José Val del Omar (I)

 

 

Poeta y cineasta místico


José Val del Omar (Granada 1904 - Madrid 1982) es uno de los experimentalistas, recientemente recuperado de un lamentable olvido. La programación Xcentric; Imágenes contra dirección, del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona ha proyectado sus películas con el preámbulo: "El Tríptico Elemental de España es uno de los ejercicios experimentales más bellos de nuestra cinematografía, Val del Omar apasionado inventor y artista recoge en estas tres obras su profunda fascinación por el cine como máquina de ilusiones, enlazando lo espiritual y lo material de forma apasionada" (C.C.C.-Barcelona, noviembre 2001).


Biografía


Nació en 1904 en Granada, ciudad que influyó en su mística y estética; "punto de encuentro entre oriente y occidente", solía decir. Vivió en París en su juventud (1921), y quedó fascinado por el cinematógrafo, conoció las películas y primeras cámaras de cine de los hermanos Lumiere y de Pathè.
A los veinte años regresó a Granada. Traía consigo el espíritu de la modernidad y la afición a la mecánica y las tecnologías del sonido y la imagen. Su primer negocio ya se relacionaba con la mecánica; montó el primer concesionario de coches americanos en la ciudad.


Técnica y mística


1924. Como cineasta, realizó su primera película: En un rincón de Andalucía. Era autodidacta e hizo todos los oficios de la producción cinematográfica: productor, guionista, fotógrafo, director… Esta característica de autor total le acompañó toda su vida. Terminada la película -de la que no se conservan copias- no quedó satisfecho con los resultados. Durante los siguientes seis meses se retiró a meditar "sobre el sentido místico de la energía", en Las Alpujarras.


En su retiro le acompañaban dos objetos; una lupa y un imán, de los que le gustaba comentar con aquellos que se le acercaban. A los que mostraban mayor interés por la lupa, los calificaba como occidentales, si se decantaban por el imán los consideraba orientales. Trataba de integrar ambos instrumentos: "capacidad analítica con atracción emotiva", explicaba.


De hecho, sus primeros éxitos técnicos nacieron de la integración de estas experiencias. En 1928 Florián Rey escribía en la revista Panorama: "Un joven español inventa dos instrumentos que revolucionarán el arte cinematográfico" Se trataba del objetivo de ángulo variable, que hoy conocemos como zoom, patentado por la casa Zoomar en 1930, y la pantalla cóncava apanorámica, o el desbordamiento apanorámico de la pantalla… una intuición que décadas después se plasmaría en los recursos técnicos que utilizan hoy los grandes formatos cinematográficos: Cinerama, Imax, Omnimax, Iwerks 8perf. /70mm, Cinemeccanica, etc., cuya espectacularidad deriva de un tamaño de la proyección que desborda el campo visual humano. Es decir, tal y como sucede con las imágenes en la realidad, donde percibimos una "visión central" enfocada, perfectamente nítida y detallada, y una "visión periférica", circundante a la central y que sin ser una visión detallada, ni nítida, nos alerta de cualquier alteración o movimiento que pueda afectar a la imagen central. Las patentes nunca fueron suyas, la intuición previa sí. A lo largo de su vida, esta situación se repite en múltiples ocasiones. Su sonido Diafónico antecedió a la estereofonía, la picto-lumínica-audio-tactil, precursora de efectos especiales de proyección como el sensoround, etc.


Entorno generacional


Para el profesor Luis García Montero, "La generación del 27 vivió el cine con una evidente rotundidad estética" Rafael Alberti en "Cal y canto", o Pedro Salinas en "Seguro Azar", publicaban poemas al cinematógrafo. Era 1929.


En aquellos años, José Val del Omar se incorpora al Museo Ambulante de las Misiones Pedagógicas (1933 - '35), conoce la Residencia de Estudiantes, participa de la estética de este entorno y, según opina García Montero, comienza a investigar por un camino inverso al de estos poetas: más que llevar el cine a la poesía, Val del Omar "trataría de llevar la intensidad poética al cine".


