EL TRASVASE Y LOS REGADÍOS FALSOS

Por Antonio Tausiet

www.tausiet.com

 

 

 

Debido a la reciente repetición del intento de trasvase del Ebro por parte del Gobierno Central (Plan Hidrológico Nacional), en Aragón se ha reactivado la eterna discusión sobre si, independientemente de que se rechaza ceder agua para otras comunidades, ésta se va a usar en Aragón o no.

 

El origen de este dilema es la mala voluntad de los partidos políticos aragoneses. Sin excepción, y haciendo un estudio general sobre sus mensajes al respecto, podemos contemplar atónitos mentira tras mentira: mientras en sus farragosos documentos políticos se habla de tres razones para rechazar el trasvase (Desequilibrio Territorial, Impacto Ecológico, Pelotazo Urbanístico Costero), en los eslóganes que usan para sus carteles y voceos se pueden leer tonterías simplonas para engañar a los necios (Nuestro Río No Está En Venta, Hipotecan El Futuro De Aragón, Antes Regar y Después Trasvasar).

 

Precisamente esta última estúpida falacia (el orden Regar-Trasvasar) es la que desarrollaremos en este estudio pormenorizado. Y para iniciarlo, nada mejor que aportar unos datos.

 

Actualmente hay 100.000 Hectáreas de regadío en Aragón.

 

Hectómetros de agua que lleva de media el río Ebro (caudal/año): 13.408 Hm3/año

(Caudal máximo: 22.450 Hm3/año – Caudal mínimo: 4.283 Hm3/año)

Hectómetros para llevar al arco mediterráneo a partir de 2008: 1.050 Hm3/año

Hectáreas nuevas previstas de regadío en Aragón en 2008: 47.360 Ha.

Hectáreas previstas en Aragón para 2020: 219.000 Ha.

m3 que se necesitan para regar una Ha: 3.177 m3/ha. y año

1.000 Ha: 3 Hm3

200.000 Ha: 600 Hm3

 

Como vemos, el volumen de agua que transporta el río es suficiente para hacer el trasvase, regar Aragón y ducharse Jesús Gil entero. Entonces, ¿cuál es el problema?

 

La cosa es que si le quitas al río el agua necesaria para regar los cincuenta nuevos complejos turísticos con campos de golf de Valencia y Murcia, el agua necesaria para abastecer los parques temáticos, el agua necesaria para seguir aumentando en progresión geométrica el cemento costero, el agua para regar los cientos de Hectáreas de regadío ilegal que crecen sin cesar, no basta con los 1.050 Hm3 al año.

 

En el Partido Popular creían que los aragoneses tragarían con este trasvase, simplemente porque pretende llevarse sobre el papel menos agua que la que se pretendió años antes (aunque si llegan a trasvasar, sacarán hasta la última gota). Pero no contaban con que el Ebro se ha convertido en un símbolo de dignidad. Si se hace el trasvase, los aragoneses perderán la última batalla. Ya podrán hacer con ellos lo que quieran, como pueblo humillado, vencido, violado y saqueado psicológicamente.

 

¿Y los regadíos previstos en Aragón? Simplemente, no se van a hacer. El trasvase incluye la construcción de grandes pantanos en el Pirineo Aragonés. Los embalses más grandes -Yesa, Biscarrués, Santaliestra- son obras faraónicas que inundan pueblos, y cuyas enormes cantidades de agua servirían para proporcionar al Ebro caudal para trasvasar, para abastecer a Zaplana y sus amigos de las hormigoneras. Hay previstos otros muchos embalses de menor rango, para regar Aragón. Los embalses dividen a la opinión pública aragonesa, pero hay consenso sobre los de menor envergadura. Precisamente éstos son los previstos para después del trasvase. Nunca se construirán.

 

Regar campos de cultivo de regadío extensivo en lugares con escasez de agua es una burrada, en Almería, en Murcia, en Castellón o en Zaragoza. La Naturaleza necesita un equilibrio en el que hasta ahora habían participado los humanos, con sus cultivos, evitando mediante roturación que se desarraigara el manto vegetal. Pero las previsiones del Plan Hidrológico Nacional tienden a convertir la Península en un Infierno propio del peor de los mundos posible. Un circo de rascacielos en la periferia para hinchar los bolsillos de las mafias de la construcción, que entregan religiosamente la mordida al político de turno; y los habitantes de Aragón, con la boca abierta, viendo pasar los aviones militares sobre sus cabezas y sumidos en la miseria, sin regadíos ni agua ni industria ni cultura.

 

Quizás los cuatro agricultores catalanes que plantan el arroz en el Delta del Ebro consigan que su voz se oiga en algún sitio y este disparate se retrase de nuevo. Es la última esperanza que les queda a las gentes de Aragón.