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 CINE  V.O.S.C.

 

 

También la gente de mi generación creció con la convicción de que todo el mundo hablaba castellano en el cine. Una suerte de milagro aún no reconocido por la Iglesia Católica nos hacía vivir en la ilusión de que yankees, romanos, "indios" (los auténticos americanos), negros, todos hablaban la lengua del Imperio castellano. Si bien muchas de aquellas películas estaban hechas por la industria norteamericana, y rodadas en inglés-americano (la lengua del Imperio imperante desde 1945), no quedaba mucho margen para imaginar que hubiera otras industrias, otras filmografías, que hicieran cine al margen de los márgenes que la fuerza del dinero y el capital estaba construyendo.

 

          Y hoy, cuando se nos dice que ya no hay fronteras (para el dinero), que este mundo está globalizado, que es más fácil hablar con un neozelandés que con un vecino (cierto), que el reconocimiento de la diversidad, de la multiculturalidad, de la "tolerancia", asientan los valores del nuevo milenio entrante, qué difícil resulta todavía en una ciudad de provincias (aunque tenga a la Virgen del Pilar de patrona y a la Academia General Militar de inquilino gratuito) pagar para ver cine que no esté doblado al castellano.

 

Hoy el cine V.O.S.C. (Versión Original con Subtítulos en Castellano) mantiene vivas, y de qué forma, las esencias del cine denominado de "Arte y Ensayo" de hace unas décadas que dicen que fueron heroicas: elitismo, clasismo y, sobre todo, clandestinidad política. Ni siquiera las salas de provincias acondicionadas especialmente para ello (al menos esa decía ser la voluntad política de sus promotores), han sobrevivido y han sido capaces de generar y vehicular la demanda de los consumidores (antes conocidos como espectadores) de cine VOSC. Y qué decir de los estrenos de películas en "Versión Original en Castellano" ... (carcajadas).

 

Resulta más que evidente el retraimiento, y hasta miedo, que produce lo desconocido, y que la contemplación de un filme en chino, árabe, persa, sigue siendo poco atractivo en un mundo en el que lo anglosajón se asienta como el paradigma de la modernidad, el progreso, la normalidad. Y en este país, además, estos filmes tienen que ser doblados al castellano para ser consumidos por un porcentaje determinado de la taquilla (o Box, como ya algunos la denominan, saltándose las reglas del doblaje), para tener garantizada una estancia mínima de "x" semanas en cartel, y distribuirse en un número "y" de copias. Es el sistema de siempre, que garantiza que ganan quienes tienen que ganar, y que convierte en perdedores a todos los demás.

 

Yo tampoco voy al cine a leer, pero confieso que la mayor parte de las películas que veo (antes más) en VOSC me dejan una huella más perdurable, me hacen disfrutar mejor del espectáculo emocional que esporádicamente sigue siendo el cine, que las que dan de comer al duro y en ocasiones gratificante oficio de doblador de películas.

Max Rob

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