TAXISTAS FASCISTAS
Por Antonio Tausiet
www.tausiet.com
"Acabo de coger a dos elementos con pintas de drogata que no sabían
ni a dónde iban. Les he dicho que no existía ese lugar y se han
bajado. Me tendré que poner una mampara. En París todos los taxis
llevan mampara y en Londres la mayor parte llevan un perro en el asiento delantero.
¿Sabías que en Francia hay tres millones y medio de extranjeros?
Además, la mayor parte son marroquíes y argelinos. A cuál
peor. Alguno habrá bueno, claro, pero te los regalo todos. Mi hijo de
once años me regaló este muñeco. Es un cantante jamaicano
fumando marihuana. ¿De dónde sacan los críos esa información?
El otro día me fui a pasear con él, a estirar las piernas, y me
dijo que le hablara del coito. Que se lo habían dicho en el instituto.
Yo, claro, le contesté que qué le importaba a él eso, que
le preguntase al profesor. ¿Has visto el rastro de basura que dejan los
vendedores del mercadillo ambulante? Claro, como están acostumbrados
a vivir entre la mierda, luego pasa lo que pasa. Yo no les niego que tengan
que trabajar, pero yo también pago mis impuestos y no tiro ni un papel
al suelo." En la radio, Carlos Herrera entrevista al vocero del régimen
nazi español, Pío Moa. Dedica un cuarto de hora a explicar que
el Partido Socialista fue el culpable de la Guerra Civil Española. Más
tarde, otro taxista me explica que la clase política está corrompida.
Si no, cómo iba a entrevistarse con ETA el vicepresidente del gobierno
catalán. Han perdido el norte, dice. Se refiere, claro, a los socialistas.
Ni se le pasa por la cabeza que esto es un nuevo intento por parte del PP de
convertir a nuestro país en la avanzadilla de las dictaduras. Porque
si se le ocurriera, se le iluminaría la sonrisa. De entre la fauna infame
de taxistas fascistas, sobresale el taxista fascista mononeuronal: aquél
que sólo tiene en la cabeza las consignas goebbelianas del Partido Popular.
Los mayores problemas de nuestro país son, por este orden, el terrorismo
(cuando se ha convertido de hecho en un tema residual); las drogas (atribuyendo
esta generalización exclusivamente al consumo ilegal de estupefacientes);
la inmigración (sin considerarlo el hecho social beneficioso para todos
que es); la corrupción política (referida a los partidos de izquierdas,
nunca a los corruptos milenarios hoy en el poder)... y una novedad: el peligro
de los nacionalismos. Cuando el nacionalismo más peligroso es el de quienes
imponen sus criterios con abrumadora sencillez entre los taxistas fascistas,
esa raza de homínidos degradados que tan pronto te echan una bronca por
besarte como te torturan con sus alegatos subnormales.