UNA PACA MENOS

Por Antonio Tausiet

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Paca yace envuelta en larvas desde hace tres meses. Paca nunca hace ruido y a Paca nadie la ve entrar ni salir. Paca da lo que no tiene a los cuerpos sin sentido que transitan su cerebro; eso cuando Paca está viva. Ahora ni quita ni da. Paca nació desconsolada en una familia desconsolada que nunca volvió a ver. Pero nadie sabe si Paca rió alguna vez o si Paca llegó a querer. Ahora ni quiere ni puede. Paca huele mal porque su casa es húmeda y no llega nunca a ser pellejo y las larvas engordan y no emigran todavía. Porque Paca huele mal los que nunca la ven quieren verla de una vez por todas. Porque ver a Paca será olvidar a Paca y querer no haberla recordado nunca. Y los teléfonos llaman primero a los guardianes y los teléfonos de los guardianes llaman a Paca, que no se pone al teléfono desde hace tres meses. Y las larvas no se ponen al teléfono casi nunca. Y los guardianes llegan como larvas con sus teléfonos de guardianes y llaman a los médicos para lavar de Paca la casa de Paca. Paca rellena todos los huecos de los crucigramas, aunque no sepa la respuesta. Paca se ríe con su venganza pero hace tres meses que Paca no se ríe. Los vecinos respiran mejor ahora que han limpiado a Paca de la casa de Paca. Y como antes, Paca nunca hace ruido y a Paca nadie la ve entrar ni salir. Pero antes era peor, porque Paca estaba viva, y nadie conocía a alguien que supiese explicar a Paca.