PERSONAJES

Estudios sobre los personajes de las publicaciones Bruguera

 

 

La familia Cebolleta

Por Antonio Tausiet

 

 

 

El dibujante y guionista Manuel Vázquez aportó creaciones innumerables y variadísimas a la historia del tebeo humorístico español. Una de las series más reconocidas fue La familia Cebolleta, de larga trayectoria y gran calado en varias generaciones de lectores.

La primera aparición en público de La familia Cebolleta se dio en las páginas de El DDT, en 1951, constituyendo la gran aportación de Vázquez a la historieta española de la década, sólo dos años después de crear Las hermanas Gilda, su otra serie estrella de la época. A lo largo de su dilatada historia, el aspecto de los personajes se modificó sensiblemente, acompañando al cambio de estilo de su autor, que fue modernizándose hasta alcanzar una sencilla madurez expresiva a finales de los años 70, tras los que Vázquez no volvió a dibujarlos.

 

Tres ejemplos de la evolución gráfica de la serie:
en la primera y segunda mitad de los años cincuenta,
y a finales de los sesenta.
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Como en casi la totalidad de las colaboraciones de su autor para la editorial Bruguera, a lo largo de la vida de la serie se produjeron entregas dibujadas por otros artistas, hecho debido en gran parte por la errática carrera de Vázquez, que abandonaba sus personajes sin previo aviso. Algunos de estos dibujantes fueron Blas Sanchis o Gustavo Martz-Schmidt.

 

Ejemplo de Cebolleta de Schmidt.
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Esta creación continúa la tradición historietística española de reflejar las andanzas de los miembros de una familia, como ya ocurría con La familia Ulises, de Joaquín Buigas y Marino Benejam, que apareció en el TBO en 1944, y La familia Pepe, de Juan García Iranzo (1947), esta última publicada en el Pulgarcito de la editorial Bruguera, donde también colaboraba Manuel Vázquez.

En este caso se trata de un grupo integrado por el cabeza de familia, Rosendo Cebolleta, calvo, con bigote y pajarita; su esposa, el ama de casa Leonor (antes, Laura); su pequeño hijo Diógenes, que cambiará radicalmente su aspecto, de calvito con gafas a travieso rubio; y Jeremías, un loro parlanchín algo cínico, que como el José Carioca (1942) de Disney, no se separa de su cigarro puro. También forma parte de la familia (y aparece en contadas ocasiones) una hija mayor, Pocholita o Lolita, ejemplo de dibujo de joven atractiva de la editorial Bruguera.

 

Portada de un extra de Tío Vivo donde aparece la familia (1970)

 

Pero sobre todo, destaca por su personalidad el recordado abuelo Cebolleta, padre de Leonor, con barba, bufanda, bastón y un pie vendado, cuyo único afán es relatar sus supuestas peripecias en batallas del pasado. Como es bien sabido, el tiempo que ocupa el anciano en hablar de sus hazañas se alarga hasta el infinito, y todos a su alrededor intentan escabullirse como pueden del torrente de palabras.

Con ser ése el recurso humorístico más recordado de la serie, ésta no se agota aquí. De hecho, y sobre todo en sus últimos años, el verdadero y muchas veces único protagonista es Rosendo, que siempre tiene problemas con su jefe en la oficina donde ejerce su trabajo administrativo (y perfecciona su afición por las pajaritas y los aviones de papel). Otra característica continuada es la casi nula interdependencia entre los miembros de la familia, que van cada uno por su lado, y que cuando se relacionan es para que surja un conflicto. Una diferencia clara respecto a otras creaciones similares, en especial La familia Ulises, que solían compartir en grupo sus desventuras.

 

 

Con estos mimbres, el ingenio desbordante de Vázquez nos presenta todo tipo de situaciones, siempre navegando entre el costumbrismo (que implica una levísima crítica social) y el absurdo (mucho más demoledor por su incensurable anarquismo), rasgos que serán comunes al resto de creaciones de la editorial. Pero que en manos de su autor, convierten a La familia Cebolleta en una de las cumbres del humor del siglo XX.

La puesta en solfa de una de las sacrosantas instituciones del franquismo (familia, municipio, sindicato) es ciertamente leve; aunque el carácter iconoclasta del autor puede hacer ver la cuestión desde el otro lado: llegaba hasta donde la dictadura le permitía. Tanto la burla de la familia como la de las condiciones draconianas de trabajo se suavizaron a partir del recrudecimiento de la censura en 1955. La atractiva hija mayor apareció por última vez en 1956, muy probablemente debido a estas circunstancias.

 

Una de las escasas apariciones de la hija, hacia 1952.
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(Original propiedad de Jaume Vaquer)

 

El abuelo Cebolleta, identificado como don Argimiro de la Fosa en la historieta publicada en 1953 en el número 111 del DDT, ha quedado en la fraseología cotidiana como el ejemplo de quien tiende a ponerse pesado con relatos de sus hazañas, “las batallitas del abuelo Cebolleta”. Seguramente ha sido éste el gran aporte de La familia Cebolleta a la cultura popular. Pero sin lugar a dudas, el mayor valor es su excelente carga humorística, acompañada del incomparable trazo del maestro de maestros.

Manuel Vázquez alumbró en 1959 La familia Gambérrez, de ambientación rural, y en 1960 La familia Churumbel, nuevo clan hilarante, esta vez de raza gitana. Dos años antes, Francisco Ibáñez recibió el encargo de crear unos personajes muy similares al clan Cebolleta: La familia Trapisonda, un grupito que es la monda (1958). Pero eso es ya otra historia.

 

Cabeceras de La familia Gambérrez y La familia Churumbel.
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Debo agradecer a Miguel Fernández Soto su aportación de muchas de las imágenes utilizadas para la confección de este artículo.

 

 

Ver también

Manuel Vázquez

 

Enlaces externos

El genuino abuelo Cebolleta (Lady Filstrup)

 

 

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