Por Antonio Tausiet
Robinson Crusoe (Aventuras de Robinson Crusoe, 1952)
En 1952, Buñuel recibe en México el encargo de rodar en color y en dos versiones, inglesa y castellana, las aventuras de Robinson Crusoe, para el mercado estadounidense y el latinoamericano. El Robinson de Buñuel es todo un ejemplo de adaptación literaria al cine.
Foto de rodaje
La sobriedad que tanto gustaba al director aragonés fue trasladada a la famosa isla y su ocupante. Don Luis hace hincapié en la necesidad de compañía e introduce sus constantes en la película: el sueño de Robinson en el que su padre se sumerge en el agua que le niega; la clase de religión que recibe su esclavo Viernes, en la que éste sale victorioso (argumentando como el moribundo de Sade); o el juego que le dan los vestidos femeninos que se salvaron del naufragio, tanto al convertirlos en espantapájaros como cuando se los pone el esclavo.
Llegada, anhelo de compañía y travestismo del esclavo
La mirada de entomólogo y biólogo aficionado de Buñuel pasea por todo el metraje, tanto en la visión distanciada que aplica al protagonista como en la comparecencia de múltiples animalitos, desde los insectos que se devoran entre sí hasta el polluelo que aparece inopinadamente en el huevo que estaba a punto de comerse Robinson al inicio.
Vuelta a la iconografía de Un perro andaluz;
Jean-Claude Carrière escribe el guión para otra versión de 1964 -el mismo año que comienza su colaboración con Buñuel-: una serie de televisión francesa de tres episodios en blanco y negro dirigida por Jean Sacha. En el año 2000, Tom Hanks protagoniza Náufrago, una revisión de la historia dirigida por Robert Zemeckis.
Tom Hanks en Náufrago
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