Sucinta historia del cine X (I)

 

Introducción:

El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, define pornografía como: 1.- Tratado acerca de la prostitución. 2.- Cuento obsceno de obras literarias o artísticas. 3.- Obra literaria o artística de este carácter. Normalmente se suele definir la pornografía, para diferenciarla del erotismo, por lo explícito de sus contenidos. Es decir, si una película contiene escenas de sexo explícito (felaciones, coito real, sodomía, eyaculación, etc.) inmediatamente será catalogada como porno; sin embargo si dichas escenas son simuladas, se incluirá dentro del llamado cine erótico. Por lo general, subyace en este planteamiento una visión negativa del género pornografico, como algo sucio, grosero, de mal gusto y moralmente reprobable (y perseguible), en contraposición al erotismo como algo de buen gusto y que incluso puede ser artístico ( a este respecto, es interesante señalar que Nagisa Oshima dijo en una ocasión que el erotismo sería propio de la burguesía, y la pornografía del proletariado). Sin embargo, el que suscribe no está de acuerdo con esa visión maniqueísta del porno; en mis más de diez años como aficionado al género X he visto películas porno con más calidad y más "artísticas" que muchas de las películas que hoy día se consideran como "clásicos" del cine erótico (entre ellas, las repelentes películas que Just Jaeckin filmó en los años 70, desde Emmanuelle hasta Historia de O, pasando por Madame Claude, rebosantes de ínfulas artísticas, fotografía vaporosa y llenas de filtros, pero que son aburridas hasta la médula).

Una de las definiciones más acertadas la ofrecía uno de los escasos realizadores que cultivaron el género X en España en los años 80, Jesús Franco, en una entrevista hecha por la revista 2000 Maníacos: "Yo puedo rodar un polvo colectivo en plano general, con los intérpretes echándole mucho ardor al asunto, con los penes escasamente erectos, y no me catalogan la película como X; en cambio, si en esa misma escena insertamos una penetración y una mamada, aunque sólo sea un instante ¡ya está! es un porno. Es una diferencia técnica, del objetivo empleado por la cámara. Primer plano, pornografía; plano general, erotismo". A este respecto, es buen ejemplo de ello la película Calígula, realizada por el especialista en cine erótico Tinto Brass, con producción de la revista Penthouse, que el director filmó con abundancia de desnudos, escenas de sexo simuladas y planos generales, pero sin llegar más allá; sin embargo Penthouse decidió, sin contar con el realizador, rodar con las chicas de la revista unos insertos X e incluirlos a lo largo del metraje de la película (sobre todo, los más explícitos en la secuencia de la fastuosa y multitudinaria orgía final), consiguiendo que la cinta fuera calificada X (por cierto, que Tinto Brass siempre ha renegado de dicha versión X de su película). No obstante, la calificación de una película como pornografíca o no difiere bastante según el país de que se trate y su legislación; así por ejemplo, en Estados Unidos la MPAA (la organización encargada de la calificación de las películas, y de salvaguardar la moral y las buenas costumbres en USA) suele adjudicar la temible X a una película por cualquier nimiedad (ya sea por cuestiones de sexo o de violencia); mientras que en Europa, afortunadamente, se siguen criterios más permisivos a este respecto. Camilo José Cela, en La enciclopedia del erotismo, señalaba: "La pornografía no existe más que en la mirada o en el espíritu del contemplador y, en la medida en que está prevista por la ley y el reglamento, lo es lo que así parece al legislador o al censor y, desde el ángulo del ciudadano, lo es lo que está prohibido y no lo es lo que está permitido. La referencia al buen gusto o al mal gusto, o a lo artístico o no artístico, es tanto como jugar con valores subjetivos y, en última instancia, con la administrativa subjetividad del censor (...)."

