UNA TIA DE VERDAD
En 1969, once años después de su creación, Mortadelo y Filemón, los dos famosos detectives del cómic de Francisco Ibáñez, dejaron su "Agencia de Información" y se incorporaron a la T.I.A. (Técnicos de Investigación Aeroterráquea). La T.I.A. es desde entonces el gran centro de contraespionaje nacional, una parodia de los servicios secretos. En 2003, los periódicos nos sorprenden con esta noticia: el Pentágono (Ministerio de Defensa) de los Estados Unidos elabora un plan de vigilancia absoluta de la población, llamado Total Information Awareness (T.I.A.), que traducido quiere decir Conocimiento Total de la Información. Lo ha preparado el Departamento del Conocimiento de la Información, que tiene un logotipo con un ojo divino sobre una pirámide que mira a una bola del mundo. Su lema es "Sciencia est Potentia": Saber es Poder. El programa T.I.A. está a cargo de John Poindexter, almirante famoso por su participación en el escándalo Irán-Contra. Su supuesto objetivo es el combate al terrorismo. Su verdadera razón de ser, el control absoluto de la población: la base de datos va a incluir la biografía, el historial médico, los archivos académicos y los hábitos de consumo de cada ciudadano. Hasta en el partido conservador se han levantado voces para pedir a George Bush que anule este plan de espionaje masivo y sin restricciones. Los 200 millones de dólares que cuesta la puesta en marcha del plan (su elaboración se prevé de una duración de cinco años), son lo de menos. La cuestión es que un día sí y otro también nos llegan noticias de que Estados Unidos incumple las leyes internacionales, planeando la sumisión total de las gentes, o dando licencia pública para matar a quien les da la gana. Y visto que nadie levanta la voz para denunciar esta prepotencia criminal, ya sólo nos queda el recurso de Mortadelo y Filemón. Quizás ellos sean los únicos que puedan resolver este caso. La T.I.A. española se ha convertido en la metáfora de la absurda esperanza, esa facultad humana de creer que las cosas pueden mejorar, cuando en realidad permanecen inalterables. El ojo de un Dios que realmente está entre nosotros. El brazo ejecutor de un ángel exterminador que nos manipula hasta hacernos creer que nunca podremos salir de nuestra propia miseria. ¿La pura verdad? En todo caso, una T.I.A. de verdad... |