María Tausiet: "¿Qué es el diablo? ¿Cómo podemos evitarlo, alejarlo, exorcizarlo?"

La historiadora zaragozana publica 'Minerva duerme', un libro que recorre sus 30 años de investigación sobre la brujería

Mariano García / HERALDO DE ARAGÓN. 6/9/2024


La historiadora aragonesa María Tausiet. Guillermo Mestre

Nacida en Zaragoza, María Tausiet es historiadora especializada en creencias religiosas y brujería. Acaba de publicar ‘Minerva duerme. Cinco siglos de seres extraordinarios en Aragón’ (Institución Fernando el Católico).

Dice Carlos Forcadell que usted es la historiadora aragonesa más internacionalizada. Vaya si interesan las brujas y seres extraordinarios fuera de nuestras fronteras…
Hombre, eso es quizá mucho decir. Lo que sí es cierto es que la brujería, como disciplina científica, empezó a estudiarse en otros contextos de Europa y Estados Unidos mucho antes que en nuestro país, y que existe una bibliografía enorme sobre el tema. Cuando escribí mi tesis sobre las brujas en Aragón en los años 90, casi todo el mundo las asociaba aquí con algo esotérico, como si yo tuviera que "creer" aquello que estudiaba. He aprendido mucho fuera; también a dialogar con lo "nuestro", como los trabajos de Julio Caro Baroja, o, en Aragón, Ángel Gari, entre otros. 


La ciencia parece no haber acabado con los ‘seres extraordinarios’, simplemente los ha modernizado.
Parece claro que, en estos tiempos de crisis religiosa en que por lo general ya no compartimos la fe de nuestros abuelos, se hace necesario encontrar otras formas de creencia (la astrología, los mitos de la nueva era...) Ante el misterio, la mayoría de seres humanos buscan trascender o encontrar significados más allá de uno mismo. 


‘Minerva duerme’, el libro que acaba de publicar, recorre sus 25 años de investigación sobre ‘seres extraordinarios’ en Aragón, desde endemoniados a místicos. Lo dedica “a los que creen y a los que dudan”. Usted…
Al final, nos pasamos la vida entre la confianza y la incertidumbre. Dedico el libro "a los que creen y los que dudan". Y también "a los que velan sin dejar de soñar", pues todos vivimos a caballo de la razón y la imaginación, la vigilia y el sueño. Titulé el libro "Minerva duerme" porque trata de todos esos fenómenos que se manifiestan cuando la diosa de la Razón se abandona al sueño. Como añadía Goya a su famoso Capricho 43, cuando la razón duerme aparecen monstruos espantosos, pero también auténticas maravillas. 


La brujería sigue siendo un problema histórico difícil de explicar 24 años después de que usted publicara ‘Ponzoña en los ojos’. Usted hoy la definiría como...
Volviendo a lo que creo yo sobre la brujería, podría resumirlo diciendo que las brujas son símbolos, mitos, personificaciones del mal o de la desgracia. Durante mucho tiempo se consideraron seres imaginarios, o sobrenaturales, una especie de apariciones. Pero a finales de la Edad Media pasaron a encarnarse en mujeres de carne y hueso a quienes se acusó de crímenes imposibles. Había que encontrar chivos expiatorios y tanto los teólogos como los juristas apoyaron una persecución interesada que duró varios siglos. 


Había brujas antes en Aragón antes de que existiera el Reino. ¿Cuál es la primera documentada?
A pesar del famoso "haberlas, haylas", en la Edad Media en Aragón solo se conservan testimonios de adivinos o envenenadores. Como ha estudiado Ángel Gari, la palabra bruxobruxa aparece por primera vez en un documento de Barbastro del 1396. En realidad, la llamada brujería no empezó a perseguirse como un delito hasta el siglo XV. 


Brujas aragonesas ‘famosas’ hay unas cuantas, quizá la más conocida sea Dominga Ferrer, que ha inspirado novelas. ¿Cuál es la que más le ha sorprendido?
Ninguna en particular. Pero sí podría subrayar algunos fenómenos como el culpar a ciertas vecinas de ser las causantes de las muertes de criaturas, que las propias madres aplastaban y sofocaban en el lecho a veces, de forma más o menos inconsciente, en una época en que no había medios anticonceptivos. O el hecho de hacer confesar bajo tortura a algunas ancianas que habían asistido a aquelarres, y bailado y copulado con el diablo. 


