Gracias al demonio, Sin noticias de Dios

 

 

 

Enorme esta película, enorme. Demonios y ángeles cohabitando juntos para, por los pelos, atajar el triunfo del neoliberalismo y la globalización capitalista que, oh! ingenuos, afecta también a los asuntos celestiales y de ultratumba. Democracia e igualdad en el trato así en el infierno como en el cielo, porque para los carroñeros del dinero, de la especulación, no es lo mismo un muerto rico, que un muerto pobre, ni siquiera en el infierno, ni siquiera en el cielo.


Porque las cosas ya no son como eran, ni siquiera en términos absolutos. La rapidez de los cambios, la rapidez en las mudanzas de las cosas siempre son para peor para los más, para las buenas personas como el diablo y sus demonios. Sobrepasado por las nuevas tecnologías, por las nuevas formas de gestión empresarial, que tienen su propia ideología excluyente e inhumana, acude a los que, como él, son buenos o malos (incluyendo la inmensa gama de matices que separan estos éticos absolutos), pero no son carroña putrefacta.


Queridos enemigos, demonios y ángeles en entente cordiale porque hablan un mismo lenguaje, y porque en definitiva son buenos primos (de la misma carne), parientes cercanos alejados sólo por cuestiones de detalle bastante minimales (o follar o hacer el amor, y cosas así). Enfrente, la refinada abstracción de los males humanos que han asolado este planeta y que, hoy bajo la aparente capa de la eficiencia, la modernidad, el progreso, vienen a traer más de lo mismo para los mismos, mientras la mayoría se queda con migajas cada vez más pequeñas, porque nunca tantos tuvieron menos, y nunca menos tuvieron más (lean, si no, cualquier informe sobre el reparto de la riqueza en el mundo hoy).


Globalizar las resistencias al capitalismo y globalizar la solidaridad frente a la globalización impuesta por el dios mercado y la exclusión social. En esta tarea estamos, los demonios y los ángeles, como siempre, y este siglo parece especialmente propicio para retomar la pelea, el jaleo, porque ya nos hemos enterado que las ideologías no sólo no han muerto, como decían las voces de sirena del Sistema Triunfante, sino que siguen tan vivas como los que murieron por defender las causas que ahora son también nuestras causas.
¡La lucha continúa!

 

Maximilien Robespierre

 

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