla. Este realizador es conocido sobre todo por sus magníficos
westerns de los años cincuenta interpretados por James Stewart:
Winchester 73 (1950), Horizontes lejanos (1952), Colorado
Jim (1953), Tierras lejanas (1955) y El hombre de
Laramie (1955). Pero también es responsable de otros
brillantes títulos como la bélica La colina de
los diablos de acero (1957).
El completo ciclo sirvió para descubrir la parte de su filmografía
menos vista, es decir, sus películas de serie B de los años
cuarenta, especialmente las de cine negro. Destacar películas
como Desperate (1947), un entretenido thriller con
fotografía expresionista y, sobre todo, Raw Deal (1948)
en la que el protagonista es un delincuente con dos mujeres enamoradas
de él; tipos duros, fatalismo, Raymon Burr ejerciendo de
villano y nuevamente juegos de luces y sombras.
También es justo mencionar el primer western que dirigió
Mann, La puerta del diablo (1950), una estupenda película
proindia, directa y hermosa, con Robert Taylor alejado de su imagen
de galán.
Palmarés
Premios Oficiales
-Concha de Oro a la Mejor Película: Turtles can fly (Las
tortugas también vuelan) de Bahman Ghobadi (Irán-Irak)
-Premio Especial del Jurado: Sam zimske noci (Sueño de
una noche de invierno) de Goran Paskaljevic (Serbia y Montenegro)
-Concha de Plata al Mejor Director: Xu Junglei por Yi geng mo
sheng un ren de lai xin (Carta de una desconocida) (China)
-Concha de Plata a la Mejor Actriz: Connie Nielsen por Brodre
(Hermanos) (Dinamarca)
-Concha de Plata al Mejor Actor: Ulrich Thomsen por Brodre (Hermanos)
(Dinamarca)
-Premio del Jurado a la Mejor Fotografía: Marcel Zyskind
por 9 Songs (Gran Bretaña-USA)
-Premio del Jurado al Mejor Guión: Guy Hibbert y Paul Greengrass
por Omagh (Gran Bretaña-Irlanda)
El jurado estuvo
integrado por Mario Vargas Llosa (presidente), Yamina Benguigui,
Tom Dicillo, Marta Esteban, Laura Morante, Eduardo Serra y Dito
Tsintsadze.
Premios no oficiales
-Premio Altadis-Nuevos Directores: Innocence de Lucile Hadzihalilovic
(Francia)
-Premios Nuevos Directores (Mención especial): Karpuz
kabugundan gemiler yapmak (Boats out of watermelon rinds) de
Ahmet Uluçay (Turquía)
-Premio TCM-Perla del público: Diarios de motocicleta
de Walter Salles (EEUU-Francia-Argentina-Gran Bretaña)
-Premio de la juventud: In my father's den de Brad McGann
(Nueva Zelanda-Gran Bretaña)
-Premio Horizontes: Mala leche de León Errázuriz
(Chile)
-Premio Horizontes (Mención especial): Fernanda Montenegro
por O outro lado da rua (Brasil-Francia) y Damián
Alcázar por Crónicas (Ecuador-México-España)
-Premio Arte: El cielito de María Victoria Menis (Argentina-Francia)
-Premio Montblanc de Nuevos Guionistas: Marc Gautron y Fanta Régina
Nacro por La nuit de la verité (Francia-Burkina Faso)
Otros premios
-Fipresci: Bombón, el perro de Carlos Sorín
(Argentina-España)
-Círculo de escritores cinematográficos: Turtles
can fly (Las tortugas también vuelan) de Bahman Ghobadi
(Irán-Irak)
Más
información en: www.sansebastianfestival.com
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Luis Antonio
Alarcón
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