El estreno durante el año 2002 de la película inédita de Welles La otra cara del viento (1975) nos devuelve un mínimo de arte, de sinceridad, de cine puro a la cartelera. En estos tiempos en los que ya no existe el cine, sino una maquinaria infame que vomita imágenes idiotas a las salas de proyección, que por fin alguien decida estrenar esta película, es la mejor noticia que nos podía llegar. Así que entremos en detalles. En primer lugar, no se trata de un refrito con escenas desempolvadas, montadas por un ganapán: es la película que Orson Welles tenía hecha. El único problema es que nadie la había querido estrenar hasta ahora. Quizás sea éste el momento porque ya no saben que hacer en la meca del cine, y han decidido probar suerte... para fracasar comercialmente una vez más con el gran genio incomprendido. Una película cuyos intérpretes son John Huston, Peter Bogdanovich, Lilli Palmer, Susan Strasberg, Oja Kodar, Bob Random, Howard Grossman, Joseph McBride, Tonio Sellwart, Cathy Lucas, Norman Forster, Dan Tobin, Edmond O'Brien, Cameron Mitchell, Gene Clark, Paul Mazursky, Paul Stewart, John Carroll, Dennis Hopper, Claude Chabrol, Stéphan Audran y Gary Graver, no debería haber permanecido en el olvido tanto tiempo. Absolutamente terminada de rodar y casi montada al cien por cien, la industria decidió no mostrarla al público. El encargado de estrenarla ahora es el biógrafo y amigo de Welles, Peter Bogdanovich, también actor (coprotagonista del film) y director. El gran John Huston tiene el papel protagonista (un director de cine), y el tono general es el de un falso documental. Una minoría de extraños especimenes humanos disfrutaremos contemplando lo que promete ser una obra maestra, mientras el resto del mundo expele ventosidades podridas, de espaldas a la creatividad y cara al sol que más calienta. Porque así ha sido desde que el cine es el cine y desde que Welles se dedicó a dirigir películas. Y si no, veamos: Ciudadano Kane (1941) estuvo a punto de ser quemada por orden del magnate cuya vida reflejaba, y fue un fracaso en taquilla. El Cuarto Mandamiento (1942) fue mutilado en la sala de montaje hasta hacer llorar a Welles: redujeron el metraje casi a la mitad y cambiaron el final. Su tercer largometraje, It's all true (1942), fue destruido y arrojado al mar por la productora, que le acusó de lunático y le rescindió el contrato. El siguiente, The stranger (1946), sufrió cortes y no se dejó intervenir a Welles en el guión porque no se confiaba ya en él; el resultado, una película muy por debajo del genio de su director, aunque uno de sus escasísimos productos rentables en su momento... La Dama de Shangai (1948) resultó un nuevo fracaso de taquilla y también fue retocado contra su voluntad. El sexto, Macbeth (1948) fue tan criticado por todos que le obligó a irse de su país. Otelo (1953) tardó cuatro años en rodarse y el público le dio la espalda. Mr. Arkadin (1955) otra obra más mutilada y remontada, y otro fracaso en taquilla. Su noveno largo, Don Quijote (1955-1975) nunca pudo acabarlo, tras veinte años de rodaje intermitente (El infame Jesús Franco vendió a la Expo de Sevilla de 1992 una versión purulenta montada por él). Sed de mal (1958) tuvo éxito en Europa, pero no en los USA; también fue cortado. El proceso (1962) fue otra obra incomprendida, basada en la novela de Kafka. Campanadas a medianoche (1966) se rodó sin medios en España durante tres años y se convirtió en la última película que pudo estrenar. Luego vinieron Una historia inmortal (1968) que se programó en televisión exclusivamente, The deep (1970), inacabada; y Fraude (1973), un aparente documental sobre la falsificación, con retazos de películas anteriores. Entre 1970 y 1975,
Welles trabajó en La otra cara del viento, que es la película
que nos ocupa, la número 16, si excluimos sus cortometrajes y
trabajos para televisión.
Antonio Tausiet |
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