MILITARES: DESAPARECED

Por Antonio Tausiet

www.tausiet.com

 

 

Escribe un militar español que siente mucho que la prensa, la radio y la televisión traten sistemáticamente de alejarles de la sociedad a la que sirven. Ojalá esto fuese cierto. La supresión de la mili con su consecuencia de alistar extranjeros, la ausencia de valores castrenses en la sociedad civil, la contratación de guardas privados en los cuarteles... son razones que le llevan a denunciar la supuesta campaña de desmilitarización. Pero acerquémonos a estos torpes razonamientos y desenmascarémosles de una vez por todas. Un militar, por su condición de tal, no es un humano: si convenimos en que las personas se diferencian de los animales en su capacidad de raciocinio, por encima de la utilización de la violencia sistematizada... y la ausencia de razón y la utilización de la violencia son lo que define a un militar.

 

El Servicio Militar Obligatorio ha sido durante décadas una excusa del ejército para defender su conexión con el resto de la sociedad. La disciplina es el sometimiento a sus absurdas reglas primitivas; lo que ellos laman cumplimiento del deber es obediencia ciega; el supuesto compañerismo lo fomentaba la opresión infundada; nada que adjetivar a la capacidad de sufrimiento: se aprendía gracias al sufrimiento inculcado. No ha sido por el clima juvenil antimilitar (sólo es así en una minoría); la mili se ha suprimido por anacrónica, es decir, porque hoy en día el poder tiene medios mucho más sofisticados para someter voluntades; si se alistan extranjeros es porque cuando se habla de organizar asesinos, da igual de dónde sean los mercenarios; la sociedad civil sí carece de valores castrenses (asesinato, tortura, invasión, mutilamiento), y es lo único que debemos agradecer al triste hecho de que la sociedad carece de valor alguno. Y la contratación de guardas jurados no es más que la puesta al día en el ejército de las costumbres de liberalización salvaje del resto de los estamentos públicos.

 

La lástima es que todos estos factores, sea cual sea la lectura que se les dé, confluyen en un hecho tenebroso y repulsivo: los militares van a seguir armados, a sus anchas, con sus propios tribunales, sus cuarteles, sus aviones, sus bombas y sus muertecitos. Y las cárceles, mientras, llenas de delincuentes de poca monta, que no han matado una mosca en su vida...