Se ha ocupado también de casos de endemoniados, entre ellos el de Brígida Pérez, la mujer de Vera de Moncayo.
Sí, aunque hoy la palabra endemoniado nos parezca un poco fuerte, a lo largo de muchos siglos, ya desde la Edad Media, las enfermedades mentales o crisis existenciales se consideraban casi siempre causadas por la invasión de demonios. Uno de los remedios era peregrinar de santuario en santuario buscando una cura religiosa. Brígida salió de su pueblo, Vera de Moncayo, y recorrió muchos kilómetros acompañada de su marido. Fueron al monasterio de Piedra y al de Veruela, entre otros, hasta que llegó a Zaragoza en 1601. En la basílica del Pilar, le practicaron unos rituales de exorcismo espectaculares. Y, aunque no sabemos si realmente le sirvieron, su caso se consideró un milagro de la Virgen. 


¿Y las posesas de Tosos?
En este caso, que ocurrió en 1812, lo impresionante es que durante la procesión del Corpus Christi nada menos que ocho mujeres del pueblo se manifestaran como poseídas por el demonio, aullando, contorsionándose y haciendo todo tipo de gestos obscenos como era característico en los posesos. En realidad, era una forma de manifestar públicamente un problema que atañía a la mayoría de la población, pues lo que querían era echar del pueblo a una forastera con la excusa de que era bruja. Como si fuera "el mundo al revés", en pleno siglo XIX, cuando ya había pasado la "caza de brujas", consiguieron expulsarla. El obispo que juzgó el caso ya no creía en la brujería a estas alturas de la historia, así que lo que se conserva es un proceso contra las endemoniadas, no contra la supuesta bruja. 


En los últimos años se está vinculando la jota con los bailes que se ejecutaban para sanar de la picadura de la tarántula. Usted ha recogido valiosos testimonios en Fraga.
Normalmente se asocia solo a Italia el fenómeno del tarantismo: la picadura de la mítica tarántula como una especie de posesión demoníaca. Pero en el año 2000 investigué el tema en España y tuve la suerte de hacerlo cuando todavía estaba vivo el "último atarantado" del pueblo. Sus increíbles declaraciones, junto con las de otros testigos, me confirmaron lo que ya escribió en los años cuarenta el gran musicólogo y mitólogo alemán Marius Schneider, que: “En Aragón, el baile de la tarántula es una jota, la lengua vernácula de la música aragonesa." 


Zaragoza parece una ciudad con pocos ‘seres extraordinarios’, si exceptuamos a los de carácter religioso, como San Lamberto, que se paseaba por la ciudad después de decapitado.
Qué va. Desconocemos nuestros propios imaginarios. Empezando por los relatos sobrenaturales pertenecientes a nuestra tradición religiosa, que son nuestros mitos particulares. Frente al monoteísmo oficial, el politeísmo cristiano se expresa en la inmensa variedad de santos y de advocaciones marianas. Y, aparte, tenemos también fantasmas, como el de la Torre Nueva de Zaragoza, y duendes-fantasmas, que tan bien supo retratar Goya. Precisamente, tengo pensado organizar un curso sobre la cultura de lo fantasmal el año que viene en Zaragoza. 


Es curioso ver cómo algunos fenómenos se repiten: San Dionisio de París también recorrió Montmartre con su cabeza debajo del brazo.
Exacto. En distintas zonas geográficas se expresan motivos muy parecidos, a veces casi idénticos. Hay una larga tradición de santos llamados cefalóforos, "portadores de cabezas”. San Dionisio de París, San Lamberto de Zaragoza, esculpido en la portada de la iglesia de Santa Engracia, y muchos más. Lo interesante es entender lo que transmiten sus historias. En este caso, en que la mayoría eran mártires decapitados en los primeros tiempos del cristianismo, el mensaje era que ellos superaron de alguna manera la muerte física. 


Sorprenden mucho sus datos sobre la alquimia en Zaragoza.
Tendemos a asociar la magia en general y la alquimia en particular con lugares exóticos y legendarios. Pero había practicantes en cada rincón de Europa, también en Zaragoza. La mayoría eran clérigos, por lo general más cultos que el resto, y conocedores del "mundo de los espíritus". En el libro cuento el caso de un monje del siglo XVI que tenía su taller en el monasterio de Santa Engracia, y que fue juzgado por eso. 


¿El diablo está todavía entre nosotros? Algunas diócesis aún tienen exorcistas.
Pero ¿qué es el diablo? Para quienes entienden la religión desde un punto de vista literal, sería un personaje que todavía anda vivo y coleando. Para quienes entienden la religión como un lenguaje, como una forma de expresión, a menudo poética, es una representación del mal todavía muy significativa y potente. Otra cosa es cómo podamos evitarlo, alejarlo, llámese exorcizarlo.   

 

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