En 1941 creó el servicio de efectos especiales en los Estudios de cine Chamartín y en 1943 presentó el Sistema Diafónico, en 1949, realizó el primer registro estereofónico de El Amor Brujo, de M. De Falla.


1953 fue el año de la producción de Aguaespejo granadino, (también llamada La gran siguirilla) con sonido diafónico, en 1956, la presentó en el Festival de Cine de Berlín y en 1958 en un 1er. Festival Internacional de Cine Experimental, celebrado en el marco de la Exposición Universal de Bruselas.


En 1959 realizó, en tactil-visión Fuego en Castilla, con la que obtuvo en 1961 el premio de la técnica del Festival de Cannes. Los efectos especiales se utilizaban tanto en la pantalla como físicamente en la sala, donde ardían teas de resina de pino y la proyección, desbordando la pantalla, inundaba techo y paredes de la sala.


En la revista literaria Insula, 1962, López Villegas le califica de "poeta del cine". Tras esta cadena de éxitos y reconocimientos, Val del Omar, inicia una actividad tan febril como ineficaz. Intentó filmar una película en palpivisión, otro de sus inventos, para Festivales de España, sin llegar a conseguirlo. Experimentó con pantallas corpóreas en Méjico y participó en varias "instalaciones" en el Pabellón de España en la Exposición Universal de Nueva York de 1963. Un año después, presentó una propuesta de creación de un Instituto de Técnicas del Espectáculo que tampoco llegó a realizarse.


La combinación de diferentes efectos especiales, a un lado y otro de la pantalla, es decir: no solo en la producción de las películas sino también durante las proyecciones, directamente ante la audiencia, eran ahora para Val del Omar, tras la experiencia americana y tal vez deslumbrado por su industria, un sueño alcanzable.


Su actividad en los siguientes años es intensa en lo que respecta a participación en congresos de técnicas de cine y televisión, comisiones de valoración de sistemas técnicos y propone nuevas patentes. Dicta conferencias con el título "Inventemos nosotros", pero su producción de películas se ha detenido.


Acariño galaico comenzaría en 1968 para ser retomada de nuevo en los años '80. Quedó inconclusa. Entretanto, experimentó con el láser y el vídeo, colaboró en industrias ópticas y dirigió un laboratorio en la Escuela de Cine de Madrid.


Arte y técnica


Los cineastas y, en general, los artistas de su generación consideraron a Val del Omar un científico inasequible y un tanto críptico; para los tecnólogos jóvenes resultaba un poeta místico e intraducible. Nunca creyó en ningún tipo de dicotomía o divergencia entre técnica y arte. Todo lo contrario, su vida parece un intento de conjugarlas. Un técnico que se comunicaba artísticamente y/o un artista que para potenciar su expresividad inventaba nuevas técnicas. Siempre en solitario: películas de un solo autor, participante solitario en festivales haciendo incluso de proyeccionista, difusor incomprendido de sus intuiciones, luchador solitario y frustrado defensor de algunos de sus derechos y patentes…


Entre sus satisfacciones, selectas críticas como la de Amos Vogel en su libro Film as a Subversive Art, 1974, donde podemos leer sobre Aguaespejo granadino:
"Una obra explosiva, cruel, llena de la pasión más profunda. Un grito de silencio. Una evocación mística de las pesadillas de España. Con reminiscencias de "Tierra sin Pan" de Buñuel, consigue transmitirnos un terror y ansiedad sin nombre. Se trata de una de las grandes obras desconocidas del cine mundial". También añadía: "Emergiendo en el Primer Festival de Cine Experimental de Bruselas en 1958, la película desapareció tan rápidamente como vino, siendo ahora imposible de localizar". (Amos Vogel, Film as a Subversive Art, 1974).

Afortunadamente, se pudo recuperar.

 

José Luis Nievas


 

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