FRANCESES EN PATERAS

Por Antonio Tausiet

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Si los puntos cardinales no son más que una convención, bien podría ser el sur el norte y viceversa. Así, un mapa del universo nos mostraría el pequeño sistema solar boca abajo. Acercándonos al planeta azul, veríamos la Patagonia en la parte superior, y en el mapa de España los Pirineos al sur.

 

Ninguna objeción razonable nos impide continuar con esta visión; además aporta importantes soluciones a problemas graves de nuestra sociedad. En la nueva situación cartográfica, los andaluces estarían orgullosísimos de pertenecer al norte de España. Aunque persistiría el centralismo madrileño, Galicia, el País Vasco y Cataluña podrían alardear de nacionalismos históricos con el pedigrí añadido que conceden los añejos sabores del sur. Pero no sólo mejoraría el equilibrio interterritorial: nadie se negaría a que nuestros vecinos del norte nos visitasen cuando se les antojara. Marroquíes, argelinos y hasta mauritanos vendrían con tranquilidad a conocer nuestras costumbres y nuestros complejos turísticos. Y franceses, ingleses o alemanes traspasarían nuestra frontera sur con la sonrisa en la boca, acostumbrados todos a su presencia entre nosotros.

 

El Ministerio del Interior se autodisolvería por falta de trabajo, y aunque Asuntos Exteriores seguiría comandado por el corrupto de turno, quizás su chulería tornase en esquizofrenia, ante la obligatoria modificación de la flagrante visión geoestratégica del actual gobierno. Qué importaría quién fuese el presidente de los USA; nuestras salas de cine se llenarían de espectadores ansiosos por ver la última película hindú, y nuestros corazones latirían al ritmo de la música popular indonesia.

 

Sólo existe un problema para conseguir que todo dé la vuelta si miramos de otro modo: hay que mirar de otro modo. Y tal como está el asunto de ver más allá de las narices, mejor optaremos por apagar las luces y darnos cabezazos contra la pared, como todos los demás...