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SOBRE EL LIMBO
Por Antonio Tausiet
www.tausiet.com

 

Todos tenemos bastante claros los conceptos de cielo, infierno, e incluso el de purgatorio. Pero el limbo, del que se habla mucho pero no se conoce lo suficiente, es un asunto pendiente: solucionémoslo.

La palabra limbo quiere decir contorno, y se refiere a que su superficie forma un anillo en torno al infierno. Y la expresión "estar en el limbo" significa en castellano estar distraído, ausente del asunto principal. He aquí el origen y los dos tipos de limbos:

1. Origen

El concilio de Milève (416) condenó a los niños no bautizados al fuego eterno. Pero el Papa Inocencio III, en el siglo XII, puso todos los diablos en el asador y restableció los limbos, que fueron tomados de la religión romana por los católicos. En efecto, en la entrada del infierno de Roma, existía una especie de parque, en el que estaban reunidas las almas de los niños, en condiciones parecidas a los limbos católicos. Después de haber copiado el paraíso, los purgatorios y los infiernos griegos, persas y romanos, la Iglesia se apropió también pues de los limbos de estos últimos.


2. Hay dos Limbos

a) El Limbo de los Justos es el lugar donde estaban los justos que murieron antes de Cristo, y cuando Jesús resucitó fueron con él al Cielo.
Catecismo:
¿Por qué fueron detenidas en el Limbo las almas de los Justos?
Las almas de los justos fueron detenidas en el Limbo porque no podían entrar en el Reino de los Cielos hasta que Cristo realizara para ellas la salvación.

b) El Limbo de los Niños (el limbo, por extensión) es el lugar donde van los niños que mueren sin bautizo: entre ellos, actualmente, ¡un millón de abortos cada semana!, y todos ellos tendrán la oportunidad de ir al cielo eterno. Millones y millones de fetos abarrotando el Paraíso.

Hay que estar en el limbo para asumir todo esto como doctrina infalible, evidentemente. Pero otro modo de no enterarse de nada es pasar por encima de todos estos temas como si no existiesen, sin darse cuenta de que conforman nuestra propia identidad, no sólo como sociedad occidental, sino también como individuos que realizamos cada una de nuestras acciones condicionados culturalmente por todos estos mitos ancestrales. De la asimilación de este hecho cultural se puede llegar a la superación de miedos, traumas y basura acumulada durante años. Que así sea para los hombres de bien, y que los malintencionados se pudran en las llamas del infierno de su propio cerebro.