A lo largo de esta serie de artículos sobre el cine X, que estarán presididos en todo momento por el subjetivismo del autor (de ahí que a ciertas cosas se les prestará más atención, y a otras menos, según le gusten o no al que suscribe), nos centraremos en el análisis del cine porno heterosexual, dejando de lado subgéneros más especializados (porno gay, zoofilia, sadomasoquismo, bondage, etc.), o tocándolos de pasada en algún asunto concreto. En los primeros capítulos se hará una pequeña historia de lo que ha sido la evolución de este género, casi siempre despreciado, prohibido y perseguido, marcado a fuego con una X prohibitiva, pero consumido en la intimidad en cantidades ingentes (muchas veces por aquéllos que dicen despreciarlo); comenzando por los años en que estaba sumido en la clandestinidad (desde la época del cine mudo hasta los años 60), su legalización en los años 70, la eclosión del video y la consiguiente saturación del mercado en los años 80, y su estilización en los 90 con el "porno de diseño".

En los primeros capítulos (años 70 y 80) nos dedicaremos más al desarrollo del porno americano en detrimento del europeo. Ello es debido a la hegemonía que mantuvo el cine X americano en dichas décadas (los directores más importantes de aquellos años y los clásicos del porno son prácticamente todos americanos), y a la escasez y, en general, a la mala calidad del añejo porno europeo. Sin embargo, a partir de los inicios de los 90 se empieza a dar una inversión de papeles; el porno europeo comienza a aumentar su importancia, tanto cuantitativa como cualitativamente. Comienzan a surgir empresas, realizadores e intérpretes de gran proyección, que elevan el nivel de las producciónes europeas, hasta el punto de que, hoy por hoy, superan en la mayoría de ocasiones al, salvo honrosas excepciones, adocenado porno yanqui.

Por supuesto, se dedicará un capítulo aparte al cada vez más consolidado porno español, que en los últimos años ha experimentado un auténtico "boom", contando ya con un pequeño, pero creciente, "star system" propio de realizadores, actores y actrices. Asímismo, se harán referencias concretas a algunas compañías señeras en este campo, y cuya influencia ha sido notoria, como por ejemplo, la multinacional sueca Private (a juicio del autor, hoy por hoy, la mejor compañía del mundo en cuanto a porno se refiere, tanto en calidad de películas, como en cuanto a plantilla de realizadores e intérpretes, e infraestructura y distribución), y a algunos de los directores más importantes (como por ejemplo, Mario Salieri).

También habrá un capítulo dedicado a los actores y las actrices más relevantes del género, en el que la selección será absolutamente subjetiva, y en el que se prestará más atención a la gran abundancia de actrices X por contraposición a los actores, mucho menores en número; ello se explica porque la carrera profesional de ellas es mucho más corta que la de ellos (algunos actores llevan en activo desde los años 70 y siguen haciendo películas, como son los casos de Ron Jeremy, Randy West o Jamie Gillis, por ejemplo), ya que en la mayor parte de los casos las chicas entran en el mundo del porno sólo por motivos económicos, sin tener nada que ver en ello sus gustos sexuales (al contrario de lo que la publicidad de las películas nos vende, presentándolas como auténticas ninfómanas devoradoras de hombres), lo que hace que normalmente se retiren al cabo de pocos años, cuando ya han alcanzado cierta notoriedad y ganado dinero suficiente (aunque siempre hay excepciones, claro), intentando muchas de ellas iniciar una carrera dentro del cine convencional, cosa que muy pocas consiguen.

Todo ello se hará prestando especial atención a los grandes clásicos del género (los de los años 70) y a las películas más relevantes, y pasando por alto la gran cantidad de basura videográfica que satura el mercado; ya que si por ejemplo, en el cine convencional hay un 50% de películas buenas (que es mucho decir) y otro tanto de malas, en el X el porcentaje de malas se dispara, al menos, al 80%. Sólo hay que saber buscar ese 20% de películas interesantes. En ese pequeño porcentaje está el camino para rebatir la molesta aseveración, mil veces oída, de que "todos los pornos son iguales". Como dijo en 1975 en la revista Art Press el escritor francés Philippe Sollers: "Ciertamente, nueve de cada diez veces el porno es conformista y estúpido. ¿Pero qué prueba esto? Nada. Somos conformistas y estúpidos. Somos feos y es algo que no tiene importancia, incluso da alegría".


José Miguel Baquedano

 

 

PÁGINA PRINCIPAL | DA TU OPINIÓN | QUIÉNES SOMOS | ENLACES

Optimizado para ser visto con Explorer 5.0 o superior

© www.tausiet.com - 2002